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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 15 de abril de 2016

DÍA MUNDIAL DEL ARTE INTELECTO Y ARTE DE CÚCHARES / por Eduardo Soto





"...Sirvan estas líneas, que intentan reflejar la afición a la tauromaquia de un grupo de distinguidas figuras del intelecto latinoamericano, como modesto aporte a la celebración del Día Mundial del Arte, proveniente de un simple seguidor del Arte de Cúchares..."



DÍA MUNDIAL DEL ARTE INTELECTO Y ARTE DE CÚCHARES 


Eduardo Soto
Mérida-Venezuela, 15 de Abril de 2016.
La Asociación Internacional del Arte, declaró que cada 15 de abril se celebre el Día Mundial del Arte, en conmemoración del natalicio de Leonardo Da Vinci, polímata florentino cuyo genio encarna admirablemente la esencia del Renacimiento y fue seleccionado como símbolo mundial de paz, libertad de expresión, tolerancia, fraternidad y multiculturalismo.

El primer Día Mundial del Arte se celebró en 2012 y su objetivo es el acercamiento de las artes a la comunidad, pues el arte es libertad, valentía, creatividad que nos impulsa a plasmar nuestros sentimientos y nuestra imaginación en algo que otros puedan apreciar. En definitiva, el arte es una de las expresiones más sublimes del espíritu humano.

Al hablar de la Tauromaquia, el arte de lidiar toros, quisiera señalar que no deja de ser curioso observar cómo, en la actualidad, proliferan las posiciones en su contra, pero que ya no se conforman simplemente con oponerse, sino que además pretenden modificarla a su antojo, impedir la asistencia de aficionados a la plaza y, para colmo, prohibir, de un solo plumazo, la celebración de corridas de toros.

Tales actitudes comportan una evidente violación de nuestros legítimos derechos como seguidores de la Fiesta Brava, no debieran presentarse en un país apegado a la legalidad y están reñidas con elementales normas de convivencia ciudadana.

Esta conducta de grupúsculos minoritarios pero activos y funcionarios errados pero arbitrarios, ponen de manifiesto una lamentable combinación de escaso intelecto y absoluta cerrazón, para todo lo que no sea repetir consignas foráneas o ejecutar ciegamente directrices políticas, ambas ajenas a nuestra tradición.

En todo caso, estas posiciones entran en franca contradicción con las de una gama de artistas e intelectuales de fuste, que se han caracterizado por ser taurófilos.

Para circunscribirnos a figuras originarias de América Latina, pero con obra reconocida de alcance ecuménico, baste mencionar, por ejemplo, a cuatro de nuestros Premios Nobel de Literatura.

Pablo Neruda, Premio Nobel 1971, tuvo gran amistad con Picasso y editaron al alimón en 1960 el libro Toros, con copias de alta calidad de grabados taurinos realizados especialmente por el pintor y el poema El Toro, del otro Pablo, ambos renombrados artistas del Siglo XX. El libro es un esmerado trabajo, fina obra de arte y preciada pieza de colección, pues su tiraje original de 500 ejemplares se agotó rápidamente.

Gabriel García Márquez, Premio Nobel 1982, solía asistir a Las Ventas y en una ocasión Joselito le brindó un toro, cuando el escritor presenciaba la corrida desde un burladero de callejón, el torero triunfó y el escritor exclamó: Faenas como está salvan tres corridas, no solamente una. El Gabo, notorio simpatizante de la revolución cubana y amigo personal de Fidel Castro, replicó en cierta ocasión a un antagonista a ultranza de la Fiesta Brava: Soy taurino y Premio Nobel… qué vas a saber tú de arte, cultura y tradiciones. 

Octavio Paz, el mexicano Premio Nobel 1990, vivió en un barrio cercano a la plaza México y asistía a los toros, pero su afición se inició desde niño al ver torear a Ignacio Sánchez Mejías en Puebla. En su obra hace interesantes alusiones a la Fiesta Brava, escribía, por ejemplo, que en el toreo el peligro alcanza la dignidad de la forma y la forma la veracidad de la muerte, pero su afición quedó plasmada al definir el toreo como poesía en movimiento.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel 2010, tiene numerosas escritos y declaraciones a favor de las corridas, incluso declaró hace poco a la prensa que si se abolieran las referencias a los toros, se empobrecería la poesía, la música, la pintura o la filosofía, puesto que la tauromaquia ha irrigado prácticamente todas las manifestaciones de la creatividad artística y cultural. ¿Habría acaso algo que agregar a lo que señala este personaje habitual en los principales cosos taurinos del mundo?

Para hablar ahora de Venezuela, podemos enorgullecernos de tener taurinos de calidad, que son también glorias de nuestra plástica: Armando Reverón a quien el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2007, rindió homenaje a su memoria al presentar una exhibición retrospectiva de su trabajo y, por supuesto, Jesús Soto y Carlos Cruz Diez, reconocidos mundialmente como grandes maestros del arte cinético, vale decir obras creadas para producir la impresión de movimiento.

Armando Reverón, en su Castillete de Macuto guardaba la cornamenta de un toro y había confeccionado montera y banderillas de utilería, para ser usadas en algunas representaciones teatrales que solía organizar. El Círculo de Bellas Artes montó, a comienzo del siglo pasado, un festival para recaudar fondos en el viejo Circo Metropolitano caraqueño y Reverón fue el único que se le arrimó al novillo y le dio unos pases con el capote.

El Maestro Soto era un entusiasta de las corridas. Un matador le brindó en Tovar un toro, a principios de los noventa, y fue tanto su entusiasmo que se puso largo rato la montera. Solía asistir a los festejos del Nuevo Circo de Caracas y desplazarse hasta Maracay, atraído por un buen cartel en la Maestranza. En España tenía una propiedad en Carboneras, Provincia de Almería, que le servía de base para asistir a festejos que se daban en plazas cercanas. En su casa de Caracas, tenía algunos recuerdos taurinos, cuya historia solía comentar para solaz de sus amistades.

El Maestro Cruz Diez, a quien Dios guarde, solía ir a los toros y se emocionaba al ver actuar a su diestro favorito, El Juli. Uno de sus trabajos más famosos ligados a la tauromaquia es una fisicromía (espacio en que se van generando gamas cromáticas cambiantes a medida que se desplaza el espectador o la fuente de luz) redondeada de doble faz que circunda un área de 800 metros cuadrados, conocida como la Plaza Cruz Diez, la cual constituye hermosa antesala al coso del Cabriales. La Plaza y el Toro, imponente escultura del distinguido artista del terruño Wladimir Zabaleta, son dos obras de arte que realzan el grandioso conjunto arquitectónico de la Monumental de Valencia, plaza de toros más grande del país y segunda del mundo.

Sócrates practicaba, hace veinticuatro siglos, un método según el cual la persona, mediante su propio razonamiento y sus lógicas deducciones, llegaba al esclarecimiento de la verdad. Esta es la función mayéutica, que bien pudieran aplicar quienes se obstinan en combatir la Fiesta Brava.

En todo caso, es oportuno evocar a mi antiguo profesor de literatura, quien nos aconsejaba leer obras de grandes escritores, pero, a veces, algún alumno se quejaba porque le parecían tediosas o no eran de su agrado. Entonces, el catedrático lo miraba entristecido, al tiempo que le decía: Qué lástima, pero no se hizo la miel para el rucio. Sabias palabras.

Sirvan estas líneas, que intentan reflejar la afición a la tauromaquia de un grupo de distinguidas figuras del intelecto latinoamericano, como modesto aporte a la celebración del Día Mundial del Arte, proveniente de un simple seguidor del Arte de Cúchares.

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