Rafaelillo y dos “buenos” toros de Miura
Sevilla, 18/04/2016.- Plaza de la Real Maestranza. Domingo 17 de abril de 2016. Decimo sexta y última de feria. Tarde bonancible y progresivamente fresca con más de tres cuartos de entrada.
Seis toros de Miura, muy bien presentados en el tipo y con las características de la casa. Bravo y noble el primero. Manso y sin parar de defenderse por arriba el segundo. Bravo y manejable por el lado derecho aunque a menos el tercero. Manso en varas y noble en la muleta el cuarto. Muy difícil y con guasa el quinto. Manejable y sin fuerza el sexto.
Rafaelillo (nazareno y oro): Pinchazo, otro hondo y tres descabellos, aviso y gran ovación. Estoconazo, oreja.
Javier Castaño (blanco y oro): Pinchazo y gran estocada fulminante, gran ovación. Estocada tendida trasera de muy hábil ejecución, ovación.
Manuel Escribano (fuscia y oro): Estoconazo, ovación. Dos pinchazos, estocada y descabello, palmas.
A caballo destacaron Agustín Collado y Juan José Esquivel. Y en banderillas Fernando Sánchez y Lipi.
Rafaelillo brindó su faena a Javier Castaño. Gesto que honró al murciano y valió a ambos espadas una clamorosa ovación de esas que emocionan y ponen la carne de gallina a todo el mundo.
Por supuesto que Rafaelillo viene siendo habitual en las corridas duras y, más concretamente, en las de Miura. La de ayer que cerró la feria no decepcionó aunque de los seis toros, solamente hubo dos para triunfar, precisamente los del lote que le correspondió matar al espada murciano. Lo consiguió con el desparpajo y la habilidad que le son propias y ayer con unas maneras que los aficionados de Sevilla apenas le habían descubierto. No los de otros lares. Como por ejemplo en su Murcia en donde hace pocos años le vimos indultar un extraordinario toro de Fuente Ymbro tras cuajar una faena a la altura del animal. A la altura artísticamente hablando quiero decir. También recuerdo perfectamente otra muy importante además de bonita faena de Rafaelillo en la plaza francesa de Mont de Marsan sobre la que escribí una crónica que titulé: “Rafaelillo épico y casi lírico con un espectacular toro de Miura”. Al día siguiente, amigos madrileños de pequeño gran torero hicieron miles de copias de esta crónica y las repartieron por todo Madrid.
Con tales precedentes aunque antes y después protagonizó bastantes más eventos frente a reses de Miura y de otras ganaderías tenidas por toristas, quiero decir que muchos se sorprendieron ayer cuando vieron torear tan relajado, a gusto y tan bien a Rafaelillo, sobre las dos manos. Fue una pena que no lo matara bien y al primer envite porque la oreja ya la tenía más que ganada hasta el momento de entrar a matar.
Este animal fue de los buenos que, de vez en cuando, echa esta temible, mítica e histórica ganadería. Si en esta feria no hubieran salido tantos toros de premio y el del consumado indulto de Victorino Martín, seguro que los jurados le hubieran dado el de este año a este primero de Miura.
Luego de la lidia de los dos toros siguientes, a Rafaelillo le volvió a salir otro toro noble para el toreo de muleta, sobre todo por el lado derecho. Aunque también su muy celebrado trasteo no fue tan artísticamente bueno como el que había cuajado antes, al darle muerte con una sola estocada, cayó la oreja que fue la única que se cortó en la corrida.
Lo más celebrado y espectacular que logró Rafaelillo con este animal fue su recibo con el capote por la gran velocidad con que salió de chiqueros. Limpia larga cambiada de rodillas seguida de un muy vibrante ramillete de verónicas que remató con la media. Tras ser picado y banderilleado francamente bien, Rafaelillo brindó su faena a Javier Castaño. Gesto que honró al murciano y valió a ambos espadas una clamorosa ovación de esas que emocionan y ponen la carne de gallina a todo el mundo.
Javier Castaño, ya había sido largamente ovacionado tras el paseíllo por su presencia en esta corrida tras haber padecido y afortunadamente superado una gravísima enfermedad cancerígena. Impresionó verle con la cabeza totalmente rasurada y tan blanca como el vestido que se puso para reaparecer. El solo gesto de hacerlo en Sevilla y con Miuras le acreditó. Castaño correspondió con muy hábil solvencia en la lidia y en la muerte de sus dos toros con la ayuda de su excelente cuadrilla de picadores y banderilleros que se lucieron mucho y bien siendo ovacionados.
El toro que hizo segundo no paró de defenderse con mucha violencia por arriba y Castaño supo y pudo evitar los enganchones que hubieran empeorado al animal hasta convertirlo en imposible. Lo mejor de todo fue la estocada de efectos fulminantes con que lo mató tras un pinchazo. La ovación debió escucharse en Salamanca.
Algo parecido aunque no tan espectacularmente meritorio logró el espada salmantino con el muy peligroso cuarto dando la impresión de estar totalmente en forma tanto físicamente como mentalmente. También fue largamente ovacionado Castaño tras matar de una sola estocada muy hábilmente recetada.
Manuel Escribano salió a por todas y en busca de repetir sus triunfales hazañas con la corrida de Victorino. Hasta que tomó muleta y espada para matar al tercer toro, pareció que lo iba a conseguir por la brillantez con que llevó a cabo el recibo. Larga a porta gayola, consumada con enorme mérito y gran exposición porque el toro salió por la muy amplia puerta de chiqueros, muy distraído y al paso. Comportamiento que no le importo a Manuel que esperó a consumar el lance con valentísima paciencia. Cosió el muy arriesgado lance con una intensa y excelente tanda por verónicas que pusieron a la plaza boca abajo y a la banda amenizando el brillante trance con un pasodoble. Tan trepidantes y lucidas intervenciones siguieron en varas y en banderillas a cargo del matador hasta que, justo en el momento en que Escribano tomaba la espada y la muleta, se arrojó al ruedo un espontáneo que fue reducido de inmediato por los banderilleros y por la policía. El toro resultó bastante más noble por el lado derecho que por el izquierdo pero blando y progresivamente a menos. Razón por la que la faena también se produjo de mayor a menor interés. Escribano terminó la faena en cercanías y con un estoconazo contundente. Tuvo que contentarse con una gran ovación.
Tras recibir al sexto toro con otra larga a porta gayola en la que ocurrió exactamente lo mismo que en el recibo del tercero, lo demás no fue tan brillante ni tan emocionante porque el animal solo permitió a Escribano recetar algunos, muy pocos, naturales y terminó perdiendo las manos inmediatamente antes de tener que matarlo, lo que logró al tercer envite. Y no hubo más.
Abandonamos la Maestranza como cada año. Con morriña. Pero esta vez, muy satisfechos con la en gran parte brillante devenir de esta feria. Sobre todo en su segunda parte. Enhorabuena al empresario y a los muchos triunfadores.
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