La llave de la continuidad de una Feria de Sevilla con categoría, como la de este año, o volver a los carteles con toreros y ganaderías de menor nivel, la tienen esos pétreos Maestrantes que aplican a la Maestranza aquel axioma de “a la vieja y al bancal, lo que se les pueda sacar”.
Una ruina con culpables
Se veía venir. El afán recaudatorio de los Maestrantes y el de Hacienda puede dar al traste con la Feria de Abril de Sevilla, porque entre ambos conceptos se llevan casi la mitad de lo que se recauda en cada corrida. Si a esa parte del león se añaden los gastos generales que suponen poner en pie un espectáculo taurino de primer orden, el costo de los toros y los sueldos de los toreros, así como el “tifus” que debe llevar consigo un acontecimiento social como la citada Feria, es fácil entender que la mayoría de las tardes de toros resulten ruinosas según declaraciones de Ramón Valencia. Y eso que, como él mismo ha dicho, parece que los toreros “se han mostrado comprensivos”, porque conocen la realidad en la que se mueve la empresa que gerencia.
Moraleja: La llave de la continuidad de una Feria con categoría, como la de este año, o volver a los carteles con toreros y ganaderías de menor nivel, la tienen esos pétreos Maestrantes que aplican a la Maestranza aquel axioma de “a la vieja y al bancal, lo que se les pueda sacar”. O los dueños y señores de la plaza de La Maestranza salen de su interesado inmovilismo y se ponen en línea con las demás plazas de primera categoría de España, conformándose con cobrar un canon que posibilite el funcionamiento de la Catedral del Toreo, o ésta perderá su condición de plaza señera de la Fiesta de los toros. O los Maestrantes abandonan su concepto medievalista de propiedad, aceptando que nadie puede trabajar “gratis et amore” para que ellos sigan presumiendo a costa de la ruina de los demás, o la Feria de Abril de Sevilla, e incluso la temporada, se irán la carajo. Así, como suena.
José Gómez “Gallito” ya vio claro hace más de un siglo el peligro que encerraba dejar el toreo de la flor de Andalucía en manos de tan nobilísimos señorones. Al cabo de tanto tiempo, y en clara época de crisis económica, la avaricia de la propiedad de la plaza continúa sin permitir una adecuada política de precios de las localidades y el abono sigue estancado e incluso va a menos. Repito; si La Maestranza muere, no habrá que echar mano de Sherlock Holmes para saber quiénes son los culpables.
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