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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 16 de octubre de 2016

¡Que lo echen! / Por Paco Mora


Zaragoza, Feria del Pilar. Morante, Talavante, y Padilla
 -Fotografía: Arjona-

¡Que lo echen!

Paco Mora
Zaragoza. Feria del Pilar. Un gran público, tres toreros enormes cada uno en su estilo y un presidente impresentable. Si lo que quería el “usía” era erigirse en protagonista de la corrida, no lo ha conseguido porque el público le ha dicho de todo menos bonito. Ese público que abarrotaba la plaza Pignatelli y el que ha visto la corrida por Movistar +. No se cómo se llama ni me importa. Ni se si es policía en segunda actividad, político o adventista del séptimo día, solo sé que no merece sentarse en un palco presidencial, ni siquiera entrar en una plaza de toros pagando la entrada.

¡Qué témpano de hielo! ¡Qué carencia absoluta de sensibilidad! En fin… ¡Qué vergüenza que un hombre así pueda presidir un espectáculo en el que sus protagonistas se juegan la vida a cara o cruz! El hombre del palco de la Plaza de Toros de Zaragoza no podrá dormir esta noche tranquilo, si tiene un mínimo de conciencia. Prometo seriamente que la próxima vez que vea al interfecto sentado en un palco, si es por televisión la apago y si es “in situ” me salgo y me voy al cine. De mí no se potrea nadie y menos quien debería ser paradigma de justicia y seriedad.

Una feria la del Pilar que ha arrojado éxitos definitivos y en la que los toreros se han esforzado en cumplir con un público noble y entusiasta, que protesta cuando debe de protestar y aplaude a rabiar cuando se hacen las cosas bien, no merece que un presidente como el de esta tarde le amargue el espectáculo, y transmita una imagen tan negativa de la Plaza de Toros de Zaragoza. Hemos visto al mejor Morante, que es capaz de hacer arte hasta bebiendo a gallete en el botijo. Hemos disfrutado del punto álgido y la calidad de Talavante, y hemos sido testigos del heroísmo de un Padilla que no tiene parangón en la actualidad y dudo que haya habido otro más valiente en toda la historia del toreo. Pues bien, con un público pidiendo con toda la fuerza del mundo trofeos para premiar espectáculo tan grandioso, ese hombre que se había colado en el palco nos ha amargado la tarde. ¡Que lo echen! ¡Pero ya mismo! ¿Que no vuelva a presidir otra corrida de toros!


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