"...Si por mí fuera, mañana mismo prohibiría los toros. Frase textual de Gloria Tello, concejala de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Valencia, ciudad en la que quiere sentar las bases para que “en el futuro desaparezca el maltrato a los animales”...
Cuatro mentecatos
Si por mí fuera, mañana mismo prohibiría los toros. Frase textual de Gloria Tello, concejala de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Valencia, ciudad en la que quiere sentar las bases para que “en el futuro desaparezca el maltrato a los animales” (sic), como si la capital de la Comunidad Valenciana fuese lugar en el que se despellejan gatos por las esquinas o se apedrean perros en los descampados y se tiran cabras desde sus campanarios por el simple gusto de verlas caer.
La demagogia con que trata de barnizar su fobia y el tinte buenista con el que busca envolver sus propuestas y soflamas revanchistas y malintencionadas no dejan de ser una vulgar tapadera que ya a casi nadie engaña y que no permite ocultar una mala fe y un odio a un muy amplio sector de la sociedad, a la que se supone debe servir, que no sólo la inhabilitan para el cargo que ocupa -superfluo e inútil: una carga más para el ciudadano, al que amenazan de nuevo con otra subida de impuestos, directos e indirectos-, sino que tampoco tapa algo casi todavía peor en un cargo público: la ignorancia. No hay palabra que salga de su boca en la que no se trasparente esa falta de conocimiento de lo que habla.
Ya se ha dicho, y escrito, muchas veces, pero a ella, y a sus correligionarios, no les interesa ni escucharlo ni leerlo. Los toros son una manifestación de nuestra cultura. Y lo es desde hace miles de años, desde que el hombre y el toro coinciden sobre la faz de la tierra.
Millones de páginas se han escrito al respecto. Miles de libros se han publicado explicando razones y motivos de esa relación, sus orígenes, causas y evolución. El filósofo francés Francis Wolff, miembro del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas (ONCT) – que ha conseguido que los toros sean declarados Patrimonio Cultural Inmaterial en el país galo-, autor del libro ’50 razones para defender la corrida de toros’, asegura que el mayor argumento para defender las corridas de toros es, entre otros muchos motivos éticos, históricos, culturales, humanistas y ecológicos, “el concepto de bravura dada la condición natural del toro, pues es un animal que tiene que vivir en bravo, libremente en el campo y combatiendo y defendiendo su libertad, que es precisamente lo que hace más tarde en los cosos taurinos donde es lidiado”.
José Ortega y Gasset el filósofo más conocido a la hora de tratar sobre el tema taurino -no sólo fue el que indujo a José María de Cossío a realizar su monumental obra Los Toros, sino que hizo su propia aportación en dos trabajos clave: el prólogo de la conferencia “El arte del toreo y la bravura del toro” que dio el matador Domingo Ortega en el Ateneo de Madrid, el 29 de marzo de 1950 y el librito “La caza y los toros”- dejó sentado, a través de su ya célebre sentencia, que era imposible conocer la historia de España si no se conocía la historia de la tauromaquia. Y hasta Ramón Pérez de Ayala hizo coincidir el nacimiento de la Fiesta con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla, Ahí es nada, Como para dudar de su importancia. Pero ahí es donde les duele, en lo de su carácter que excede del aldeanismo que tanto les gusta e impregna a esta nueva clase política que busca desgajar antes que unir.
Luis García Berlanga, uno de nuestros más grandes cineastas, siempre tuvo a los toros en consideración y los hizo eje de una de sus más célebres e importantes películas, La vaquilla, en la que que plasma cómo dos bandos enfrentados por ideas políticas están unidos por una misma pasión: los toros. También el director valenciano dejó para la historia una cita definitiva y contundente. Está en su último trabajo -no sé si lo hizo conscientemente, a modo de testamento-, París-Tombuctú y la pone en boca del personaje que interpreta Concha Velasco, que, cuando el protagonista -Michel Piccoli-, viendo una foto de Manolete, le pregunta si en ese pueblo en el que se hallan – el mítico Calabuch- gustan los toros, ella responde que en España los toros le gustan a todo el mundo menos a cuatro mentecatos. Y una de ellos tiene que ser, precisamente, la concejala de Valencia. Vaya por Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario