Menudo equipazo ha conseguido revitalizar Zidane, con la ayuda de todos y entre otros de Valverde, la revelación de temporada y quizá el más imprevisto de los cracks confirmados, si las lesiones tienen a bien respetarle. El uruguayo destapa cada jornada una virtud adicional, sin exhibir hasta el momento un solo defecto.
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Antonio Escohotado*
La Galerna. Madrid, 1 febrero, 2020
Un tiempo para cada uno, aunque el ganado por el Real llegó a ser un baile abrumador, que no terminó en goleada de milagro. Si Oblak solo hubo de emplearse a fondo para evitar un obús de Valverde no fue por falta de ocasiones, sino porque los tiros francos se fueron todos a las nubes, o llegaron mansamente a sus manos. Ya en primer periodo Ramos no acertó con dos pases magníficos de Kroos, y el propio Kroos tuvo ocasión de ensayar sus derechazo, pero volvió a salir alto; en la segunda parte hubo al menos cuatro balones de los pintiparados para entrar o forzar una parada de lujo -esos que le llegan de frente al delantero, poniéndole en franca ventaja ante los defensores-, y todos ellos se disiparon como humo.
Si no me equivoco, llegar a la red requirió al menos siete ocasiones, quizá diez, y es curioso comprobar que en la más exigente liga del mundo dicha proporción tampoco es inusual, ni deja al Madrid en mal lugar comparado con otros equipos. Tal cosa indica más bien el grado de presión física y psíquica al que están sometidos los jugadores cuando corretean sobre el césped, asfixiados por el lado de los pulmones y empequeñecidos por el lado de la responsabilidad, porque la competencia ha afilado el fútbol hasta tornarlo realmente primoroso, y marcadores cada vez menos amplios convierten el gol en algo cada vez más abrumador para quien lo reciba. Tanto se trabajan los partidos que –como vimos en Valladolid- basta lograrlo para desbaratar al teórica o prácticamente inferior, dispuesto mucho más a ser impenetrable que a ganar cuando no sea fruto de errores ajenos, o del siempre aleatorio balón parado.
En cualquier caso, al Real de esta temporada no se le puede pedir nada más por ahora, pues ataca y ataca sin descuidar la defensa, y domina insultantemente fases mayores o menores de cada compromiso, hasta poner al Barça en la incómoda tesitura padecida por él mismo en ligas anteriores, donde no se trata de compartir liderato sino de impedir que crezca la diferencia en puntos, todo ello prácticamente sin cambiar su plantilla, dada la prolongada ausencia de Hazard. La única aunque decisiva incorporación ha sido Mendy, un gran zaguero que esta tarde dio una asistencia a lo Garrincha, tras un pase grandioso de Vinicius, hoy solo alocado al culminar otra de sus excelentes jugadas.
Menudo equipazo ha conseguido revitalizar Zidane, con la ayuda de todos y entre otros de Valverde, la revelación de temporada y quizá el más imprevisto de los cracks confirmados, si las lesiones tienen a bien respetarle. El uruguayo destapa cada jornada una virtud adicional, sin exhibir hasta el momento un solo defecto.
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*Antonio Escohotado
Escritor de una veintena de obras de referencia, como Historia General de las Drogas, Caos y Orden o Los Enemigos del Comercio. Su hijo Jorge administra sus RRSS. @aescohotado
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