Esta oferta es la que ha llevado a Kevin Durant, jugador de los Brooklyn Nets, a llevarse las manos a la cabeza; o a Isaiah Thomas, que ha pasado por Boston Celtics, Cleveland Cavaliers, Lakers o Denver Nuggets, a exclamar eso de que va a tener que pensarse muy seriamente recomendarle a sus hijos que se dediquen al fútbol y no al baloncesto profesional estadounidense. Si Durant y Thomas, que se han llevado las manos a la cabeza al conocer los números del contrato de Messi, supieran además que quien le oferta ese auténtico dineral, o sea el Fútbol Club Barcelona, tiene una deuda de 1.173 millones de euros, 730 de los cuales debe abonar a corto plazo, además de las manos a la cabeza se llevarían los pies. Y si, además de saber lo que le ofrece el Barcelona y conocer que el club catalán está en quiebra técnica, alguien les dijera que el actual presidente del club barrió en las elecciones porque garantizó que con él seguiría Messi, que tiene 34 años, y que, aún sabiendo la complicadísima situación financiera de la entidad, la inmensa mayoría de los socios y aficionados culés rezan por las calles y no concilian bien el sueño por la noche para que finalmente Messi acepte quedarse con ellos, además de manos y pies Durant y Thomas pensarían que les estamos tomando el pelo.
Y si por todo esto fuera poco alguien les dijera a estos dos jugadores de la NBA que a Messi no sólo no le van a ofrecer menos dinero debido a la pandemia y que tampoco se va a tener en cuenta su edad, que en el caso de un deportista es fundamental, sino que le van a pagar el mismo pastizal y que. aún así, el culé medio sigue pensando que Lionel Messi ama profundamente al Barcelona, nos enviarían directamente a todos al psiquiatra. Y si, ya por último, nuestros amigos Thomas y Durant estuvieran al tanto de que para mantener el sueldo de Messi en una situación económica crítica y en plena pandemia, el Barcelona se ha decidido por conculcar los derechos de otros futbolistas, a los que, aún con contrato en vigor, ha acabado despidiendo por las bravas, preguntarían por el sitio exacto en el que hemos colocado la cámara oculta: ¿Está allí o está allá? Pero esa es exactamente, queridos Kevin Durant e Isaiah Thomas, la situación psiquiátrica que se vive ahora mismo en el Barcelona y en la ciudad de Barcelona, y me atrevería a decir que en toda Cataluña, con un jugador de fútbol buenísimo pero que ya ha disputado sus mejores 500 partidos y al que han convertido entre unos y otros en el nuevo becerro de oro de la ciudad condal.
No es que ese contrato sea complejo, no, es que ese contrato es técnicamente imposible y también (y ya que veo que no saltan ni el arzobisbo emérito Sistach ni sor Lucía Caram) una chaladura moral y, dejando a un lado la ética, un sinsentido deportivo. Y tampoco es, como yo he dicho otras veces, que existan dos formas de gestionar un club de fútbol, la del Real Madrid y la del Barcelona, sino que si quieres que el club que presides sobreviva sólo hay una forma de hacerlo, y esa no es otra que la correcta, que en ocasiones también es la más dura y difícil.
Si Messi aún no ha estampado su firma en ese contrato es por la sencilla razón de que ya le dijeron en su día que a la siguiente se iba a la trena y no quiere meterse en un berenjenal de consecuencias gravísimas.
Si no lo ha hecho ya Laporta, si Laporta no ha firmado antes del 30 de junio, es porque no ha podido. Y, a medida que van pasando las horas, voy teniendo más claro si cabe que si ese contrato se redacta y se firma, si ese contrato se entrega en la Liga de Fútbol Profesional, sólo podrá admitirse si la autoridad deportiva mira hacia otro lado y la Agencia Tributaria se hace la sueca en honor a Elke Sommer, que era una preciosidad de mujer, todo sea dicho de paso. Lo primero podría ser, de lo segundo no tengo la menor duda de que no será así. Esto es, niños, niñas y niñes de España, lo que ocurre cuando tu felicidad la fías a lo que haga o deje de hacer una persona en concreto. En Barcelona se han convencido de que sin Messi no serán felices. O sea, en Barcelona necesitan un Florentino que les diga... "¡tranquilos!"
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