Lo dicho por Ureña es lógica pura, eso lo entienden hasta los niños de pañales, el problema es que los toreros son los principales culpables que se arrodillan ante los poderosos creyéndose que, de tal modo ya tienen la vida solucionada. Y todo es mentira porque el poder, como tal, tiene a los toreros como pañuelos de usar y tirar, miles de pruebas tenemos de ello.
Ureña aboga por la lógica y el día que Simón Casas le ofreció apoderarle se derritió por completo, se entregó a sus manos y el final ya lo sabemos todos. Insisto que, la gran mayoría de los males que azotan a los toreros son ellos los culpables que, con sus acciones propician que los empresarios se rían de ellos a carcajada limpia porque, para colmo, a la hora de la liquidación de una temporada se comprueba que no hay un solo euro recaudado.
Los empresarios son gente avispada que solo les interesa ganar dinero, cosa muy lógica. Lo triste de la cuestión es ganarlo al precio que fuere, ahí sí que radica la gravedad del asunto. Algo muy distinto es que los toreros tuvieran unidad formando una piña y siendo capaces de defender sus intereses. Pero no, lo de la unidad en el toreo es pura utopía y, respecto a los empresarios, ya se sabe, divide y vencerás y ellos, los organizadores, en aquello de dividir a los diestros son auténticos especialistas.
Todo el mundo critica a Simón Casas en calidad de empresario y, por supuesto, como administrador de los toreros pero, como sabemos, el productor francés ha administrado la carrera de “mil” toreros y todos han salido huyendo despavoridos de sus redes. Está claro que, aquí todo el mundo aspira a la comodidad en todos los órdenes y, aquello de que te apodere el empresario más fuerte del mundo, eso, a priori, es un triunfo tremendo.
Luego, como decía, se acaba la temporada, llega el momento de la liquidación y aparecen los cuchillos afilados buscando yugulares. ¿Y eso no es nadie capaz de pensarlo antes de que te apodere el mayor jefe del torero? Pues no, les gana la vanidad y con la misma pierden hasta el sentido común de la pura lógica; y digo la lógica porque si a tantos les ha ido mal con Simón Casas, ¿vas a ser tú el afortunado, Paco Ureña, por ejemplo?
O sea que, Paco Ureña, como tantos, en vez de quejarse debería de aplicar el sentido común a su carrera y dejarse de escuchar cantos de sirena que, como les ha ocurrido a tantísimos de sus compañeros todos han acabado de mala manera con el empresario en cuestión que, como sabemos, lo único que les importa es la reducción de honorarios y, una forma de reducir no es otra que apoderar a un torero que, para mayor desdicha, todavía se reduce mucho por aquello del intercambio de cromos. Claro que, ellos se lo han buscado, por tanto, que lo digieran como puedan.
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