A Jorge Martínez le jugó una mala pasada la elección de lidiar primero el novillo que verdaderamente "sirvió" de su lote. Pues si alterna el primero por el cuarto, y viceversa, hubiera salvado la frialdad -en tarde de tan agobiante estío parece una paradoja, pero ocurre y lo paga siempre el primer espada- de abrir plaza. Porque fueron suyos, en el novillo primero, los mejores muletazos de la tarde, ¡qué naturales! de muñeca dormida y cintura quebrada, de mucho temple y recorrido largo a pesar también de la evidente escasez del astado, que a la postre restó al trasteo un punto de uniformidad, ese "ambiente" que hubiera tenido a favor si llega a ser en el cuarto. Pues ya en el segundo de su lote, sin voluntad de embestir pese al notable esfuerzo del joven novillero, no pudo pasar de los pases espaciados. Sin embargo, la marca del clasicismo y el arte parecen innatos en él. Hay torero en este Jorge Martínez, para ser más exacto, figura a la vista.
Algo parecido se puede decir de García Pulido, que en su segundo, el novillo con más "transmisión" y clase del conjunto, se reveló asimismo como torero con muchas posibilidades. El animal "se comía" materialmente los engaños. Y ahí destacó la disposición y el aroma de un toreo muy distinguido y capaz. Trazo firme y muy sentido. Completo en todo, incluida la suerte suprema. Cortó una oreja de peso.
Fue en resumen lo destacado de la tarde, naturalmente sin pasar por alto la calidad del quinto novillo, de Montealto.
De Mario Navas hay que resaltar su voluntad por agradar, pero en el toreo no siempre querer es poder.
FICHA DEL FESTEJO.-
Tres novillos, los tres primeros, de Fuente Ymbro, y tres, el sexto como sobrero, de Montealto. El único verdaderamente con posibilidades de triunfo, el quinto. El resto con desigualdades y notables carencias.
Jorge Martínez: estocada y aviso (gran ovacion tras petición insuficiente); y estocada (ovación).
García Pulido: pinchazo, estocada y aviso (silencio); y estocada (oreja).
Mario Navas: estocada (palmas); y pinchazo, estocada, aviso y dos descabellos (silencio).
En cuadrillas, saludaron en el quinto "Niño de Aravaca" e Ismael González.
La plaza registró menos de un cuarto en tarde de calor africano.
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