Fotograma: Mundotoro TV
"...¿Qué premian? ¿Qué pregonan? ¿La sumisión absoluta del toro? ¿La utopía conseguida? ¿La infalibilidad lograda del arte de torear? ¿El alcanzado paraíso de la verdad y la belleza eternas? ¿El hoy se torea mejor que nunca? ¿El no va más?..."
La insoportable levedad del dulce
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 19 VI 2023
La lluvia de orejas, el girar de puertas grandes, el sin fin de procesiones a hombros, los diarios titulares estrambóticos, los estrellatos repentinos… ¿Qué premian? ¿Qué pregonan? ¿La sumisión absoluta del toro? ¿La utopía conseguida? ¿La infalibilidad lograda del arte de torear? ¿El alcanzado paraíso de la verdad y la belleza eternas? ¿El hoy se torea mejor que nunca? ¿El no va más?
Y el poderle al toro que se cae, al manso, al bronco, al que se para en el embroque, al astuto, al de sentido, al revoltoso, al fiero que no se deja y trae el auténtico dogma del culto en los pitones; que la fiesta es alegoría de la coexistencia del hombre con la naturaleza y por tanto grave, azarosa y a muerte. ¿No es eso triunfal, no se premia? ¿La lidia es intolerable? ¡Mátalo ya, como sea, que aquí vinimos a divertirnos! ¡Que salga el pastueño! Gritan no solo los villamelones, sino los “entendidos” desde los micrófonos.
Claro, desde comienzos del siglo XX y a tenor del espíritu del tiempo se ha incrementado en la ganadería eso de que “el cliente siempre tiene la razón”. Más que de voluntad es un asunto de mercado y de sobrevivencia.
El toro de garantía, el que ayuda, el de torear bonito, el de las orejas y demás, el de las figuras (que se lo han ganado y mueven la taquilla), el de los públicos que mantienen el negocio y con la entrada compran diversión y no penitencia. Pero la miel en exceso empalaga y hasta puede terminar matando un espectáculo a dieta de ella.
Por fortuna en medio de todo esto, la sobrevivencia de encastes que mantienen los caracteres filogénicos del toro bravo, su soberbia, vitalidad y combatividad. La existencia de aficiones como la que prima en Las Ventas y alguna que otra plaza (cada vez menos). La verdad, echa las indispensables gotas amargas para que la fiesta que tantos enemigos tiene no termine sus días en un coma diabético suicida, producto de su adicción al dulce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario