VINOS, ROSAS Y GLORIA DE LOS ROGER
Historia de una taberna taurina
Aquilino Sánchez Nodal
La gracia y el casticismo de los madriles rezuman torería en todos los tiempos, en cualquier situación o por el simple capricho acogedor de sus habitantes. Los mentideros de la Villa han sido tribunales populares que condenaban o indultaban al ingenio del vulgo, aceptándolo o desechando si ofendía o maltrataba de pensamiento u obra. Para muestra de gracejo inteligente de este pueblo de la Mancha:
“El gobernador civil de Madrid era el médico, don Pedro Mata, autor de la famosa obra “Medicina Legal” y también de numerosas poesías desafortunadas casi siempre. Vivía en la misma casa que Bretón de los Herreros, autor consagrado, con el que se llevaba muy mal por cuestiones de chinchorrerías del talento artístico y literario. Bretón le dedicó al señor gobernador Civil de Madrid este soneto:
Vive en esta vecindad
cierto médico poeta,
que al pie de cada receta
pone “Mata” … Y es verdad.
Con este panorama y España destartalada por un desgobierno progresista, al barrio “Manolo”, zona liberal, lleno de callejeo, de “Chulapas”, “Mendas” y “Panas” venidos en busca del dorado y el jolgorio perenne, llega una familia en busca de trabajo y un mejor vivir, procedente de Levante. Con desbordante ilusión y sus blusas negra se instalan en la Capital. José Roger, apodado “Valencia”, de profesión ex banderillero que ya conocía Madrid por sus viajes con la cuadrilla de “El Espartero”. Los toreros de aquella época buscaban lugares de su mismo ambiente y frecuentaban una taberna situada en la calle de Santa Ana número 4, vía que une la de Toledo con la Ruda, en la parte alta del Rastro, semiesquina a la plaza de Eloy Gonzalo, “Cascorro”. Años después toda la manzana sería destruida por las llamas, en el incendio del teatro Novedades. El establecimiento era pequeño pero rematado con una vivienda en su parte alta. “Valencia”, retirado, obtiene todo lo que desea para él y su familia, un negocio para subsistir, una casa para poder vivir en Madrid y unos nuevos parroquianos de su misma sensibilidad.
Al poco tiempo de hacerse, Pepe Roger, cargo de aquel establecimiento que había permanecido en funcionamiento desde 1.895 y que se lo vendió barato, con urgencia, el antiguo dueño, por problemas con sus clientes, maleantes habituales, “chulos”, “meretrices”, carteristas y “bragaos” pendencieros. Pepe Roger, encuentra la manera de eliminarlos a punta de capote y cambia aquel ambiente para llenar su taberna de toreros, aficionados y algunos “atorrantes” del toro.
Con clarines y timbales reciben, al nuevo propietario, los taurinos del arrabal madrileño: Andrés del Campo “Dominguín”, nada que ver con los de Quismondo, malogrado en 1.908 por un toro de Miura en Barcelona, Julián Saiz “Saleri II”, matador alcarreño y vecino en la calle Bastero, Luis Regatero “Regaterillo”, banderillero en la cuadrilla de don Luis Mazzantini. Don Antonio Márquez “El Belmonte Rubio” que vive en la calle de Las Velas, hoy de López Silva, y el más importante matador de toros que fuera nacido en Madrid, calle de Santiago el Verde número 13, después, inquilino de la calle de Embajadores hasta su muerte, don Vicente Pastor, “El Chico de la Blusa”, “er sordao” romano” para los sevillanos, por el que don José Roger siente especial simpatía. Picadores, banderilleros, maletillas y otras especies autóctonas del toro, encontraron una forma de subsistencia, cuando la necesidad les apretaba, en aquella taberna. El recorrido taurino de la zona se cierra, para disfrute de la procesión del “moñate” y el toro con otro establecimiento de morapio manchego, Antonio Sánchez, en Mesón de Paredes. En el centro de Madrid existían varios locales de ambiente taurino pero de más lujo, esplendor y recato, nada que ver con la esencia popular del toro.
En aquella casa nacieron los tres vástagos de Pepe Roger; José,Victoriano y la niña, Margarita. El matador de toros, Victoriano “Valencia II”, muere en el barrio de Hortaleza, a las afueras de Madrid, en plena la guerra civil. El primer “Valencia”, José Roger, había recibido la alternativa de Juan Belmonte.
Nuestro amigo y admirado coetáneo, Victoriano Cuevas Roger “Valencia V” era sobrino de aquellos dos matadores de toros. El, hasta ahora, último de la dinastía “Valencia”, torero ilustrado, abogado de carrera, recibió su alternativa en la plaza de toros de Barcelona de manos de Antonio Bienvenida. Victoriano Valencia es suegro de Enrique Ponce y nieto de aquel valiente que mantuvo abierta una taberna en la que se servía vino de Navaluenga a toreros, casi siempre de “balde”. El local fue traspasado a un cliente vecino del barrio y también famoso matador de toros, Antonio Márquez, en 1.929, después de la reconstrucción del inmueble que sucumbió tras la cremá del Novedades.
Esta es la historia de “otra taberna” que derramaba ambiente, anécdotas y discursos taurinos. Por sus puertas salieron dos matadores de toros de fama y del mismo apodo, “Valencia” y otro, máxima figura en la historia de la tauromaquia, para su presentación en la plaza de toros de Madrid en la carretera de Aragón, el niño de los “recaos” del tapicero de carros y coches de caballos, “El Turrero” que tenía el taller en la Ribera de Curtidores, Vicente Pastor y Durán.
… Para general conocimiento y no lo olvidemos … “de Madrid al Cielo”.
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