Pepe Mata
04 / 02 / 2012
Con una entrada que casi llega al medio aforo en la Monumental México, se ha lidiado un encierro correctamente presentado de Barralva, de los señores Álvarez Bilbao, destacando el lidiado en quinto lugar, de encaste Parladé, que tuvo los honores del arrastre lento; del encaste Saltillo Santa Coloma sobresalió el corrido en cuarto turno. El toro de La Punta para rejones ha sido bueno.
La rejoneadora Ana Batista: División de opiniones.
Alejandro Talavante: Silencio; intentó dar vuelta que le impidió el público; y oreja con protestas en el de regalo.
Joselito Adame: Silencio; salida al tercio muy protestada; y silencio en que regaló.
Octavio García El Payo: Abucheado en ambos.
Detalles:
Los Forcados de Querétaro, hasta la segunda pega concretaron.
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¡Qué gran toro fue Clavellero!, sí señor… ¡qué gran toro!, poderoso en los caballos, con clase, calidad y recorrido en su embestir, permitiendo una faena propia para la grandilocuencia, y Joselito Adame, sólo se conformó con estar simplemente... bien.
¡Qué pena!
Tenía ahí… ¡ahí tenía al gran toro!, y lo ha dejado ir sin miramientos, y esas oportunidades no vuelven a salir en la vida. Pudo congraciarse con los diletantes taurinos, oficiando una imponente faena, propia de una gran sinfonía, y todo ha quedado en alguna melodía tropical, que por otra parte no dirá mucho para la posteridad.
El que sí dejó mucho que decir fue ese Clavellero de Barralva, procedencia Parladé vía Atanasio Fernández. Todo hace ver que los ganaderos mexicanos, justo a este encaste, le están dando todas las posibilidades para su engrandecimiento. Muchísima más movilidad, clase y calidad, y eso está muy bien, lástima grande que los toreros, sobre todo los que se llaman figuras del toreo, no quieran enfrentar a estos toros.
Sí… sí, hubo lances buenos, pero era para que nos iluminaran el espíritu, y sólo fueron cumplidores. Mejor ha estado el quite por ZAPOPINAS, lo escribo con mayúsculas, porque todavía existen despistados que siguen insistiendo en denominarlas lopecinas, quite creación de Miguel Ángel Martínez El Zapopan, que cuando vio la luz en el redondel, El Juli ni siquiera estaba en proyecto. Y ahí Joselito levantó de sus asientos al trazarlos con verdad.
Pero la faena, estuvo entre altibajos, un toro con tanto portento, para tan sólo consumar algo decoroso, hace sentir tan mal a uno, que deseaba ver consagrado de una vez por todas al torero de Aguascalientes, y todo… todo, lo que pudo haber sido el desquiciamiento propio de la locura sublime que produce una luminosa creación, ha quedado en una habilidosa salida al tercio en medio de la estentórea protesta.
No había dicho nada con su primero Joselito, no había podido decir mucho con su segundo, entonces… le quedaba el torito del perdón, y se dedicó a dar tantos pases, como el aburrimiento pudo aguantar, para que al final, tampoco dijera nada.
El desolador silencio.
Alejandro Talavante, es un buen chico, un torero luchón, machacón, esforzado, tesonero, que destaca más por lo macizo del esfuerzo, que por el remanso espiritual al que pudiera llegar, lo que no dudamos que lo consiga, cuando se lo proponga. Por ello, a través de una innumerable capacidad para dar pases por arriba, por abajo, a un lado y al otro… sin ton ni son, pareciera que supone se llega a trascender, y eso es lo que seguramente le debe confundir, con lo que es la capacidad imaginativa en la creación.
El toreo como arte, requiere en la expresión… sinceridad, honestidad del y hacia el artista y del artista hacia el selecto auditorio. Pretender hacer florituras exageradas e innecesarias, para impactar y no el buen toreo para trascender, sólo lleva al final a la mera frivolidad.
Por ello, todo lo que ha podido hacer el señor Talavante, puede denominarse una interesante aproximación.
En su primero, tan sólo dio el primer lance, y el toro se llevó de refilón su capote, para luego aparecer otros más que ni siquiera indujeron a la algarabía. Algunas chicuelinas… como si no existieran otros quites, pasaron lista de presentes, tan ajustas y expuestas, como poco trascendentes. Y la faena, desde el prólogo con pases suaves de tanteo, hasta continuar con la mano diestra en series bonitas, pero siempre falta algo más, que deje para recuerdo inmediato y perenne futuro. Es anodino hacer una crónica, narrando una serie por aquí, otra más por allá, sin que pueda uno dar el juicio crítico de la aportación artística hacia el sublime éxtasis, porque ello, no apareció por ninguna parte.
Otra serie más con la derecha el cambiado para la mano izquierda, y pases, y pases, que no conmoverán a las buenas conciencias. Mal con la espada, como mal estuvo con el magnífico cuarto, después de una faena correcta, buena, pero que no alcanzó una arquitectura deslumbrante. Supuso, y supuso mal el señor Talavante, que podía dar una vuelta al ruedo, ya que algunos despistados pidieron una inmerecida oreja, pero la mayoría avasalladora, le obligó a devolverse al callejón, y antes de regresar, decidió regalar un astado más.
El famoso regalo del que han abusado tanto, y que en la realidad no sirve para nada.
Regalar a un toro, pone en desventaja a todos, incluso al propio torero, porque demuestra que al no ser capaz de escribir algo para la historia, tiene que recurrir a una artimaña que debe y tienen necesariamente que desaparecer. El regalo en resumidas cuentas en una reprobable ventaja, y por ello, NO CUENTA.
Sí, hizo una faena enjundiosa ante el más agradable de los astados, incluso hasta exponiendo en tablas, pero al final, queda el malestar de haber pretendido ver mucho… muchísimo más, y todo resumirse en las buenas intenciones, y de buenas intenciones... están llenos los caminos al infierno.
Y… ¿qué decir de El Payo que estaba incluido en un cartel sin que existiera una justificación real y contundente?
Absolutamente nada... no hay que decir nada, y eso debe ser estremecedor y desolador.
Mención aparte
Sí, mención aparte merece la guapa rejoneadora portuguesa, Ana Batista, a quien muchos denostaron antes de su presentación. Leer que todo quedó en división de opiniones, es decir NADA de lo bien que ha estado, en lo que ha sido una comparecencia armónica, plena de luz y sentimiento. Siempre toreando al toro, guiando muy bien a sus elegantes corceles, los que además de una gran doma, muestran el valor que requieren para estar frene a la cara del toro. Haciendo bien la suertes, y demostrando el por qué el rejoneo es un arte inequívoco. Y, por supuesto, independientemente de que haya fallado con el rejón de muerte, ya que en Portugal no están acostumbrados a usarlo, por supuesto que si la vuelven a programar en el coso titular de México, gustosos iremos a degustar de su sobriedad y exquisitez en la exposición de sus propuestas artísticas. Es una magnífica exponente del arte del rejoneo.
Los señores Forcados de Querétaro, hicieron lo propio en dos pegas, sí... hasta la segunda pudieron concretar su objetivo.
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Los toros en el mundo
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Los toros en el mundo
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