Plaza de toros de Manizales
¡Qué viva América! La achicoria
Por Pedro Javier Cáceres
La temporada americana es la achicoria de posguerra cuando falta el café.
Quizá no tenga las propiedades gustativas del cafelito fetén pero quita el mono y hace a la tauromaquia, sin solución de continuidad en su calendario, sobrevivir.
Por su más afamado período de consumo en España la achicoria tiene leyenda negra.
Similar con la que, muchos taurinos y taurinitos, crítica y “afisionaos”, hierran a la temporada americana queriendo, dictatorialmente, despojarla de sus señas de identidad, por otro lado ancestrales, en cuanto al animal a lidiar y el favorable comportamiento del público respecto del torero (mucho indulto a toros también) que redunda en una inflación sobre los trofeos obtenidos que dicen, en España, devalúa continente y contenido.
Cierto que, como todo, los toros en América tienen sus servidumbres pero también sus grandezas.
Por no remontarnos al Manolete de México, ni a Camino; ni a los Teruel, Manzanares y otras figuras contemporáneas de Lima; al Juan Mora de Manizales; al refugio de Antoñete en Venezuela preparando su posterior cátedra, ya veterano… América sirve, principalmente, como vivero de toreros nativos. Más ahora en México en que grandes promesas (hechas en España) no han pasado con suerte por San Isidro y sus consecuencia de parca temporada en el viejo continente. Su competencia directa con las figuras españolas es un leit motiv de superación para ellos y un escaparte donde proyectarse.
Las figuras en América se esmeran más en torear que en poder al toro. Coge sitio el que lo ha perdido en España y Francia, y —sobre todo México- se reencuentran con el temple y la variedad de suertes.
Aparte de ser refugio de todo tipo de toreros, las ferias de segundo rango —algunas por desgracia hoy extintas- como Cutervo, Chota, Trujillo, todo el Ayacucho (Perú); Ambato, Riobamba, Cuenca, Ibarra, Machala, Santo Domingo (Ecuador); Armenia, Duitama, Sincelejo, Bucaramanga Sogamoso, Ibagué, Cúcuta, Palmira etc. (Colombia); casi todas, grandes y pequeñas, de Venezuela y toda la república mexicana donde toreros como Barrera o Capea se han residenciado itinerantemente, América, les da vidilla, en lo taurino y en lo personal.
Sin echar vista atrás a las grandes figuras mexicanas de la primera mitad del siglo XX, sin olvidar al gran César Girón, de vez en cuando sale un Rincón en Colombia.
Colombia fue plataforma contra la desidia de El Cid. Castella forjó por cosos americanos su cartel de figura. Renace un maestro como Niño de la Capea (México) y sirve, la arena azteca, de cuna y parvulario a figurones posteriores como El Juli y José Tomás. Son tan solo unos ejemplos.
La achicoria tiene sus propiedades filántropas: favorece la digestión, se recomienda en casos de anorexia y anemia, evita el estreñimiento, favorece la circulación.
¡Ah! , la achicoria es buenísima contra la icteria -para aquellos que a fuer de patriotas taurinos les sube la bilirrubina- y desinflama los testículos; entro otras muchas cualidades.
México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela en sus ciclos taurinos propician el digerir la campaña europea, con el reposo que conlleva la dosificación.
Vitamina a toreros marginados en España —les da sitio-.
Circula el escalafón, tan constreñido a las figuras en la temporada española. ¡Vamos! el laxante contra el atascón del “sota, caballo, rey”.
Y sirve para desincharnos los “coj…” hasta donde nos tiene tanto listo y “enterao".
Quizá no tenga las propiedades gustativas del cafelito fetén pero quita el mono y hace a la tauromaquia, sin solución de continuidad en su calendario, sobrevivir.
Por su más afamado período de consumo en España la achicoria tiene leyenda negra.
Similar con la que, muchos taurinos y taurinitos, crítica y “afisionaos”, hierran a la temporada americana queriendo, dictatorialmente, despojarla de sus señas de identidad, por otro lado ancestrales, en cuanto al animal a lidiar y el favorable comportamiento del público respecto del torero (mucho indulto a toros también) que redunda en una inflación sobre los trofeos obtenidos que dicen, en España, devalúa continente y contenido.
Cierto que, como todo, los toros en América tienen sus servidumbres pero también sus grandezas.
Por no remontarnos al Manolete de México, ni a Camino; ni a los Teruel, Manzanares y otras figuras contemporáneas de Lima; al Juan Mora de Manizales; al refugio de Antoñete en Venezuela preparando su posterior cátedra, ya veterano… América sirve, principalmente, como vivero de toreros nativos. Más ahora en México en que grandes promesas (hechas en España) no han pasado con suerte por San Isidro y sus consecuencia de parca temporada en el viejo continente. Su competencia directa con las figuras españolas es un leit motiv de superación para ellos y un escaparte donde proyectarse.
Las figuras en América se esmeran más en torear que en poder al toro. Coge sitio el que lo ha perdido en España y Francia, y —sobre todo México- se reencuentran con el temple y la variedad de suertes.
Aparte de ser refugio de todo tipo de toreros, las ferias de segundo rango —algunas por desgracia hoy extintas- como Cutervo, Chota, Trujillo, todo el Ayacucho (Perú); Ambato, Riobamba, Cuenca, Ibarra, Machala, Santo Domingo (Ecuador); Armenia, Duitama, Sincelejo, Bucaramanga Sogamoso, Ibagué, Cúcuta, Palmira etc. (Colombia); casi todas, grandes y pequeñas, de Venezuela y toda la república mexicana donde toreros como Barrera o Capea se han residenciado itinerantemente, América, les da vidilla, en lo taurino y en lo personal.
Sin echar vista atrás a las grandes figuras mexicanas de la primera mitad del siglo XX, sin olvidar al gran César Girón, de vez en cuando sale un Rincón en Colombia.
Colombia fue plataforma contra la desidia de El Cid. Castella forjó por cosos americanos su cartel de figura. Renace un maestro como Niño de la Capea (México) y sirve, la arena azteca, de cuna y parvulario a figurones posteriores como El Juli y José Tomás. Son tan solo unos ejemplos.
La achicoria tiene sus propiedades filántropas: favorece la digestión, se recomienda en casos de anorexia y anemia, evita el estreñimiento, favorece la circulación.
¡Ah! , la achicoria es buenísima contra la icteria -para aquellos que a fuer de patriotas taurinos les sube la bilirrubina- y desinflama los testículos; entro otras muchas cualidades.
México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela en sus ciclos taurinos propician el digerir la campaña europea, con el reposo que conlleva la dosificación.
Vitamina a toreros marginados en España —les da sitio-.
Circula el escalafón, tan constreñido a las figuras en la temporada española. ¡Vamos! el laxante contra el atascón del “sota, caballo, rey”.
Y sirve para desincharnos los “coj…” hasta donde nos tiene tanto listo y “enterao".
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! Honor a la achicoria,pués!,coñ*.
ResponderEliminarAntes del calificativo de achicoria para al América taurina, pedro Javier Céceres ha tenido tiempo de aplicárselo a la situación del toro en España, donde se ha impuesto la lidia del choto desmochado por toreros de pitiminía encabezados por el triunfador Manzanares a bases de practicar el destoreo. ¿y los públicos....?
ResponderEliminarSaludos a la aficion americana.
Pepe Colmenar