El premio Nobel peruano dice del diestro que ha dedicado su vida a "crear esa forma de expresión artística, una de las más intensas de las bellas artes"
Vargas Llosa prologa un libro sobre Enrique Ponce
ANTONIO LORCA / El País
"En estas páginas vemos revivir la historia, el misterio, la belleza, el riesgo, la gracia y la vitalidad que tienen las corridas de toros y la manera como ellas se encarnan en un diestro que, desde su más tierna infancia, comprometió su vida en esa vocación que lo ha llevado a enfrentarse y lidiar más de dos mil corridas de toros".
Estas palabras pertenecen al prólogo escrito por Mario Vargas Llosa para el libro Enrique Ponce, un torero para la historia, del que son autores el propio diestro y el catedrático y crítico taurino Andrés Amorós. Ambos lo han presentado esta mañana en Valencia, en plena feria de Fallas, y han explicado que es un recorrido por la carrera y las hazañas de "una figura de época, una vida excepcional dentro y fuera de los ruedos".
Ciertamente, la trayectoria del torero valenciano tiene pocos precedentes en la historia de la tauromaquia: ha lidiado más de 4.000 toros e indultado 40; durante 10 temporadas seguidas ha toreado más de 100 corridas; ha abierto las puertas grandes de las más importantes plazas de España, Francia e Hispanoamérica, y ha recibido estando en activo la Medalla de Bellas Artes.
El propio Enrique Ponce explicó las distintas partes del libro: una primera dedicada a su tauromaquia, “donde explico mi concepto del toreo”; la segunda, más íntima, “dedicada a mi vida personal y a lo que pienso sobre diversos temas de la vida”; una tercera parte eminentemente gráfica, con casi 100 fotografías de su trayectoria, y un último apartado con testimonios de representantes de la cultura, la política y la tauromaquia.
No se olvidó Ponce de calificar como "un auténtico lujo" la participación de Vargas Llosa en el libro. No en vano dice del diestro que ha dedicado su vida a "crear esa forma de expresión artística, el toreo, una de las más intensas de las bellas artes, y, a la vez, la más frágil y efímera, pues al igual que la danza y la música vive fugazmente para luego desaparecer de la realidad y sobrevivir solo en la memoria».
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