'Hostelero' de Fuente Ymbro no fue el toro premiado aunque quizá lo mereció
"...Seis ejemplares de distintos hierros y encastes varios hicieron posible presenciar un espectáculo completo, mucho más completo que las corridas habituales con las que nos suelen anestesiar, o adormecer, las figuras. Cuando el toro es respetado por sus lidiadores crece y crecen las posibilidades de un espectáculo pleno..."
LA CONCURSO DE ZARAGOZA
Antolín Castro / España
Deja su correspondiente lección la corrida concurso celebrada el sábado en Zaragoza. Más de una lección nos dejó el festejo.
Efectivamente, varias son las conclusiones a las que uno puede llegar tras presenciar la corrida, aunque haya sido por televisión. La primera es que cuando hay toros el espectáculo adquiere una dimensión muy diferente a lo cotidiano. Los toros son el eje, -lo hemos dicho muchas veces- aunque no lo quieran ni ver los que mandan, y se lucran, en esto.
Seis ejemplares de distintos hierros y encastes varios hicieron posible presenciar un espectáculo completo, mucho más completo que las corridas habituales con las que nos suelen anestesiar, o adormecer, las figuras. Cuando el toro es respetado por sus lidiadores crece y crecen las posibilidades de un espectáculo pleno.
Todo adquiere relieve y alcanza una dimensión que nos transporta a la autenticidad. Se permite ver el poder del toro y no, como ocurre de forma recurrente, el aborregamiento del mismo para facilitarle las cosas a las figuras de turno. Nosotros resaltamos sencilla y llanamente la presencia del toro.
La suerte de varas pudo ser presenciada en toda su grandeza, unos toros más que otros dieron esa dimensión, pero lo primero y exigible es que se respete ese tercio para poder presenciarlo. Los aficionados no pararon de aplaudir convencidos, y convenciendo, que es uno de los abatares más importante y bello de la pelea del toro en el ruedo y como tal digno de presenciarse a diario y no solo en corridas sueltas.
También permite, permitió, este tipo de corrida ver a las cuadrillas al completo, tomar parte activa en darle protagonismo al toro dejando de lado las ventajas. Varios tercios de banderillas fueron ovacionadísimos así como la lidia capote en mano.
Pero, ahí una contradicción, también se puso de manifiesto en los comentarios de los responsables de los micrófonos de la retransmisión. Alabaron y alabaron cuanto veían y eso no es contradictorio, la contradicción viene cuando pasado el tiempo del festejo se olvidan para siempre de lo dicho y proceden a rendir pleitesía a esa fiesta disminuida, la que se ve a diario, por la ausencia del toro. En esos días, con la presencia de las figuras y sus toros a modo, es cuando había que hacer hincapié en lo menor de la misma y las múltiples diferencias con esta de Zaragoza.
Eso no sucederá, pues en el circuito de las figuras no estará la verdad ni la esencia de la fiesta, es decir no habrá toro, pero es donde está el dinero que se mueve en la misma y el que mantiene a quienes viven de ella, la que hay y promocionan, y no pueden abominar, ni renunciar, del simulacro por mucho que sepan que la autenticidad está en otra parte.
Todo está muy claro y nada va a cambiar con estas letras, pero hay quienes todos los días defendemos unas cosas y otros que solo lo hacen cuando no hay más remedio, ante una evidencia tan clara y con un público entregado a la causa de la Fiesta con mayúsculas.
Ya ven, da para mucho una corrida concurso como la de la pasada semana. Sirve hasta para escenificar que lo que predican esos días, alabando la belleza y reclamando la necesidad de los tres tercios, se les olvida enseguida. En cuanto cierran los micrófonos.
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