Fotografía: La Loma
"...Prueben a tener un detalle con esos clientes fijos, esos abonados paganos por devoción más que por convicción, y demuéstrenles que son sus clientes predilectos, esos que les sostienen las ferias..."
Hubo un tiempo en que sacar los abonos para San Isidro era una verdadera odisea. Por supuesto, también lo era el conseguir entradas sueltas.
Las cosas han cambiado bastante a día de hoy. En los últimos años ha caído el número de abonados a las ferias de San Isidro y Otoño en Las Ventas, en un número importante de miles de personas.
Si se quiere ver repleta de aficionados es mejor tenerles contentos
En la ley de la oferta y la demanda se opera de diferente manera según sea el caso. Si hay poca oferta y mucha demanda se encarece y dificulta el acceso al producto, si la situación es a la inversa habrá de abaratarse.
Colas, recomendaciones, sudor y lágrimas, había que padecer no hace mucho para tener el preciado abono que te daba la seguridad de estar presente en la plaza durante toda la feria. Quien tenía uno tenía un tesoro y era la envidia de quien no lo tenía. Tanto es así, que había que incluirlo en el testamento si querías que un hijo tuyo pudiera tener el derecho de abonado y ni por asomo se lo podías ceder a un amigo. O tenías derecho para heredar del abonado o no había manera.
Los pocos que quedaban sobrantes se despachaban en poco tiempo en cuanto abrían las taquillas, y en esas taquillas hacían días de cola muchos buscando el estar bien colocado para adquirir los sobrantes. La picaresca hacía que se contrataran hasta mendigos para que durmieran por las noches guardando la vez para llegar a tener el preciado tesoro de un abono.
Todo cambió, con la crisis económica, y también con la taurina no nos engañemos, y el interés por tener ese ansiado abono ha caído en picado. No hay problema en encontrarlo cuando abran las taquillas. Se acabó eso de hacer noche, hasta lo puedes reservar por teléfono.
Una vez dicho todo esto, no entiendo cómo la empresa no beneficia, compensa, a los abonados actuales con una reducción importante al sacar todo el abono completo. Cierto que se permite no estar obligado a los 31 festejos, solo obligan a 23, y que a esos ocho no obligatorios te deducen un 10%, pero, a mi parecer, no es suficiente.
Prueben a tener un detalle con esos clientes fijos, esos abonados paganos por devoción más que por convicción, y demuéstrenles que son sus clientes predilectos, esos que les sostienen las ferias. Los clientes de paso, de una o cinco tardes, esos son mejores clientes para los vendedores de bebidas, pues no parece que sepan estar en la plaza si no es con un vaso en la mano. Los otros, los que de verdad aman la Fiesta, los aficionados serios, no van a la plaza a beber, salvo a beberse cada día las nuevas lecciones de tauromaquia que allí se dictan.
Ese mínimo del 10% debería extenderse al abono completo. Piensen que el diez por ciento de treinta y uno es darles opción a tener tres festejos gratis, no es tanto, garantizando que la plaza luzca casi llena en lugar de casi vacía. Se ha visto en años anteriores, en esos determinados festejos cuya calidad baja ostensiblemente y que son los que rechazan a la hora de sacarse el abono. Compensaría sus arcas y favorecería a esos toreros que van en los carteles menos rematados al no tener que ver tanto cemento.
Por supuesto, esta propuesta puede ser corregida al alza, haciendo un descuento mayor. Muchos abonados -conozco muchísimos que solo sacan los festejos obligatorios- lo agradecerían, pero estoy seguro que también la empresa y los toreros. Piensen y actúen.
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