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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 1 de mayo de 2020

Sevilla. Romance de la jacaranda / por Antonio Burgos


Iba a decirles, señores: vino la cosa mal dada por culpa de ese mal bicho que a un chino se le escapara, que se nos quedó Sevilla sin primavera y sin alma. Pero cuando iba a decirlo, en el jardín de mi casa me encontré con el milagro, con esas flores moradas, entre Valle y Quinta Angustia: mis queridas jacarandas.

Romance de la jacaranda

Mire usted usted que hemos tenido una primavera rara, con este maldito bicho, coronavirus se llama, que se lleva a las criaturas por miles si las agarra, y que nos tiene quitado el sueño y hasta las ganas de todo lo que no sea, pasar miedo, o sea, jindama: no lo vayas a coger en el ascensor de casa, si es que estornuda el vecino y te echa la morterada y no llevas mascarilla, ni guantes, ni llevas nada, o tocas lo que no debes con virus hasta las trancas y no te lavas las manos como los médicos mandan. El dichoso bicho malo que desde China llegara, aparte de la ruina, la ruina de las malas, que trajo a la economía de nuestra española Patria, parando su actividad, cerrando tiendas y fábricas para evitar los contagios, y dejando más parada, más parada todavía, a las personas honradas, las personas que se buscan con su trabajo las papas, buscan el pan de sus niños, con las escuelas cerradas.

Todo ha sido de ruina, aquí y en la Conchimbamba, en Madrid y en Barcelona, en Almería y en Málaga, con los hoteles cerrados y con la gente encerrada, arresto domiciliario al que obligan los que mandan. "Confinamiento" le dicen, confinamiento le llaman, y a lo otro, a la ruina, la nombran como "escalada"; vamos, igual que si fueras a subir al Himalaya.

De miedo, todo el que quieran. Los hospitales no bastan. Las UCI, a reventar de criaturas que están malas; vamos, tan mal las criaturas, que están buscando las tablas. Y hasta en Madrid, en Ifema, que es Feria de Muestras varias, tienen que hacer en dos días un hospital de campaña, menos mal que está la UME para servir a la Patria.

Y si es por aquí abajo, madera que tocar falta. Qué mala suerte has tenido, primavera sevillana. Nos quedamos por el bicho sin tener Semana Santa, no hubo en Campana sillas, ni hubo palcos en la Plaza, y no hubo nazarenos, ni pasos, tampoco marchas, ni el izquierdo por delante, no hubo nada de nada: ni salió de San Lorenzo el Señor de la Zancada; ni la Esperanza de todos pasó por la calle Parras; sin la suya se quedó La que le reza Triana, la que para el trianero es su Reina y Capitana. Y no se escuchó El Silencio, el de la desnuda espada que está defendiendo el Dogma de María Inmaculada. Y acabo con estas citas... porque esto no es Er Pograma.

Y por si esto fuera poco, cuando estaba la portada medio montada, esperando a Currito pá alumbrarla, con las casetas ya puestas, las cortinas desplegadas, y listos para su estreno cien mil trajes de gitana, nos suspendieron la Feria y también la temporada en la plaza de los toros de la Real Maestranza, y se quedó Pablo Aguado sin la afición que lo aguarda sacarlo por esa puerta que del Príncipe le llaman, que ocupe el trono vacío que Curro dejó en La Algaba. Y tampoco habrá Rocío, ni carretas de Triana, ni puente del Ajolí, ni habrá una Paloma Blanca recorriendo la marisma el lunes por la mañana. Nos quedaremos sin Corpus y sin custodia de plata con sus uvas en agraz y con el trigo adornándola, porque es al Cuerpo de Cristo al que Sevilla allí alaba con su juncia y su romero y los seises con sus danzas.

Iba a decirles, señores: vino la cosa mal dada por culpa de ese mal bicho que a un chino se le escapara, que se nos quedó Sevilla sin primavera y sin alma. Pero cuando iba a decirlo, en el jardín de mi casa me encontré con el milagro, con esas flores moradas, entre Valle y Quinta Angustia: mis queridas jacarandas. Qué belleza, qué hermosura: las floridas jacarandas. Te sorprenden por el Parque, en El Cristina te aguardan. Las encuentras donde menos te esperabas encontrarlas. Eso nadie lo prohibe. Eso nadie te lo aplaza. Eso no hace daño a nadie, sino gozo a tu mirada. De contagio no hay peligro, más que contagio del alma: de las cosas más hermosas que en nuestra tierra te aguardan. Podrá quedarse Sevilla sin Feria y Semana Santa, sin Rocío y sin el Corpus, sin el Pregón, sin Programa, sin sillas en calle Sierpes y sin casetas listadas. Podrá quedarse Sevilla sin ánimo para nada, de la de gente que ha muerto con esta epidemia mala. 

Pero lo mismo que el NO8DO tiene Sevilla en sus armas, en cuanto que llega mayo florecen les jacarandas a inundarnos de belleza, que este año te hace falta que te digan, ciudad mía, ay, ciudad de mis entrañas, al ver esas flores nuestras que nos alegran el alma: "Sevilla, no te ha dejado tu morada jacaranda".

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Es un placer recibir un comentario en mi modesto blogspot de una persona egregia y tan admirada como usted, Don Aquilino.
      Soy partidario suyo desde los viejos tiempos de El Alcázar, seguidor de Villamarina, y de El Debate. Le quedo muy agradecido me honra que disfruteos de un amigo común como Don Fernando Claramunt. Dios el guarde.
      Juan Lamarca

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  2. ¡¡ Pero qué hermosura de romance !! Enhorabuena Señor Burgos.

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