Fue una tarde que olió a hule de principio a fin. Seis toros cinqueños, 567 kilos promedio, con mucho trapío, puntas, fiereza y genio santacolomeño, mantuvieron en vilo la plaza, siempre al filo de lo trágico. Frente a ella, una decidida terna, veterana , con muchos años de alternativa y en edad madura echó los restos.
El madrileño Gómez del Pilar cogido por el tercero, tras cortarle la oreja, contestó a la pregunta sobre los riesgos asumidos: “Aquí hay que venir a morir”. Pudo haberlo logrado. Recibió sus dos toros a portagayola siendo arrollado por uno y cogido y corneado por el otro que lo mandó a la enfermería. Pero es que durante la lidia del primero también fue cogido, sin que perdiera nada de arrojo.
“Milagroso” se llamaba. Después del espeluznante recibo se pegó una colada en el segundo lance que anunció venir por todo. Se fue contra el caballo de Pepe Aguado empujando con furia y luego emboscó a los banderilleros Candelas y Cebadera que se la tuvieron que jugar completa en pares ovacionados. Brindis a un ganadero hospitalario, y con una serié de pitón a pitón llevó el duelo a los medios, donde cuatro derechas muy apostadas, uno de pecho y una trinchera, marcaron la pauta. Incertidumbre, aguante. Gañafón, firmeza. Miradas, cruce. Así transcurrió la pelea. Las acometidas codiciosas y el riesgo transmitían esa emoción sórdida de la vida jugada en el vuelo de la muleta, y forzaban la ovación. En la postrera tanda de naturales, al dar el quinto vino la presentida cogida. Faena larga, sonó el aviso tan pronto la espada entró hasta los gavilanes en un volapié frentero. La oreja cobrada con alto precio y la ovación al arrastre.
Con media Puerta Grande abierta, se fue a la de los sustos para recibir el sexto, que fue un auténtico marrajo, se puso de rodillas para la larga cambiada el toro le apunto tan solo verlo, se le vino encima como un gato, le tiró al aire le clavó el pitón en el glúteo derecho y le mandó a cirugía en medio de una plaza impresionada que había intuído la sangre toda la corrida.
Octavio Chacón se hizo cargo, lanceándolo para ponerlo a disposición de Santiago Pérez quien le atizó dos duras varas. Entonces banderillearlo pareció imposible, esperaba emboscado, y surgió la torería de Ángel Otero en dos pares que pusieron la plaza en pie haciéndole saludar. Lo demás fue no pasar, revolverse, e ir al bulto, una y otra y otra vez. El curtido cabeza de cartel pidió la espada de verdad que rebotó dos veces. Entonces pidió la cruceta y tras diez golpes sin efecto, el avieso “Vinatero” dobló por su cuenta. Con los otros dos estuvo en lidiador con alterna fortuna y también desatinado con la espada. Cuatro pinchazos y siete descabellos al primero y pinchazo al cuarteo, media estocada ineficaz y descabello al cuarto. Lo cual le privó de reconocimientos.
Alberto Lámelas, tragó y tragó al reverendo unipase, con fe de carbonero, pese a que por momentos lució aperreado. No se rindió ante los 601 kilos de mañas y sangre Santacoloma, que habían empujado duro en las dos varas de David Prados. Se lo había brindado a la plaza mediollena. Dele y dele, cruce y cruce, hasta que logró meterlo en cintura con dos tandas de alto valor. La estocada delantera y caída, simultánea con el aviso, ganaron saludo en el tercio. El quinto regalito, con el que Antonio Prieto había sido ovacionado en varas, por poco se la va vivo. Tres en hueso, siete crucetazos, dos avisos ¡Uff!
No fue tarde para protestas, mofas ni ocurrencias exhibicionistas. El público vivió la batalla con obligado respeto (pavor) porque la muerte rondaba.
FICHA DEL FESTEJO
Martes 31 de mayo 2022. Madrid, Plaza de Las Ventas. 24ª de San Isidro. Sol y calor. Más de media plaza. Seis toros de José Escolar, cinqueños, bien presentados con genio y poca fuerza.
Octavio Chacón, silencio tras aviso, silencio y silencio en el que mató por Gómez.
Alberto Lámelas, saludo tras aviso y silencio tras dos avisos.
Gómez del Pilar, oreja y cornada.
Incidencias: Gómez del Pilar corneado en el primer lance por el 6º pasa a la enfermería. Saludó Ángel Otero tras parear al 6º.
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