Cien años de la muerte de José Gómez Ortega,
Joselito Gallo, narrada por Corrochano
ABC AL PASO
El crítico de conjuntos
GREGORIO CORROCHANO PIERDE LAS NOTAS DE LA CORRIDA Y CUARTERO LE DICE QUE HAGA "UNA CRÓNICA DE CONJUNTOS"
Ignacio Ruiz Quintano
Gregorio Corrochano, único Papa de la Crítica Taurina, tiene arranques literarios de una belleza céliniana (para los novísimos: de Céline, no de Cela). Por ejemplo:
–Andábamos en ABC cuidando mucho la información de la guerra del 14 cuando murió Dulzuras, nuestro revistero de toros.
Dulzuras (que, en realidad, muere cuatro meses antes de la guerra) es Manuel Serrano García Vao, que lleva en ABC el cuento de los toros, que se cuentan de uno en uno y por su orden. Es un trabajo sin firma, y Corrochano va de pinche a la grada del 9 con Dulzuras, que le enseña (no es ninguna tontería) a seguir con la vista al toro, pues donde está el toro está la corrida. Muerto Dulzuras, don Torcuato llama a su despacho a Corrochano para encargarle la sección de Toros.
Cuando los periódicos eran grandes, había un instante sagrado, ese vértigo que se abre ante el primerizo cuando la mano del director (dirigir, recuerda Corrochano, es algo más delicado que mandar) se posa sobre tu hombro con la fórmula “tuyos son los toros” (o “tuyo es el fútbol”, como me dijo a mí Ansón) y sales de allí en globo y con aspecto de pianista precoz.
–A mí con que no me confunda usted un par de banderillas con una estocada, me basta. Usted será cronista de toros –dice don Torcuato a Corrochano, que hace el relato que es la gran lección del triunfo periodístico.
Al empezar, se siente acechado por aquellos solicitantes “que nunca supe quiénes fueron”. Y un día, en una nota de una corrida de provincias, hay una errata. Dice: “Picando se distinguió Gamero”. Un periódico taurino arremete contra el nuevo y dice: “Cómo se ve que al frente de la sección taurina de ABC no está ya Dulzuras. ¿No sabe usted, señor Gorrochano, que el picador se llama Camero y no Gamero?” El aludido contesta: “Sí lo sabía, y para que no vuelva usted a caer en la misma errata que yo, le hago saber que yo me llamo Corrochano y no Gorrochano”.
–Lo que se me resistía era ir paso a paso con la corrida. Pero no me atrevía a romper las normas tradicionales de ABC. Hasta que un día llegué a la Redacción y le dije al redactor-jefe, el inolvidable José Cuartero: “He perdido las notas de la corrida y no puedo hacer toro por toro”. Cuartero, masticando el puro, me dijo: “Haga usted una crónica de conjuntos”. No esperaba yo otra cosa ni otra oportunidad para variar el estilo de la revista de ABC.
Había nacido la crítica de toros literaria, cosa que escapa a un inteligente como Neville (“Realmente los críticos taurinos han llegado a un grado de cursilería fabuloso. De esto tuvo un poco la culpa don Gregorio Corrochano; pero éste, por lo menos, tenía muchísimo talento”).
A la noche siguiente, entra don Torcuato a la Redacción y dirigiéndose primero a Cuartero, como siempre, pregunta: “¿Quién ha hecho hoy la crónica de toros?” “Corrochano”, contesta.
–Y viniendo a mi mesa don Torcuato, me dice: “Muy bien. Siga usted haciendo crónicas y fírmelas. Ya le dije que usted sería cronista de toros”.
Gregorio Corrochano
[Verano de 2020]
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