Fuera es otra cosa y puede que más importante… Públicos taurinos como los de Madrid, Sevilla y Valencia, por ejemplo, que no parecen futbolísticos pero se pirran por las orejas. Lo del pasado San Isidro ya lo reflejamos como casi locura colectiva regalando orejas y algunas salidas a hombros, con el resultado extrañísimo de que alguno que consiguió dos y consecutivas no ha vuelto a ver un pitón desde entonces, lo que nunca había ocurrido: para analizar. Y otros de puertas grandes recientes tampoco torean o les están dando oportunidades escasísimas incluso en la plaza donde triunfaron con carteles y fechas poco apetecibles.
Y parece que ni Madrid vale para torear y hacerlo valer. ¿Por estos públicos que, según Talavante, deben ser formados taurinamente? ¿No sólo los jóvenes?
En Sevilla pasa algo parecido. La sensatez y el saber taurinos de una buena pare de la plaza ha sido absorbido por el resto. Y se ve lo que se ve.
Y en Valencia no digamos. Críticos de esta ciudad se han quejado amargamente en sus crónicas del escasísimo nivel de exigencia del público, que pedía orejas por todo, hasta después de ver -¿lo verían?- estocadas haciendo guardia: la presidencia tuvo que poner el freno y no dar tanto trofeo pedido.
Y esta son las de primera, las cuatro citadas. No me quiero fijar en las de menor categoría, peor, salvo dos o tres excepciones. No parecen campos de fútbol, no, sino circos. Por ejemplo, El Puerto de Santa María con El Juli y Daniel Crespo.
Porque, en el Puerto, sí vieron la estocada del Juli haciendo guardia. Todos . El público, que pidió la oreja, y el presidente que la concedió. Después de esto, que ¿diría de esta plaza Joselito el Gallo? ¿Sigue valiendo la frase mítica del genio de Gelves?
Para el paisano daba igual que la estocada fuera baja. No se puede parar la euforia. Y así tantos casos a diario. Y así cantidad de trofeos en las de segunda y tercera. En todas. Por tanto, la situación no mejora. Pero los presidentes sufren las iras de muchísimos porque son muy “duros e injustos” con “robos” claros a los toreros. Alguno habrá pero lo contrario es lo normal. Eso sí, los locutores siempre dicen que hay mayoría, que la petición es mayoritaria. (Mayoría es la mitad más uno…) ¡Qué más da! Y, si el presi no da la segunda, que es de su competencia, pues… a parir. Lo vemos en tantas tardes…
Una cosa es la generosidad y otra la sinrazón, que quita prestigio y mérito a lo hecho y que deja al espectáculo en entredicho. ¿Hay que conceder el trofeo, aun en el caso de mayoría, si es una locura?. Habrá que discutirlo o cambiar la ley.
Pero ahora va a ser difícil encauzarlo porque esta sociedad española de hoy no parece que esté muy bien de la cabeza ni del corazón, con sus actuaciones, ideas y sentimientos.
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