"...Gleichschaltung es una palabra alemana que significa algo así como sincronización, coordinación o ecualización, y se refiere al proceso con el que Hitler fue extendiendo un sistema totalitario nada más llegar al poder en los primeros años 30..."
La «gleichschaltung» wokefederal
Hughes
El Manifiesto/14 de agosto de 2023
Perdonen estos palabros los lectores que no hayan sido espantados por el título. Gleichschaltung es una palabra alemana que significa algo así como sincronización, coordinación o ecualización, y se refiere al proceso con el que Hitler fue extendiendo un sistema totalitario nada más llegar al poder en los primeros años 30. Es una palabra, con origen en la ingeniería eléctrica, que describe la forma en que todo se mueve en la misma dirección (la única posible). Así, en muy poco tiempo, se somete todo a un mismo bloque ideológico. Es la mecánica del control total.
Fue primero el Estado: las leyes habilitantes, o la declaración del Partido Nazi como «portador de la idea alemana de Estado», fundiendo en uno partido, gobierno y Estado. Esa sincronización política del Estado se extendió luego a toda la vida alemana.
Fue un proceso de penetración de la propaganda e ideario nazi en todos los aspectos de la vida: leyes, política, sindicatos, universidades, cultura, deportes…
Esto nos suena. Así domina ahora la ideología imperante
Esto nos suena. Así domina ahora la ideología imperante, sólo que a lo anterior le añade la publicidad, la televisión, los negocios y las empresas, las relaciones personales y hasta el clima. Se construye un bloque ideológico irrechazable que comparten los partidos-gobierno-Estado, las ONG, los sindicatos, los medios de comunicación y el mundo corporativo. Las organizaciones supranacionales y las multinacionales. Hasta la Iglesia se acerca a ello con sus aproximaciones mundanas.
Se trata de un alineamiento socio-político-cultural generalizado y sin fisuras.
En España, una cierta gleichschaltung se puede observar a partir de una legislación que proyecta principios forzosos y que entiende la discrepancia como odio, anomalía ultra o sacrilegio contrario a razón:
las leyes ideológicas de los gobiernos de Zapatero y Sánchez, lo woke, el feminismo, la ideología de género y LGTBI, más el antifranquismo fundacional y autolegitimador del régimen y el credo del cambio climático. Y todo forma un bloque monolítico de propaganda exhaustiva al que ha de adscribirse toda organización. Desde las finanzas hasta las escuelas, desde el deporte hasta las denominaciones de origen de los alimentos, desde los ministerios hasta las películas, desde la publicidad hasta los sindicatos… Aunque uno de los rasgos propagandísticos sea la diversidad, la realidad es que se trata de una uniformización.
Este totalitarismo no es agresivo como el de los nazis, es sonriente y blando; no grita, susurra, pero se extiende igual desde el Estado hasta politizarlo y codificarlo todo. Queda ‘rebelde’ la Iglesia, con un contraste que cada día suena más débil.
En la Alemania nazi, ese proceso de gran sincronización buscaba expulsar al judío de las instituciones. En España, y salvando las distancias, se va expulsando de la vida pública a quienes disienten. Se les conduce a una especie de reserva india.
La gleichschaltung nuestra no va hacia un reich sino hacia otra cosa:
ha de unificar el consenso sobre el que intentar las nuevas modificaciones estatutarias federalizantes y plurinacionales. La gleichschaltung alemana era unitarista en lo territorial, y empezó controlando los estados alemanes, mientras que aquí es al revés, y responde a algo dual:
un forzoso uniformismo cultural de la sociedad con una descentralización balcanizante en lo territorial.
La ideología del partido único, sin ser lo mismo, tampoco deja de parecerse. ¿No parece que PP y PSOE son o han de ser por fuerza «los portadores de la idea española de Estado»? Partidos de Estado, se llaman, poseedores privilegiados del muy raro «sentido de Estado». Delimitado ideológicamente más por un conjunto de leyes de nueva frontera que por la Constitución (moldeable en manos del TC), este Estado uniformiza con ellas y troquela a la sociedad y al individuo, que van cediendo. Esta conformidad parece voluntaria, pero está espoleada con un sistema de sanciones y exclusiones que tiene entre sus formas, irónicamente, la de proclamar fascismo e incluso nazismo en quien se resiste a la igualación.
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