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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 17 de agosto de 2023

Feria de Dax 2023: lo que no falla es la afición / por François Zumbiehl

Salida en triunfo de Castella / ABC

 "...la feria de Dax, de riguroso rojo y blanco, es a la vez alegre y medida; tiene algo bon enfant con su recinto ferial en el parque que circunda la plaza de toros, sus juegos y atracciones para niños, sin olvidar sus casetas de buen comer. Lo dicho: una alegría controlada. Dentro de la plaza, con los colores de España adornando el palco de las gradas, antes del paseíllo se entona el cántico de la Eurovisión, y se escuchan, además de los pasodobles, las bandas de las peñas tocando toda clase de sonidos..."

Feria de Dax 2023: lo que no falla es la afición

François Zumbiehl
ABC/ 16 Agosto 2023
Este año los carteles de la feria, con sus principales alicientes, han sido desbaratados por los percances de Roca Rey y de Daniel Luque, impidiendo el plato fuerte que era la despedidade El Juli en un mano a mano con Luque y toros de  La Quinta. A pesar de estas circunstancias adversas la afición no ha fallado y hubo en la plaza un lleno inquebrantable en todas las tardes. ¿Cuál es el secreto de Dax? El presidente de la comisión taurina de la ciudad, Eric Darrière, lo explica claramente:

“el público se fía de nosotros, porque nuestra comisión, de aficionados benévolos, sin intermediarios y con total independencia aunque al amparo del ayuntamiento, organiza la feria con los criterios que reflejan la identidad taurina de la ciudad. Es una feria basada en las figuras, pero que guarda también un sitio para los toreros emergentes. 

El toro que buscamos se parece mucho al de Sevilla. Nos gustan las ganaderías encastadas que asumen las figuras y que exige la afición de Dax, en particular las diferentes peñas taurinas con las cuales estamos en relación continua. El abono cubre cada año la mitad de la plaza y esto nos da cierta seguridad económica. El coste de los festejos no pesa sobre el conjunto de los contribuyentes; es más, permite financiar las otras fiestas populares que se desarrollan también durante la feria y la enriquecen. La reciente controversia política sobre los toros en Francia, felizmente resuelta, ha acrecentado la movilización de los ficionados que han ido con más fuerza a las plazas. ¡Ya está bien! No queremos que, desdefuera y desde el norte, nos impongan normas para pensar, vivir y sentir.”

Pues bien, la feria de Dax, de riguroso rojo y blanco, es a la vez alegre y medida; tiene algo bon enfant con su recinto ferial en el parque que circunda la plaza de toros, sus juegos y atracciones para niños, sin olvidar sus casetas de buen comer. Lo dicho: una alegría controlada. Dentro de la plaza, con los colores de España adornando el palco de las gradas, antes del paseíllo se entona el cántico de la Eurovisión, y se escuchan, además de los pasodobles, las bandas de las peñas tocando toda clase de sonidos. Hasta los clarines, en el sexto toro, se inventan unas variaciones vitoreadas por el público.

En la primera corrida de la feria (11 de agosto con toros de Victoriano del Río y Cortés), Alejandro Talavante, que sustituía al peruano, no tuvo toros apropiados, el primero bravo, pero sin fuerza ni recorrido, el segundo desgastado muy pronto por un castigo excesivo en la primera vara. Sin embargo, el torero estuvo algo desangelado toda la tarde, como si se contentara con asumir el compromiso de la sustitución. Lo mejor, sus verónicas de saludo al cuarto toro, muy suaves y templadas, que, desgraciadamente se perdieron en la frialdad de un público escéptico o adormecido por la tarde gris del torero. 

Por contraste, la garra y el sitio de Emilio de Justo se notaron enseguida, ya en los primeros delantales rabiosos con los que recibió a su primer toro, en sus doblones de rodilla para alargar las embestidas de su bravo oponente, y en los cites de largo para iniciar unas tandas de muleta, animando con voz ronca al astado, mientras arrancaba la música, antes de rematar con un pase de pecho vertical y minimalista, que dio un toque de suavidad a una faena marcada por la dinámica de toreo. Desgraciadamente, unos fallos repetidos con la espada le merecieron un silencio respetuoso. Estuvo digno con el quinto de Victoriano del Río, desprovisto de clase y humillación, esperando además su salida con una porta gayola. En la faena trató de arrancar sus embestidas, pase a pase, apoyando el cite con el grito: ”¡Vamos allá para adelante!”. Esta vez se hubiera ganado un saludo si la música de una banda no hubiera ahogado de forma inoportuna las palmas del respetable. Aquí la fiesta se manifestó en detrimento del protocolo taurino.

La tarde fue del joven nimeño Rafael Raucoule El Rafi. Ya en el quite al toro de Emilio de Justo dejó su sello con unas chicuelinas a manos bajas y ceñidas y luego, en su toro, con un
manejo de capote bien dibujado, tal vez un poco rígido al principio, pero asentado después, galleando para poner el toro en suerte y concluyendo con vibrantes lopecinas (¿homenaje alJuli?). Vuelta al ruedo después de una faena bien diseñada con un animal que, sin carecer de cualidades, se apagó poco a poco. El sexto fue un gran toro, que hubiera merecido la vuelta.

El Rafi lo aprovechó a placer, enlazando buenos pases en su faena, sobre todo con la izquierda. Su toreo tuvo al final un marcado aire gitano con esa mezcla de verticalidad y de abandono. Lo intuyó o lo esperaba parte del público, que acogió su salida al ruedo con palmas de bulerías. En esta faena, bien ligada, en la cual cada pase fue jaleado por un ole
ensordecedor, cosa poco frecuente en estas tierras, el torero terminó con luquecinas (¿homenaje a Daniel Luque?) y con una estocada entera y certera. Cortó las dos orejas y salió a hombros.

En la tarde del 12 de agosto, en vez del mano a mano tan esperado con Daniel Luque, El Juli hizo el paseíllo con los dos toreros emergentes del país galo, Clemente y El Rafi. Según Eric Darrière, ese cartel de última hora se montó por una propuesta explícita y generosa del Juli. Quería brindar esta oportunidad a unos jóvenes matadores que se habían implicado de lleno en la defensa de la cultura taurina ante los medios de comunicación, y que habían triunfado en días anteriores. Estos, como era de esperar, se lo agradecieron brindándole su primer toro. 

No hubo el mano a mano, pero sí una despedida sonada y emotiva. El público entero, puesto en pie, acogió y despidió al maestro con una gran ovación, y el alcalde le entregó en el ruedo la medalla de Dax. Su última lección de toreo en este ruedo quedó patente ante los toros de La Quinta, inciertos y complicados por unos alardes cambiantes de bravura y mansedumbre, de embestida corta y no humillando en la mayoría de las veces. Él supo encontrar en cada momento el camino de estas embestidas, sin obligar en exceso a los astados al principio, atrayéndolos pausadamente en su muleta, tirando de ellos y alargando su recorrido. Terminó por cortar una oreja de peso al final de su actuación y por realizar una vuelta de auténtico triunfo, acompañado por una explosión de palmas al ritmo de los tambores. 
Clemente y El Rafi tuvieron buenos momentos, donde pudieron demostrar la calidad estética de su toreo, pero no encontraron el hilo para cuajar sus faenas. Seguro que midieron, al lado del maestro que se despedía, todo lo que les quedaba por aprender.

Sonada despedida del Juli, y sonado regreso de Castella, no solamente por la ovación de saludo al inicio de la corrida, y por la, todavía más imponente, que le acompañó a su salida, por sus pies, a pesar de haber cortado dos orejas en el cuarto toro, el mejor de esa corrida del Pilar, que se prestó a las faenas con nobleza y humillación, no exenta a veces de falta de fuerza. Triunfo rotundo del maestro de Beziers, que aplicó en su tarde de Dax las recetas exitosas de su toreo: series ligadas e iniciadas con pases cambiados y cite a distancia, suavidad en el mando, cercanía al final, cerrando todavía más el recorrido en redondo del astado. Pablo Aguado deleitó a la asamblea con el manejo lento y abierto de su capote, recogiendo la embestida de sus toros en una caricia, y con un festival de pinturería sevillana, sobre todo en la variedad de sus molinetes. Hasta cortó una oreja. 

En su primera faena Tomás Rufo, voluntarioso, hizo gala de su toreo limpio e impecable, dibujando sus series con un trazo muy firme. Una vuelta clamorosa compensó una oreja no cortada a pesar de una petición mayoritaria. En el último toro expresó su ansia de triunfo en el inicio de la faena, recibiendo al astado con unos derechazos en redondo y de rodillas, rematados por un pasedel desprecio que hizo arrancar de inmediato la música.  Desgraciadamente el toro, de embestida más brusca y soltando la cara, no se prestó como sus hermanos. Él y la faena fueron a menos.

La vertiente “torista” de la feria se dio con la corrida de los Pedraza de Yeltes. Se lidiaron toros importantes y exigentes para los toreros. En es aspecto humano es de destacar el gesto de Rafaelillo que brindó su primer toro al equipo médico de la plaza, tal vez para zanjar el malentendido ocurrido después de su percance en Ceret. También se apostó, en la última corrida, el 15 de agosto, por la exigencia de los astados de La Palmosilla. Si bien hubo dos toros con clase, el conjunto decepcionó por su falta de fuerza, rayando en la invalidez.

Los toreros de turno asumieron con dignidad este defecto, pero el fallo de la espada emborronó su tarea. Lo mejor de la tarde fue, en el sexto toro, con Ángel Tellez que dibujó con soltura y empaque series de derechazos y naturales encomiables.

La feria de 2023 fue enterrada, en la misma plaza de toros, por el ritual cante del adiós en vascuence, Agur jaunak, trasladado a esta tierra landesa. Con todas las bandas en el albero –se notaba algunos ojos húmedos y pañuelos negros entre los rojos – resonó este cántico triste y grave, acabado sin embargo en una gradación triunfal, como anunciando el resurgir de la Feria del próximo año. La afición seguirá allí.

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