y Zepelín, lidiados ayer en Las Ventas
José Ramón Márquez
Manolo Morán habría explicado así la corrida:
‘El tercero mata el primero, el primero mata el segundo, el segundo mata el tercero, el tercero mata el sexto, después del tercero, el segundo mata el quinto y el primero mata el cuarto en sexto lugar’.
Tal y como le pasaba a la turista de la inolvidable película de Ladislao Wajda, Tarde de Toros, no creo que ningún extranjero de los que hoy había en la plaza se haya podido aclarar con el baile de toros y toreros que se ha producido a causa de una confirmación de alternativa y de la entrada en la enfermería y posterior reaparición en el ruedo de José Calvo. Curiosidades que pasan.
Pero de lo que hasta los chinos se han enterado perfectamente hoy es de lo que han tenido delante de los ojos, una preciosa corrida de toros, muy apropiada para aclarar conceptos tan poco en boga como trapío y seriedad, ante la que desaparecen esos conceptitos contemporáneos que nos echan como alfalfa desde las serias tribunas taurómacas para enredar al que no sabe y crear confusión. Seriedad de toros en Las Ventas y también seriedad de ganaderos empeñados desde hace tres lustros en rescatar el que para mí es el más hermoso de todos los encastes del toro bravo. El resultado de un trabajo serio y metódico es éste: toros perfectamente hechos, más guapos que bonitos, que acudían al caballo con presteza y derribando. Toros para los toreros y para los aficionados, toros interesantes con más o menos dificultades, que pedían a gritos medirse con las figuras, porque a sus abuelos y a sus tatarabuelos los mataban las figuras, como debería ser, si las figuras son verdaderamente lo que dicen ser..
Sin embargo, una vez más, se repite la misma historia. Entre los tres matadores de hoy sumaban en la pasada temporada la astronómica cifra de trece corridas, siete de las cuales eran de Fernando Cruz. Por ello, por tener los arrestos para enfrentarse a esta corrida vaya mi aplauso para los tres toreros de hoy y ni media censura. José Calvo en su segundo estuvo hecho un tío -con tres corridas encima en 2009, se dice pronto-, aguantó un parón y una mirada mortífera, peor que aquella de Medusa que te transformaba en piedra; arrancó algunos naturales con cuajo y justificó honrada y sobradamente el oro que llevaba bordado en su vestido.
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