Redonda la plaza. A medida que mueren en ella los toros, la sombra devora la luz. La sombra vence al sol. También el sol, desde allá arriba, torea. Dibuja sobre la arena su larga verónica de oro y luego, al final, un último remate y se aleja, solemne, hacia su barrera de horizonte replegando su capa. Y cuando sale el quinto toro, ¿por qué dice la leyenda que siempre es el mejor? El sol declina, la luz es más suave, los colores antes brillantes de los trajes de luces brillan a la vez con más fuerza y con mayor tibieza, el vals se afloja y ahora los amantes saben que han de separarse. Proclamo por tanto al sol torero.
POR SEVILLANAS / JEAN CAU
Fuente: Blog Salmonetes ya no nos quedan
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