Bilbao no es lo que parece
"..Muy alabado, pero Bilbao no llena la plaza casi nunca y Madrid siempre en San Isidro. No se exige el toro en el caso de que no salga y en Las Ventas sí. Carteles rematados en 9 días, sólo dos. Muchos huecos en la plaza, no es fundamental dónde cae la espada aunque sí a la primera, se piden muchas orejas y se aplauden muchos toros mansos o peligrosos.
Bilbao no es lo que parece..."
"..Muy alabado, pero Bilbao no llena la plaza casi nunca y Madrid siempre en San Isidro. No se exige el toro en el caso de que no salga y en Las Ventas sí. Carteles rematados en 9 días, sólo dos. Muchos huecos en la plaza, no es fundamental dónde cae la espada aunque sí a la primera, se piden muchas orejas y se aplauden muchos toros mansos o peligrosos.
Bilbao no es lo que parece..."
Ricardo Díaz-Manresa
Bilbao no es lo que parece. Una cosa es lo que parece y otra lo que es. La Vista Alegre del Bocho es plaza sobredimensionada. Se alaba el toro de Bilbao y el público hasta la exageración.
Todo espectáculo serio de toros se basa por supuesto en el toro, en el público, en los toreros y en la categoría general de la plaza, de la que debe ser ejemplo la presidencia. Hay muchos días, muchos festejos, muchas plazas y muchas ferias en la que la seriedad brilla por su ausencia. El espectáculo o es light, o trucado o claramente manipulado. No hay toros, se dan las orejas a pares y no se tiene la sensación de que aquello sea un espectáculo digno.
En Bilbao parece que el toro es de verdad. Y lo es. Y ahí se cimenta el prestigio de la Aste Nagusia taurina. Pero cuando no lo es, que alguno les cuelan, no se oye ni una voz del plácido público bilbaíno exigiéndolo, como en Madrid, por ejemplo. Lo mismo sucede en Pamplona, que completa el trío de plazas donde sale el toro. En consecuencia, sólo es en Las Ventas donde se protesta el toro que no lo es o no lo es suficientemente para esta plaza. O sea, que es Madrid única en este aspecto. Es el único público exigente que queda. No del todo. Ha ido perdiendo y ahora está en la mitad.
Mientras tanto, el toro de Bilbao, exigido o no, queda como marca importante en el circuito de la temporada. Una de las patas de la mesa donde se asienta el prestigio del Bocho taurino, en el que no es oro todo lo que reluce.
El público, otra de las bazas, es elegante y tranquilo. Y algo frío a veces. Abundan las mujeres, muchísimas bien vestidas y con el color del veraneo que acrecienta su belleza. Es lógico que no sepan mucho –ellas y ellos como se dice imbécilmente ahora- porque les dan una docena de festejos al año y casi nadie los ve todos. Hay muchos huecos casi todos los días. Así no pueden aprender.
Ellas y ellos -como se dice...-aplauden casi todos los toros en el arrastre, muchos mansos o peligrosos y no piden –ni se les pasa por la cabeza- la vuelta al ruedo para un toro, como el sexto de Joselito, y no digamos un indulto. Es que no lo ven. Son muy generosos con los toreros, a los que casi siempre aplauden y piden las orejas en cuanto hay un mérito mínimo. Por ellos se darían muchísimas más de las que se conceden.
Por eso, los toreros temen mucho menos a Bilbao que a Madrid. Menos de la mitad. Muchos de ellos se enfrentarán al toro pero casi nunca o nunca al público. En consecuencia, hacen el paseíllo con mucha más facilidad que en Las Ventas.
Y no llenan la plaza casi nunca. Este año una vez después de tres años en que no lo hacían. Y con la paradoja que van a ver a Ponce, con el Juli y Manzanares, los dos últimos están bien, a Manzanares casi le dan las dos del sexto, es decir gran éxito para el público, y al día siguiente repiten los dos últimos, es el día grande de la Aste Nagusia y muchos desertan cuando el tercero es Morante. Es fijo el público elegante, tolerante y distante del abono pero falla el resto del pueblo.
O sea, toro porque es la tradición. Público que es así sin comerlo ni beberlo. Se lo dan hecho. Toreros que van a gusto teóricamente aunque tengan que ver la cara al de los rizos, lo que es un trago.
Y después la presidencia, que momentáneamente mantiene el prestigio, porque está Matías. Este año con un blando, ¿saben la de orejas y salidas a hombros que se habrían producido?...En cuanto haya otro que afloje el pañuelo, uno de los dos pilares de Bilbao –toro y presidencia- se va al garete. Claro, decir que ha habido sólo tres salidas a hombros –Ponce-Juli y Cid- en los 16 años de Matías te deja con un sabor distinto, acierte o no siempre.
En cuanto falle uno de los pilares, el tinglado se vendrá abajo. Mientras tanto, el cuadro se mantiene, a mí me encanta, se pasa fabulosamente, la ciudad se taurinea, hay un buen ambiente taurino fuera de la plaza de toros y lo del Gran Bilbao Taurino se mantiene año tras año. Está todo montado para que sea así.
Pero Bilbao no es lo que parece. Parece mucho más de lo que es. ¿Así es si asi os parece?
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