150 AÑOS DE DON TANCREDO
El llamado Rey del Valor fue un héroe popular,
un símbolo de nuestra raza
ANDRÉS AMORÓS
ABC / MADRID.- 28/06/2012
Este 29 de junio se cumplen 150 años del nacimiento de don Tancredo López, el inventor de una peculiar suerte taurina, a la que dió su nombre, que ha llegado hasta la Real Academia.
Había nacido en el barrio valenciano del Grao. Después de trabajar como zapatero y albañil, intentó la aventura taurina, sin éxito. A fines de siglo, en Cuba, vio a un mexicano, “El Orizabeño” (también llamado “El esqueleto taurino”) que hacía la “suerte del cajón”. La adaptó él como “la suerte del pedestal”: esperaba al toro a pie firme, encima de una pequeña plataforma, pintado de blanco; el toro se acercaba, lo olía, quizá le rozaba pero, ante su absoluta inmovilidad, creyéndolo de mármol, acababa yéndose... Después, para demostrar que se trataba de un auténtico toro bravo, lo toreaban en lidia ordinaria.
Se anunciaba como “El Rey del Valor, sugestionador de toros”. Se presentó en Madrid, en el coso de la calle de Alcalá, el 30 de diciembre de 1900, con el toro llamado “Espantavivos” (¡nada menos!). de la ganadería de Trespalacios. Repitió la hazaña, para abrir el siglo, el 1 de enero de 1901, con un toro de Miura...
En seguida se convirtió en un héroe popular, al que dedicaban coplas: “Don Tancredo, Don Tancredo, / que en su vida tuvo miedo. / ¡Don Tancredo es un barbián! / ¡Hay que ver a Don Tancredo / subido en su pedestal!”
Imitadores
Sufrió varios percances y el ministro La Cierva llegó a prohibir su actuación. Imitaron muchos su alarde de valor; entre otros, su mujer, María Alcaraz, que se anunció como “Doña Tancreda”. Algunos, lo adornaron con variaciones. La más curiosa, quizá, la de “El Tío Carrasquiña”, que aguardaba al toro, tumbado, cubierto por completo de follaje: el animal lo husmeaba y, cuando se disponia a dar un bocado, veía, asombrado, cómo ese montón de hojas echaba a correr hasta la barrera...
Fuente de inspiración
La figura de Don Tancredo ha inspirado a pintores (Picasso), novelistas (Baroja), actores (Fernando Fernán Gómez)... Pocos temas taurinos han atraído tanto a los poetas y ensayistas. Curiosamente, lo suelen interpretar en dos claves opuestas. Para unos, es un pasota, lo contrario del hombre que se compromete y arriesga (últimamente, Zapatero y Rajoy han sido calificados de “Don Tancredo”). Para otros, en cambio, es un ejemplo de estoicismo, de mantener la serenidad, en las situaciones más difíciles.
Le dedica, por ejemplo, una “letrilla desangelada” Luis López Anglada: “Fantasmón de cal y arena... /Blanco sin pena ni gloria / que no dejó más memoria / de sí que una estatua al miedo, / Don Tancredo”.
Más positivamente lo ve, por ejemplo, Octavio Paz; en una atmósfera de pesadilla, se identifica con el toro, que no logra cornear a la estatua inmóvil: “Don Tancredo se yergue en el centro, relámpago de yeso...”
Cuando murió Tancredo López, un humorista dijo que se trataba de un caso insólito: era el primer albañil que había ganado dinero, estando parado... Para bien o para mal, un símbolo de nuestra raza.
Aguafuerte de 1957 perteneciente a La Tauromaquia, de Pablo Ruiz Picasso.
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