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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 28 de junio de 2012

BOGOTÁ: DE CUANDO LA FALSA MORAL Y EL MAL USO DEL PODER VAN CONTRA LA FIESTA / Por Oscar Fdez. Guillén



(Tomado de Facebook: Don Julian Mora)

"...¿por qué sus políticas no van dirigidas a luchar contra el terrorismo, el secuestro y la violencia que azota a la sociedad? 
O es que ¿valen más los 60 toros que aproximadamente se lidian anualmente en la Plaza Santamaría de Bogotá, que esos quinientos secuestrados, seres humanos útiles para la sociedad?..."

El nuevo terrorismo de Gustavo Petro no diezma seres humanos; esta vez su objetivo es la Tauromaquia, en todas sus manifestaciones, y la libertad de la ciudadanía bogotana para expresar voluntades y deseos personales

“El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad.”
Juan Pablo II


Por: Econ. Oscar Eduardo Fernández-Guillén.

Presidente del Capítulo Santiago de Los Caballeros de Mérida del Círculo Taurino Amigos de La Dinastía “Bienvenida”.
Mérida, VENEZUELA.

Justo al término de la primera quincena del presente mes de junio, el mundo tauromáquico iberoamericano presenció con estupor un nuevo atropello que golpea de improviso contra la Fiesta de los Toros, esta vez escenificado en la capitalina ciudad colombiana de Bogotá, cuya imponente plaza, la Santamaría, fue prácticamente clausurada para cualquier festejo de índole taurino por decisión emanada unilateralmente del edil municipal.

En honor a la verdad, lo hecho por el Sr. Alcalde de Bogotá, D. Gustavo Petro, no causó sorpresa para muchos. Y es que sus insistentes manifestaciones y reiteradas ‘advertencias’ hacían ver desde tiempo atrás, quizás desde que tomó el poder, que su objetivo de acción era precisamente coartar la Fiesta Brava: eliminar las corridas de toros en su jurisdicción. Los criterios adoptados para ello: la “crueldad”, el “maltrato animal” y la “muerte del toro” que, según él, suponen.

Para recordar lo ocurrido imperioso es indicar que la medida se ejecuta y se hace pública el pasado día viernes 15 del corriente, cuando a través de ‘curiosas’ declaraciones oficiales realizadas por el secretario general de la Alcaldía de Bogotá, D. Eduardo Noriega, éste asevera que “de acuerdo con la resolución 280 del Instituto Distrital de Recreación y Deporte a partir de la fecha en la Plaza de Toros La Santamaría no se desarrollarán más corridas de toros”, y añade que “tenemos dos derechos en tensión, en donde yo diría que en favor del desarrollo de la humanidad, del pensamiento y del ser humano, ha ganado esa discusión la erradicación de toda forma de violencia contra los animales, y en virtud de ese triunfo se adopta esa decisión

La curiosidad de sus palabras subyace en los fatuos e inmorales argumentos esgrimidos para propiciar la prohibición hacia los toros, pues ante tales señalamientos “humanistas” bueno sería consultarle, de la manera más atenta, si¿su jefe, el Sr. Alcalde D. Gustavo Petro, tuvo las mismas consideraciones de favorecer años atrás el “desarrollo de la humanidad, del pensamiento y del ser humano”, cuando durante su pretérita incursión y militancia en el Movimiento 19 de Abril (M-19) se llevaron a cabo incontables crímenes y violaciones a los derechos humanos, algunos de ellos catalogados incluso como holocausto y masacre por la Corte Interamericana de Derechos Humanos?

Inequívocamente, la respuesta a dicha interrogante irrumpe con resonancia y precisión de la Historia contemporánea colombiana para decir que NO… En virtud de ello, y para no hablar sin basamentos, huelga recordar que a ese mismo grupo insurgente, el M-19, se le atribuyen violaciones a los derechos humanos tales como la toma de la embajada de la República Dominicana; los secuestros y asesinatos del periodista José Raquel Mercado, el gerente de Indupalma Hugo Ferreira Neira, el alto funcionario de una empresa petrolera Nicolás Escobar Soto, y el secuestro de Álvaro Gómez Hurtado, dirigente conservador, candidato presidencial y director del periódico El Siglo. Sin olvidar, además, la toma del Palacio de Justicia, ocurrida en la Plaza de Bolívar en Bogotá el 6 de noviembre de 1985, suceso donde fallecieron 53 personas civiles, incluyendo a varios magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, y que ha sido calificada como holocausto y masacre por el ente anteriormente mencionado.

La prensa local señala que el alcalde había pedido a la Corporación Taurina de Bogotá, empresa que administraba la plaza, que en los festejos no se diera muerte al toro. Esta petición expuesta por Petro obedecía a su desacuerdo con el “maltrato y asesinato del animal”. No obstante, tal conducta moralista y ‘defensora de la vida’ contrasta significativamente con su silencio al momento de clamar por el alto al maltrato y asesinato humano llevado a cabo por el M-19. Entonces Sr. Alcalde Petro, ¿de dónde proviene tanta moralidad y tanta compasión actual por los seres vivos, cuando Ud. nunca se pronunció con el mismo énfasis contra los viles actos ejecutados por el M-19, su antiguo entorno ideológico? ¿Acaso la vida, el bienestar y la integridad de los seres humanos no valen nada para defenderlos con la misma garra y fuerza que Ud. hoy pregona?

Lo visto no es otra cosa que la puesta en práctica de una falsa moral. Pretender, mediante el uso del poder, arremeter contra tradiciones y modos de vida que son intrínsecos a la cultura colombiana, y que también son propias de buena parte de un continente que tiene las mismas raíces por cuanto su génesis hispánico es común. La política, tanto en la América Latina como más allá de sus fronteras, ha visto suprimido su significado etimológico para verse transformado en burda politiquería. Así, la politiquería prevalece por encima de la verdadera política y en la praxis supone el uso del poder para fines personales y no colectivos.

La venganza de Petro contra las ‘clases’ que comparten la afición por la Tauromaquia se ha hecho presente por vía del poder político. La medida adoptada contra las corridas de toros en Bogotá no sustenta un fin de bienestar colectivo, sino un capricho personal. No es más que un atropello contra los derechos de los ciudadanos, bogotanos o no, que tienen la potestad y la autonomía de satisfacer un gusto propio asistiendo voluntariamente, en este caso, a un festejo taurino; así como se va al fútbol, así como se profesa una religión.

Esa manera de arremeter contra la Fiesta de Los Toros no es más que la puesta en práctica del nuevo terrorismo de Petro, esta vez con la mira puesta sobre el arte y la cultura taurina; pues su intrínseco instinto terrorista que otrora mantuvo en vilo a la sociedad colombiana y diezmó a muchos de sus ciudadanos es hoy por hoy volcado sobre la Tauromaquia para tratar de aniquilarla, así como en una época acabó con la paz de una nación. Sin olvidar que es su actitud un arma que atenta, además, contra la historia y la economía de los colombianos en general.

Mas haga lo que haga, y diga lo que diga en la actualidad, para tratar de borrar hechos del pasado, sus inefables acciones perdurarán en la memoria de tantas y tantas víctimas que sufrieron en carne propia el terrorismo del M-19; así como la Tauromaquia prevalecerá por mucho tiempo, a pesar de obstáculos como Ud., Sr. Alcalde Petro, mientras el amor por el toro sea la razón que mueva multitudes.

Sugierole emplear ese mismo tiempo, que invierte fatuamente para restringir la fiesta brava, en otras actividades que sí merezcan una lucha necesaria y justa. En lugar de prohibir los toros utilice su tribuna política para solicitar a las FARC su salida de las montañas y selvas colombianas a fin de evitar la cacería de  especies exóticas, que son comercializadas por éstos de manera ilegal para financiar sus incursiones armadas, y para devolver a miles de animales el hábitat natural que han perdido, por citar un solo ejemplo. De ser cierto que Ud., Alcalde Petro, realmente quiere proteger a los animales bien podría pronunciarse al respecto y agotar sus esfuerzos por esa causa...

Si actualmente Colombia no escapa de la lamentable realidad que pone sobre el tapete la existencia de medio millar de secuestrados, entonces ¿por qué sus políticas no van dirigidas a luchar contra el terrorismo, el secuestro y la violencia que azota a la sociedad? 
O es que ¿valen más los 60 toros que aproximadamente se lidian anualmente en la Plaza Santamaría de Bogotá, que esos quinientos secuestrados, seres  humanos útiles para la sociedad?
 
Alcalde Petro, la Fiesta de los Toros NO fomenta la violencia, el terrorismo SÍ.
***

2 comentarios:

  1. Yo voy a lo más sencillo. Es MUERTE... Es TORTURA... Es DOLOR... Es SANGRE... Dios mio cómo puede ser que disfruten con esto en el sigli XXI???? Pobres animales, yo he visto a un toro llorar. Padre perdonalos que no saben lo que hacen.....

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    1. ¿Y no has visto llorar a tus congéneres humanos que sufren, mueren y han sido torturados precisamente por el alcalde de Bogotá terrorista asesino y ahora activista en defensa de la vida de una fiera como el toro? vaya hipócritas, y encima apelan al Altísimo.

      Jorge Villar.-

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