"...Pero lo que es absolutamente intolerable es el trato que los medios dan a todo lo que hace o deja de hacer Tomás en comparación con los demás toreros. Un verdadero e injustísimo escarnio en el que participa la mayor parte de la prensa, tanto la taurina como la generalista..."
Dramatizando sus percances, José Tomás no tiene rival
Salvo José Tomás, ningún otro torero sabe dramatizar sus percances y cornadas como lo hace él, no se sabe si por su propia voluntad o por los consejos de quien o de quienes llevan su imagen. Dicen que es un señor de Galapagar quien dirige la orquesta mediática más inteligente que jamás haya tenido torero alguno. Ni siquiera Manuel Benítez El Cordobés, reconocido como un espontáneo genio vendiendo su propia mercancía. Pero lo de José Tomás es otra cosa. Algo en que haya o no haya alguien detrás, es él quien mejor sabe sacar partido de sus accidentes en los ruedos. Son incontables entre los graves y cuantos no pasan del efecto gestual que supone saber dar siempre la impresión de que, cualquier cogida, hasta la más leve, es tomada como un tremendo drama.
Nunca vi a ningún torero dejar que permanezcan en su cuerpo y, sobre todo, en su rostro los cuajarones de sangre que suelen salpicarles durante los eternos segundos que transcurren en cualquier cogida. Todos, absolutamente todos, salvo José Tomás, lo primero que hacen es lavarse con agua y secarse la cara inmediatamente antes de volver a la cara del toro. Muy al contrario, Tomás siempre se niega a que le limpien y, siempre que puede, convierte las naturalmente dramáticas imágenes de sus cogidas en terribles tragedias aunque no pasen de mayores resultados que la paliza que sufre con el revolcón.
Los efectos, claro está, son eficacísimos, tanto de cara a los espectadores que lo han visto en directo como a cuantos lo contemplan después en fotografías y, no digamos, en los planos que se sirven en las televisiones. Siendo desgraciadamente cierto que desde hace mucho tiempo los informativos, sean telediarios u otros programas de las televisiones, dan mucho más espacios a las cogidas que a los triunfos de los toreros por grandes que haya sido, cada vez que los sufre José Tomás, por cierto en la mayor parte de sus actuaciones, lo frecuente es que las imágenes de sus percances salga mil veces más que las de cualquier otro diestro, salvo los especiales casos de cornadas gravísimas y, no digamos, si son mortales como lo fueron el terrible percance de Juan José Padilla en Zaragoza – también el jerezano sabe venderlo y lo hace en vulgar demasía – y las desgraciadas cornadas que les costaron la vida a Paquriri y a El Yiyo.
Por contra, lo normal, lo más elegante es no aprovecharse de las cogidas para sacar partido publicitario de ellas y, mucho más plausible, no dejar que la gente se asuste demasiado en las plazas tras ser revolcados o incluso gravemente heridos. Ejemplos paradigmáticos de lo que digo, los dieron y los siguen dando toreros tan importantes y, desde luego,infinitamente más que el de Galapagar y que yo recuerde, desde Antonio Ordóñez hasta Enrique Ponce. El de Ronda se negó muchísimas tardes a que le llevaran a la enfermería antes de matar a los toros que le acababan de herir y solo después de acabar con su enemigo lo consentía. Y Ponce, como caso más reciente y ejemplar, siempre que pudo paso por su pie a la enfermería aun a sabiendas de que habría sufrido brutales cornadas, como fueron las que sufrió en Sevilla hace años y la de este en Valencia.
La utilización que se hizo y se sigue haciendo de la cornada que José Tomás sufrió en Aguascalientes, fue y continua siendo cuando menos vergonzante. Los dos maestros que acabo de mencionar, las sufrieron bastante más graves y no hicieron tan ruido como el que provoca el señor Tomás Martín.
Pero lo que es absolutamente intolerable es el trato que los medios dan a todo lo que hace o deja de hacer Tomás en comparación con los demás toreros. Un verdadero e injustísimo escarnio en el que participa la mayor parte de la prensa, tanto la taurina como la generalista. Lo acabamos de comprobar una vez más con el trato que dieron a José Tomás tras su actuación en Granada y el nulo que recibió Enrique Ponce tras su tarde en Toledo, ambas en el mismo día de El Corpus. La faena del valenciano fue monumental en todos los aspectos, mientras que la de José Tomás, aparte la cogida, un vulgar muleteo que, de haber sido realizado por cualquier otro diestro, no habría merecido ni una vuelta al ruedo. Y esto, señores, se pongan como se pongan los miles de fanáticos que adoran al de Galapagar, es un escándalo sin parangón y una increíble afrenta al toreo.
Tras el exageradamente vendido percance de Granada y, una vez también supervendidas las especulaciones sobre si podrá torear o no el próximo domingo en León, lo hará. Vaya si lo hará… Le deseamos suerte.
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