4ª de la Feria de San Jaime en Valencia
Localista salida a hombros de Román y muy buen toreo de Luque
J.A. del Moral · 26/07/2014
El de la tierra fue sobrevalorado por sus paisanos y por la solícita presidencia tras dos labores tan valientes como vulgares frente al mejor lote de la corrida de Núñez del Cuvillo. Pero lo mejor de la tarde con capote y muleta corrió a cargo de Daniel Luque que perdió salir a hombros por lo mal que dosificó y administró a sus dos toros. Sebastián Castella por su parte anduvo con tantas ganas como intrascendente por lo que persistió en el mal estar que le lleva por la calle de la amargura.
Valencia. Plaza de la calle Xátiva.
Cuarta de feria. Tarde Enmarañada y agradable con viento fresco y desoladora entrada sin entrar en números ni en detalles.
Seis toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego desigual. Terciado y manejable sin fuerza ni clase el primero. Escasito de fuerza pero muy noble el segundo. Encastadito, algo tardo y noble aunque muy mirón y finalmente rajado el tercero. Manejable en informal y a peor el cuarto. Muy noble por el lado derecho el quinto. Excelente el sexto.
Sebastián Castella (malva y oro): Estocada trasera caída, silencio.
Daniel Luque (blanco y plata): Buena estocada, dos avisos y gran ovación. Estocada y descabello, aviso y ovación.
Román (turmalina y oro): Estoconazo trasero de muy tardíos efectos, aviso y oreja de puro paisanaje y carente de valor. Pinchazo y estocada, oreja. Salió a hombros
Román volvió a su plaza, el escenario que le lanzó a la fama novilleril y a pocos meses de su triunfal alternativa en Nimes aunque ignoro si solamente con una o con dos corridas de toros en su haber. Esta de ayer sería la tercera o la cuarta de su corta vida como matador de toros. Como siempre ocurre con todos los toreros que llegan a doctorarse, solamente de ellos depende que su carrera vaya para delante o se estanque a la espera de que le surja una oportunidad para pegar ese golpetazo que lanza hacia las alturas aunque se vean demasiado empinadas. Ayer fue un día clave para el nuevo diestro de esta tierra.
Como también aunque por distinto motivo para Sebastián Castella. Y es que con Sebastián acabamos de quedar decepcionados por su preocupante paso atrás en Pamplona tras un corto periodo de franca recuperación precedido por un desastroso paso por los primeros grandes ciclos de la temporada. Pero cuando les vio la cara a los toros de los Sanfermines, la recuperación quedó interrumpida. Ayer volvieron a pintar bastos.
El que llegó a la cita de ayer con mayores expectativas fue Daniel Luque que en lo que va de temporada ha dado pruebas fehacientes de poder salir disparado hacia la primera fila a poco que le sonría la suerte. Ayer fue una de las que aún le quedan por superar en plazas de mayor categoría.
491kilos pesó el toro que abrió plaza. Se me viene a la memoria cuando casi ningún toro pasaba de los 500 y que la gente, si era así, exclamaban audiblemente. ¡Oh, 500¡. Este de ayer, negro de pelo y con muchos pies aunque echando las manitas por delante, pronto amagó con doblarlas al salir de un capotazo – lances no dio – de Sebastián Castella. Muy distraído, además, el toro regateó para ir al caballo sin que le hicieran el más mínimo daño. Se arrancó de lejos para el segundo encuentro y no sé cómo ni por qué derribó. Sebastián quitó por aisladas chicuelinas, tardeó mucho el toro, rematadas con una muy deslucida revolera. El toro continuó más que distraído en banderillas. Ya estaba el animal casi parado cuando Castella se fue a donde estaba con la muleta. Tres tanteos diestros y el de pecho. Tardo y corto de viajes aunque sin malas intenciones, Sebastián ensayó redondos deslavazados teniendo que perder pasos hasta resultar casi cogido y desarmado. Lo suplió con dos de pecho ligados con ambas manos que resultaron limpios. Al natural le fue mejor con varios firmes y templados aunque de traza desigual. El toro metió la cara por abajo y, tras dar dos buenos, en el tercero se relajó en francés y fue desarmado. Más con la derecha con gestos de querer mucho. La desigualdad continuó con más derechazos y la gente empezó a cansarse. Si no se llamara Castella y tuviera otra cara y otra voz, hubiéramos creído que quien estaba toreando era un advenedizo. Claro que, si hubiera hecho lo mismo José Tomás, gran parte de los colegas habrían escrito que estuvo histórico. Así esta esto. Castella mató de estocada muy trasera y caída.
Bravito y sin fuerza el colorao cuarto. Castella pudo estirarse más con el capote en el saludo. Pero como el toro fue perdiendo gas, fuerza y se defendió cada vez más, además de mostrarse progresivamente distraído, salvo los siempre buenos pares de banderillas de Javier Ambel, no hubieron mayores alegrías a pesar de que Castella brindó su clásica faena iniciada con cambios en los medios y, en este caso inapropiado comienzo por la poca fuerza que tenía el toro y menos tras los forzosamente obligados cambios. La parte formal del trasteo por redondos, naturales, pectorales y circulares no tuvo la redondez ni la limpieza debidas. Ganas, todas. Aciertos, casi ninguno. La pesadez de su insistir e insistir volvió a aburrir más que agradar. Un espadazo en el primer envite le permitió saludar una ovación.
El segundo también salió alegre y como metió la cara, Daniel Luque lo bordó por verónicas. Muchas, además, t ganando terreno. Aleluya, ¡Dios existe¡. Con un precioso recorte colocó Luque al toro para el primer puyazo que tomó alegremente sin que le pegaran. El quite se quedó en una larga preciosa y el segundo puyazo en simple simulación. Román quitó por ceñidas gaoneras muy jaleadas por sus paisanos. Y Luque replicó por verónicas, delantal y dos medios de progresivo garbo. No tenía el toro fuera para tantos quites. Tras el tercio de banderillas tramitado, Luque brindó su faena. La empezó destemplando con la derecha. Pero pronto los dio limpios y bienintencionados. Mejorándolos en la tercera ronda que terminó con cambio por la espalda y de pecho muy ligados. Bien por naturales, algunos excelentes en dos rondas aunque con el toro ya muy tardón. Ayudados, desdenes, los mejores redondos de la obra, y encadenados pectorales. De oreja. La perdió por tardar mucho en doblar el toro y no querer descabellar Luque. Este toro con un solo puyazos y sin tantos quites, habría siso ideal.
De nuevo nos encantó Luque en el recibo del castaño quinto por verónicas, medias y precioso remate. El muy noble animal, también cumplió con el caballo y, una vez bien cubierto por Curro Robles el tercio de banderillas, Luque empezó la faena cual orfebre con trincheras y ayudados acompasados y sentidos. Pura delicia que continuó con estupendos redondos que cosió a los de pecho con ambas manos. No humillo igual el toro por el lado izquierdo. Pero tras fallarle los primeros naturales, insistió e hizo mal. Como tantas veces he dicho, cuando un toro solo embiste bien por un solo pitón hay que exprimirlo por ese lado. De los contrario, tras enganchar el toro la muleta por el lado malo, al volver al bueno, ya no embiste tan bien como lo había hecho. Luque mató bien esta vez pero por el error que acabo de comentar se le escapó otra oreja y salir a hombros.
La cortedad de embestidas del tercero y su echar la cara arriba, impidieron lucirse con el capote al muy dispuesto Román. El primer puyazo lo tomó el toro de corrido. Al ver como blandeaba de remos, Román desistió de hacer su quite y, tras un picotacito, se pasó a banderillas. En un descuido, el peón Cesar Fernández fue derribado por el toro y, por levantarse en vez de quedarse tumbado, resultó cogido y zarandeado de milagro sin consecuencias. Pareó muy bien Raúl Martí. La brindada faena de Román tuvo quietud y sitio amplio en cada cite. Pero desigual y acelerada templanza en los derechazos que pegó en dos tandas. La segunda bastante sucio. Al natural, por no dar el paso adelante tras cada pase – tardeaba el toro – dejó la ventana abierta y resultó cogido sin consecuencias por fortuna. Pero como el valor es lo que le sobra, vuelto a la cara del toro, se acopló mejor con la derecha y, otra vez por lo dicho, volvió a quedar demasiado a merced de su oponente. En las manoletinas rozó aún más el drama. Y con el toro ya rajado en tablas, al su hilo entró a matar con mucha fe, logrando una efectiva estocada.
Al negro sexto lo lanceó Román con limpieza aunque sin decir nada artísticamente hablando. Galleó por chicuelinas para llevarlo al caballo – señalaron el puyazo primero y el toro se dejó pegar más en el segundo – y, tras las banderillas que fueron colocadas con apuros susto por la cogida del peón Miguel García por perseguir el toro, Román se encontró con unas embestidas más que suficientemente buenas para poder torear bastante mejor de lo que ya había hecho. Lo que consiguió con el sobrado valor ya comentado con ambas manos aunque evidenciando maneras francamente vulgares. Pese al pinchazo previo a una estocada, cortó otra oreja y esta mejor ganada aunque también a cuenta de sus muchos paisanos por rendidos admiradores y salió a hombros en mi opinión inmerecidamente.
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