"...Así pues gran suerte para el toro por encontrarse con Finito, gran suerte para Finito por encontrase con ese toro, gran suerte para los que allí estábamos por haber vivido esos momentos mágicos, haber presenciado una obra de arte sublime, y gran suerte para la Fiesta de los Toros, que aunque no quieran es grandiosa, incomparable..."
Padilla le echó la montera
Rafael Comino Delgado
Montoro, 11 de Octubre de 2015, corrida de toros con Finito de Córdoba, Juan Jose Padilla y El Fandi en el cartel; los toros de Fuente Ymbro. Transcurría la corrida por el cauce del éxito, cuando saltó a la arena el cuarto de la tarde. El maestro Fino lo recibió con seis verónicas y dos medias, la mitad por cada lado, de auténtica antología. Como serían que la plaza se puso a hervir, el delirio, cuando vimos caer al ruedo, aproximadamente entre el tercio y los medios, una montera. Era la del maestro Padilla, que no pudo reprimir su júbilo, su emoción, y arrojó la montera a su compadre. Ya con la muleta, Finito lo citaba de largo y el toro acudía presto, galopando y tomándola con gran calidad y profundidad. Los tendidos enloquecían; toro, torero y en general todo iba a más. Desde el callejón, el ganadero le pedía al torero que le "apretara más aun", lo que Finito hacía arrastrándole la muleta en cadenciosos y acompasados trazos interminables, y el toro respondía con más bravura, más calidad y más entrega. De nuevo la montera de Padilla cae sobre el ruedo. ¡La locura colectiva! Vi como a más de cuatro se les caían las lagrimas y ya no podían gritar, porque un nudo de emoción les cerraba la garganta. ¡Las lágrimas de emoción son la sonrisa del alma!
En los tendidos ya era un clamor la petición de indulto , que finalmente el presidente, con muy buen criterio, concedió. Gran toro, torero cumbre (del Fino a estas alturas poco tenemos que decir; lo dice él con el capote y la muleta) y, en general, gran tarde de toros porque todos triunfaron: ganadero (que este año se ha superado a sí mismo. ¡que temporadón! ), toreros (se cortaron siete orejas, un rabo, y todos salieron a hombros), empresario (había más de tres cuartos de plaza) y el público salió encantado.
Así pues gran suerte para el toro por encontrarse con Finito, gran suerte para Finito por encontrase con ese toro, gran suerte para los que allí estábamos por haber vivido esos momentos mágicos, haber presenciado una obra de arte sublime, y gran suerte para la Fiesta de los Toros, que aunque no quieran es grandiosa, incomparable.
En los 65 años que llevo viendo toros he visto muchas cosas; había visto, en un festival, como un torero le tiró su sombrero cordobés a un compañero, mientras toreaba, porque estaba armando un lio, pero jamás había visto que un torero le tirase su montera a otro, en señal de admiración, de emoción. Por primera vez se lo he visto al maestro Padilla, un ser único, irrepetible. Como él dice, ¡le salió del corazón y lo hizo!
Lo he dicho muchas veces, como torero, Padilla, ha sido figura con las duras y ahora lo es con las otras. Como hombre, además de sus muchas virtudes, es un personaje absolutamente irrepetible. Vive toda su vida a tope; en él no caben los términos medios, es apasionado, se entrega en todo, y ello lo transmite a quien esté a su alrededor. Tiene la fuerza de un ciclón sin límite, y con su corazón, más grande que una catedral, y su alma sensible, se gana el respeto y el cariño de todo el que le conoce.
Juan José Padilla es un personaje necesario en el Toreo, en todos los aspectos. Como torero le he visto muchas veces cortarle la dos orejas a un toro que no ha tenido ni una sola embestida buena o medio buena , y eso solo lo puede hacer él, con su sabiduría, su entrega, su honradez profesional, su pasión. Pero fuera del ruedo también hace falta Juan a José; esa forma tan intensa de vivir, esa energía que nos contagia, esa raza, esa capacidad de sobreponerse y superar toda adversidad, es necesaria en el mundo del toreo, especialmente en los tiempos que corren.
Si en estos tiempos hubiese la sensibilidad que hubo antaño, la vida de Padilla se habría escrito en varios libros, y habría sido llevada al cine, sin duda. Y otra cosa, una importante plaza de Jerez, o al menos una calle de las principales, ya llevaría su nombre. Claro que si hubiera sensibilidad también una de las grandes avenidas que tiene Córdoba se llamaría Avda. Manuel Benítez "el Cordobés", y otra Finito de Córdoba. ¡ Tranquilos! no estoy comparando a los dos toreros cordobeses, estoy simplemente diciendo que El Cordobés se lo merece por haber sido la más grande figura del Torero de todos los tiempos, y Finito también se lo merece por ser el torero de más calidad de toda la historia del Toreo.
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