"...Cheryshev debía saberlo pero no lo sabía, Megía Dávila tenía que conocerlo pero no lo conocía... ¿Y Chendo?... Miguel Porlán es el delegado del equipo y su misión en la NASA madridista consiste únicamente en saber esas cosas..."
Éramos pocos y parió Cheryshev
El lema de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, más conocida como NASA por sus siglas en inglés, es "For the benefit of all", "Para beneficio de todos"; y cuentan que si cruzas la puerta principal de su sede central en Washington D.C. y le preguntas, por ejemplo, a uno de los operarios de la limpieza qué misión tiene allí, siempre te responderá lo mismo: "Yo trabajo para poner a un hombre en la Luna". Y ese nivel de compromiso permanente, el que lleva a uno de los operarios de la limpieza que trabajan para la NASA a decir que su misión no es encerar el suelo sino poner a un hombre en la Luna, es el exigible en el Real Madrid, el club con más prestigio a nivel mundial. La misión del taquillero del club, del encargado de tener a punto las camisetas y las botas de los jugadores, del profesional del riego y del cuidado del césped del estadio Santiago Bernabéu no es poner a un hombre en la Luna sino conquistar el Sol del fútbol, que es la Copa de Europa.
Ayer, en el Ramón de Carranza, no sucedió eso. Cheryshev debía saber que no podía jugar contra el Cádiz por acumulación de tarjetas coperas con su antiguo equipo, el Villarreal, pero hace tiempo que a los futbolistas dejó de interesarles el fútbol. Le pasó a Cheryshev pero le habría podido ocurrir a cualquiera. Los jugadores están acostumbrados a que les traigan y a que les lleven, a entrar y a salir por la zona VIP del aeropuerto, a vivir en los mundos de Yupi, Astrako, Pi, Tágoras, Tuco y Canica; los futbolistas no tienen que ocuparse de encontrar casa y, de vez en cuando, les regalan un cochazo: el fútbol de élite ha convertido a los jugadores en robots que no tienen que tomarse la molestia de pensar en nada porque ya hay otros que lo piensan todo por ellos. Cheryshev tenía que saberlo, estaba en la obligación de conocer qué le pasó a él mismo e informar al club y a su entrenador, pero al fin y al cabo el futbolista es la estrella y todo gira a su alrededor.
El jugador tenía que saberlo... pero Carlos Megía Dávila, que lleva ahí desde 2009 siendo asesor arbitral, sólo tenía que saber eso, nada más que tenía que saber eso, eso exactamente. Si Megía Dávila, que es un operario de la NASA del fútbol y que está ahí sólo para atornillar el botón verde, no tenía conocimiento de la existencia de dicho botón ni de que el mismo fuera de color verde, ¿qué carajo hace ahí Megía Dávila? ¿Si no se produjo antes un desastre así fue únicamente debido a la suerte?... A Dávila tienen que ponerle de patitas en la calle, eso está claro, pero su despido no soluciona el K.O. copero-administrativo del club si es que acaba produciéndose.
Cheryshev debía saberlo pero no lo sabía, Megía Dávila tenía que conocerlo pero no lo conocía... ¿Y Chendo?... Miguel Porlán es el delegado del equipo y su misión en la NASA madridista consiste únicamente en saber esas cosas; Chendo sólo debe saber qué jugadores sí puede alinear el entrenador y qué jugadores no, eso y pedirle al cuarto árbitro el cambio que previamente ha solicitado el técnico, nada más. Miguel Porlán Chendo también debe ir a la calle.
Por mucho que digan, no es en absoluto culpable Rafa Benítez. Benítez cayó mal desde el primer momento y, por cierto, las declaraciones públicas de algunos futbolistas, estos ilustres vecinos interplanetarios del bueno de Yupi, no ayudaron a calmar los ánimos precisamente. A Rafa Benítez le lleva haciendo la cama todo el mundo desde el primer segundo del primer minuto de la primera hora del primer día que llegó al Real Madrid, y al final acabarán consiguiendo su cabeza porque la escalada de descalificaciones es tan absurda como insoportable. Si, teniendo un asesor de no sé qué y un delegado de no sé cuántos, ahora resulta que hay que pedirle a Benítez, que hace tres días vivía en Nápoles, que sepa que Cheryshev no puede jugar contra el Cádiz por una tarjeta que le sacaron en la Copa de la temporada pasada, apaga y vámonos todos de fiesta. Por elevación, el máximo responsable de todo lo que ocurre en el Real Madrid es su presidente pero a Florentino Pérez cabe aplicarle el mismo criterio que al entrenador aunque no me cabe la menor duda de que los Tattaglia usarán el desastre de Cádiz para volver a pedir su cabeza.
Una derivada de todo este asunto, la menos relevante a mi modo de ver, es la reacción de anoche de Gerard Piqué en las redes sociales. Los emoticonos de este niño grande con evidentes problemas de concentración se han convertido en un serio obstáculo para la paz de la selección que tanto preocupó antaño, cuando Mourinho, a Sor Del Bosque. No me imagino a Ramos riéndose de Messi por sus problemas con Hacienda o a Carvajal mofándose de la sanción de la FIFA; no me imagino a Isco partiéndose de risa por la acusación de Rosell, Bartomeu y el Fútbol Club Barcelona o a Jesé tronchándose por el contrato de Neymar. La reacción de Piqué y la inacción del Marqués Del Bosc, siendo ahora mismo un asunto marginal, explica bien a las claras por qué mucha gente se ha desenganchado de la selección y por qué cada vez más aficionados observan de refilón y como si la cosa no fuera con ellos lo que sucede con nuestra querida España.
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