Festival de de la Virgen de la Esperanza de Quito / Plaza de Belmonte
Enrique Ponce brinda su toro a Oswaldo Viteri
-Foto Alberto Vinicio Suarez-
Oswaldo Viteri símbolo del toreo
Juan Lamarca
Madrid, 6 Diciembre 2015.-
Una vez más el toreo le ha rendido pleitesía al excelso artista ambateño, Oswaldo Viteri, en fiel correspondencia a su calidad de aficionado, a su permanente presencia en las corridas de toros y a su obra pictórica en la que la tauromaquia ocupa un lugar importantísimo y que se coloca entre las más grandes, y conocida como "Tauromaquia de Viteri", en la que sabe imprimir a sus toros el carácter de dinámica bravura que emana del alma del pintor.
Ayer fue Enrique Ponce, el maestro de maestros, el torero de época y de todas las épocas, el que le brindó un toro a este otro maestro ecuatoriano, amante de España, estandarte del más puro sentido de Hispanidad, el que no le duelen prendas afirmar, frente a tanta deslealtad desatada en estos tiempos de abjuración de principios y valores, y de apostasía de creencias:
"Desde niño tuve la experiencia de la entrañable Fiesta de los Toros. Entrañable, por que siendo ésta la fiesta española, es también nuestra, porque en América Hispana lo español es parte de nosotros mismos".
Oswaldo Viteri junto a la imagen en piedra de su antepasado
Sebastián de Benalcázar
Así es Viteri, una realidad humana fruto de la maravillosa simbiosis hispanoamericana, descendiente de Atahualpa, último gobernante del imperio inca, y de Sebastián de Benalcázar, fundador de la ciudad de San Francisco de Quito, que asume la Fiesta brava como propia y que así la vive, con naturalidad pero con pasión, y así lo demuestra en su vida cotidiana sintiéndose taurino y con su prestigiosa asistencia a los festejos allá donde se celebren en su país andino.
Oswaldo Viteri entrega a Enrique Ponce una obra suya como Trofeo "Papa Negro" del festival de la plaza de Belmonte, de Quito 2010.
La bonhomía del ambateño también se manifiesta a través de sus universales pinceles de los que nacían los dibujos taurómacos que con exquisita esplendidez donaba al Capítulo de Quito del Círculo T. A. Dinastía Bienvenida, del que ostenta la presidencia honorífica, y que constituían el trofeo "Papa Negro" para los triunfadores del Festival de la Virgen de la Esperanza de la plaza de Belmonte, cuando aun no se había perpetrado la felonía oficial de decretar la prohibición de dar muerte al toro durante su lidia, y que fuera con ello el principio del fin de la grandiosa feria de "Jesús del Gran Poder" de Quito, a lo que también contribuyó la indigna complicidad empresarial.
Queda patente el orgullo indigenista de Viteri con ejerciente hispanismo, y así se le reconoce en España en el plano personal, con legión de amigos y admiradores, y desde el ámbito oficial cuando le fue impuesta la Orden de Isabel la Católica otorgada por el Gobierno español y que refrenda, aun más, el vículo de amistad entre Ecuador y España.
Por otro lado, la historia de Viteri con los toros está jalonada de innumerables galardones, tal como estima el querido aficionado a los brindis recibidos en la plaza, desde Luis Miguel a este último de Ponce. E igualmente valora como entrañable galardón la amistad sincera con un elenco de toreros que forman parte del olimpo del toreo. Su casa-museo ha sido y es lugar de peregrinación de cuantos le profesamos amistad y admiración; la gente del toro en general ha sabido reconocer en la persona de Oswaldo Viteri al hombre que nos honra con su amistad, con su hospitalidad andina y su generosidad. Ello le hace feliz a este artista genial, y goza con uno de sus grandes e indelebles recuerdos como la salida a hombros, de su propia casa, de sus amigos toreros con José Ortega Cano a la cabeza, completando la terna Alvarito y Perera, con el apoyo de Roberto Domínguez. ,
Por otro lado, la historia de Viteri con los toros está jalonada de innumerables galardones, tal como estima el querido aficionado a los brindis recibidos en la plaza, desde Luis Miguel a este último de Ponce. E igualmente valora como entrañable galardón la amistad sincera con un elenco de toreros que forman parte del olimpo del toreo. Su casa-museo ha sido y es lugar de peregrinación de cuantos le profesamos amistad y admiración; la gente del toro en general ha sabido reconocer en la persona de Oswaldo Viteri al hombre que nos honra con su amistad, con su hospitalidad andina y su generosidad. Ello le hace feliz a este artista genial, y goza con uno de sus grandes e indelebles recuerdos como la salida a hombros, de su propia casa, de sus amigos toreros con José Ortega Cano a la cabeza, completando la terna Alvarito y Perera, con el apoyo de Roberto Domínguez. ,
Oswaldo Viteri en la plaza de toros de Iñaquito
Feria de "Jesús del Gran Poder" /Foto la Loma/
Viteri nunca falla a su cita con los toros de la plaza de Belmonte regida de forma encomiable por la empresa 'Triana' de José Luis Cobo, aun sin la práctica de la suerte suprema, mantienen la llama viva del núcleo esencial de la afición, y ojalá prenda la mecha de recuperación de la fiesta total a la sombra del Pichincha y podamos ver de nuevo a Oswaldo Viteri en su barrera de sombra de la Iñaquito para beber, como de manantial de inspiración, el duende del toreo, del que afirma:
"...El duende existe también en ésta nuestra América, en este realismo mágico de luces y de sombras, de soles y de lunas. En el páramo andino he sido testigo a media noche de ver fosforescentes osamentas iluminadas por las nieves perpetuas. De hielos y de soles esta hecho nuestro corazón que es capaz de amar y de sufrir ferozmente..."
Dios le guarde, maestro.
¡Que viva Quito!
Momento memorable para el maestro Viteri a hombros de su amigo Ortega Cano, con Alvarito y Perera.
Juan Lamarca y Oswaldo Viteri
Juan Lamarca y Oswaldo Viteri
Oswaldo Viteri en su Casa-Museo de Quito.
-Foto la Loma-
-Foto la Loma-
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