(Autor: Nikolas Chang )
TRIUNFO DE ÁLVARO MEJÍA
Voluntad y valor pusieron por delante toreros nacionales en el Día de Quito
Manolo Espinosa “El Ciclón”
El 6 de diciembre día de Quito, fue celebrado por toreros nacionales que pusieron afición, nervio y voluntad para conseguir el triunfo que llegó parcialmente, en el último festejo –de los cinco anunciados- de la Feria del Centenario, que tuvo lugar en el escenario taurino de gran valor histórico para la ciudad de Quito, la Plaza de Toros Belmonte que una vez más se abarrotaba por los taurinos de la localidad y otros sectores del país, que fueron atraídos por estas fiestas costumbristas de aniversario, que se cumplen anualmente en la capital y por la actividad taurina que desde que se conoce históricamente, se ha dado como parte de sus tradiciones.
Hay que destacar los pasajes ejecutados por cada uno de los toreros, que a nuestro juicio fueron importantes, como así lo confirmaron los concurrentes con sus expresiones de júbilo y los óles fuertes que retumbaron en la plaza; ese fue el mejor respaldo y sólido aval que recibieron los oficiantes, quienes a pesar de las dificultades que presentaron los pupilos de “Triana”, y uno de Ortuño que se lesionó la columna vertebral afectando su motricidad, -por cuyo motivo fue devuelto a los corrales- , pusieron de todo, sin regatear absolutamente nada para alcanzar el triunfo que se escurrió, conspirando a las aspiraciones de los tres toreros que en algún momento demostraron sus enfados. No así el último novillo-toro de “Ortuño” que fue excepcional para el rejoneador.
JUAN FRANCISCO HINOJOSA.- Con un toro de “Triana” de nombre “Norteñito”, que tuvo una salida alegre, al que ejecutó verónicas con clase y chicuelinas apretadas, rematando con una media de manos bajas. Luego de la pica en donde se defendió, el toro cambió de lidia buscando siempre tablas. El torero tuvo que acosarlo, obligándolo a embestir incluso en los terrenos que el toro pedía pelea. Fue una faena intermitente con tandas de derechazos templados, ensayando naturales, adornos y desplante. En todo momento lo vimos en plan muy profesional, de un torero que sabe lo que hace, por lo que al final recibió un trofeo.
ÁLVARO SAMPER.- Se enfrentó a un toro de “Ortuño”, que por lesionarse fue cambiado por uno de “Triana” de nombre “Pepino”, al que saludó con siete verónicas regustándose, rematando con una media. Chicuelinas artísticas y una media. Se destacaron los banderilleros el “Patatas” y el “Bille” que recibieron ovación. El diestro se fue con pases probatorios a un toro que acusó tablas. De igual manera su faena con muleta no fue muy brillante por las condiciones de la res. Derechazos y naturales exigiendo mucho y pisando la jurisdicción de su antagonista; le echó mucha casta, quedando visibles sus buenas maneras y la gran voluntad que demostró ante un toro peligroso, incluso a momentos dejó ver su enfado, señaló bien obteniendo un trofeo.
JOSÉ ALFREDO COBO.- Le correspondió un toro con presencia y nada más que eso, tuvo fachada y no contenido, porque su aletargamiento, sosería y su renuencia a embestir, no permitieron al diestro realizar la lidia correspondiente. Con capa apenas alcanzó a bregarlo, con los arpones estuvo acertado Javier Baquero. Con la muleta no consiguió ni un solo pase, y era imposible embistiendo al paso, pegando cabezazos y mirando constantemente al toreo, lo cual no brindo seguridad. Pensamos que quizás a Cobo le falto encender la chispa para meterse con el toro y lidiarlo con oficio, porque también esa es una muy buena práctica para su carrera. Silencio.
ÁLVARO MEJÍA.- (rejoneador) Joven alegre al que le correspondió un extraordinario pupilo de “Ortuño”; exhibió adelantos en la colocación de los hierros, pues puso dos rejones de castigo, cinco farpas y dos banderillas cortas, pero en lo que se le encuentran falencias es en el manejo de las jacas, pero sabemos que el tiempo le dará esa solvencia. El público aplaudió fuerte su actuación que al final recibió dos trofeos.
De esta manera culminó este serial taurino llamado “La Feria del Centenario”, con el que se festejó a Quito, y ¡¡¡qué festejo ¡!!, en donde se vio el arte, el valor, la entrega y el dominio de los toreros, así como también se vivió una percance lamentable, pero en todo caso el público vivió una tradición, la más antigua que tiene Quito y que no la debe perder. Enhorabuena para la empresa.
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