Composición fotográfica por el autor
Cuando recorría el ruedo –en México las vueltas al ruedo se dan en sentido contrario a las agujas del reloj-, erguido, sonriente, con gran majestad, llovían las prendas de vestir, sombreros etc., que el público enfervorizado arrojaba al ruedo y objetos diversos; entre ellos, un bastón.
A los mexicanos no los conocemos aquí: son muy buena gente, muy sentimentales, muy apasionados y muy entendidos en toros; por eso da gusto torear en México. (Manolete)
Cuando recorría el ruedo –en México las vueltas al ruedo se dan en sentido contrario a las agujas del reloj-, erguido, sonriente, con gran majestad, llovían las prendas de vestir, sombreros etc., que el público enfervorizado arrojaba al ruedo y objetos diversos; entre ellos, un bastón.
A los mexicanos no los conocemos aquí: son muy buena gente, muy sentimentales, muy apasionados y muy entendidos en toros; por eso da gusto torear en México. (Manolete)
71 aniversario de la muerte del Monstruo
MANOLETE Y EL BASTÓN MEXICANO
MANOLETE Y EL BASTÓN MEXICANO
José María Sánchez Martínez-Rivero
Agosto de 2018, en Collado-Villalba
En la temporada americana del diestro Manolete
de 1946 figura, como destacada, la
corrida celebrada el día 17 de febrero de ese año en la antigua plaza de toros de El Toreo en
México.
Fue una corrida
memorable en la que se lidiaron seis toros de la ganadería de Coaxamalucan, que
resultaron bravos y nobles, para los diestros: Manolete, de celeste y
oro; Pepe Luís Vázquez de azul y oro, y Luís Procuna, de blanco y plata
El diestro de
Córdoba lidió en primer lugar de su lote a Tilapo, negro, de 490 kgs,
bien presentado y bravo; pero con problemas para la lidia los cuales solventó,
Manuel Rodríguez con su habitual maestría. Hizo una faena completa y artística
con los adornos típicos del toreo de Manolete. Pinchazo y estocada. Petición
de oreja que no se concede y vuelta al ruedo.
En cuarto lugar
saltó al ruedo el toro de nombre Platino, cárdeno, de 480 kilos,
castaño, bragado y astifino. Fue bravo y noble. El cordobés toreó a la verónica
con arte para rematar con media de cartel.
Inició la faena
de muleta con sus acostumbrados estatuarios y, en uno de ellos, le dio el toro
un varetazo por lo que tuvo que ser auxiliado por su cuadrilla; aunque siguió
toreando sin retirarse a la enfermería. Faena de muleta magistral con
espeluznantes manoletinas que pusieron al público en pie. Estocada y
descabello. Vuelta al ruedo para el toro Platino. Dos orejas y rabo para
el diestro de Córdoba y dos vueltas apoteósicas al ruedo con los trofeos
conquistados.
De esta faena
dijo el crítico Carlos León:
Manolete se agigantó y se salió de
sus propias limitaciones, convirtiéndose en un titán, para el que no existía
nada que lo detuviera, ni nadie que lo doblegara.
Cuando recorría
el ruedo –en México las vueltas al ruedo se dan en sentido contrario a las
agujas del reloj-, erguido, sonriente, con gran majestad, llovían las prendas
de vestir, sombreros etc., que el público enfervorizado arrojaba al ruedo y
objetos diversos; entre ellos, un bastón. Pero no uno cualquiera, no; sino un
precioso bastón de madera noble, de color cerezo rematado con la cabeza de un
felino en marfil.
Mostramos una composición fotográfica por el autor.
Terminando la vuelta al ruedo el Monstruo de Córdoba portaba, en su mano
izquierda, el capote, la montera y el bastón y, en su mano derecha, un ramo de
flores. Su intención era quedarse con esa magnífica pieza que un espectador
enfervorizado le arrojó. Y así fue, ya que lo trajo a España cuando regresó. No
sabemos como el espectador pudo volver a su domicilio sin bastón; pero tampoco
sabemos si el espectador era fabricante de bastones. El caso es que se quedó
sin él.
El
21 de octubre de 1981, la familia de Manolete, de manos de la hermana
del diestro, doña Ángeles Rodríguez, regaló el preciado bastón al insigne
escritor Antonio Gala, coleccionista de bastones, en agradecimiento por sus
escritos honrando la memoria de Manolete.
Los
otros diestros actuantes también triunfaron y así Luís Procuna cortó dos orejas
y rabo y dio tres vueltas al ruedo y Pepe Luís Vázquez, otras dos orejas y rabo
dando dos vueltas al ruedo igualmente. Corrida triunfal en la vieja plaza de El
Toreo donde el público gritó: ¡Viva México! y ¡Viva España!
El
diestro de Córdoba era un gran admirador de México y de su afición. En una
entrevista concedida, en su tierra natal, se expresó así:
A los
mexicanos no los conocemos aquí: son muy
buena gente, muy sentimentales, muy apasionados y muy entendidos en toros; por
eso da gusto torear en México.
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