Esta temporada tan atípica, y extraña, ha echado a caminar y ya son unas cuantas las corridas que se han celebrado. Con una excelente afluencia de público. Algo que los detractores y asimilados han aprovechado para cargar contra el espectáculo taurino como foco de contagios. El problema en realidad no está en si hubo más o menos observancia de las medidas de seguridad o sise respetó el aforo. Pero el verdadero problema es la propia corrida en sí. Molesta a muchos que se celebren espectáculos taurinos y que tengan tanta aceptación.
El verdadero problema
Paco Delgado
Avance Taurino, Agosto/2020
No podía ser de otra manera, y la vuelta de las corridas de toros ha levantado ampollas entre los anti y los que no ven el momento de acabar con la fiesta.
¿El motivo? la seguridad, la observancia de las medidas de seguridad y la prevención ante los contagios entre los espectadores en unos momentos en los que el coronavirus parece que toma nuevo impulso y vuelve a causar más mal que una pedregá. Y, claro, todos aquellos que ven la paja en el ojo ajeno han puesto el grito en el cielo al comprobarse, por enésima vez, que la gente quiere toros y que este espectáculo tiene un tirón tan notable como imparable.
Ha habido mucha gente en las corridas que se han ido celebrando en lo que llevamos de verano y ahora se cuestiona si se observaron los protocolos pertinentes para este tipo de espectáculos en las actuales circunstancias. Y aunque haya imágenes que hagan dudar, al parecer sí se cumplió con la ley y las disposiciones dictadas al efecto.
La Junta de Andalucía permite el 50% del aforo en las plazas de toros y en, por ejemplo, El Puerto de Santa María, que fue uno de los escenarios de mayor afluencia, el empresario, José María Garzón, se ha dejado la voz explicando que se cumplió con todos los requisitos que había que cumplir. Se vendieron 5.300 entradas, que eran todas las que se podían vender. El Boletín Oficial de la Junta de Andalucía lo explica bien claro: “En el caso de que no se pueda garantizar la distancia de seguridad entre espectadores, se tomarán las medidas de higiene y prevención establecidas como el uso de mascarillas”.
Se observó la distancia de seguridad, se limitó el aforo y se señalizaron gradas y tendidos para que la gente no se apelotonara, hubo toma de temperatura a la entrada, gel hidroalcohólico y mascarillas de seguridad. Personas que acudieron a la Plaza Real, a las que conozco, y de las que me fío, me aseguran que todo se hizo conforme a los protocolos establecidos y que no se puede hablar de imprudencia o temeridad en ningún caso.
Y lo mismo sucedió en Huelva. Y en Osuna. Y en El Espinar, por citar plazas en las que hubo gente conocida que me explica que las cosas se hicieron a conciencia y como toca. La gente está mentalizada y a los toros no van los ninis que copan discotecas y piscinas importándoles todo un comino. O el personal que atesta el metro en un hacinamiento que no presagia nada bueno… Y es que asociar un nuevo brote a un festejo taurino sería una catástrofe. Lo peor que podría pasar y ojalá no ocurra. Aunque ya se han dado un buen puñado de funciones y pese al interés de muchos nada ha sucedido.
También habría que hacer especial hincapié en los propios toreros, que deberían limitar su actos de camaradería y amistad con sus colegas. Y hasta deberían hacer ver a sus admiradores que es muy peligroso y arriesgado un abrazo, un beso, un simple apretón de manos…
La temporada parece que va cogiendo forma, poco a poco y al tran tran, pero más así que nada. Un año en blanco, pese a lo que dicen no pocos profesionales, hubiese supuesto un importante descalabro y una derrota puede que definitiva. Pero, ojo, no hay que confiarse y sí perseverar en la riguroso observancia de un estricto control sanitario y preventivo que evite un traspiés, eso sí que sería una hecatombe, mas que por otra cosa por el bombo que se daría y las consecuencias negativas y nefastas que llevaría aparejado el caso.
Tampoco vendría mal -y o lo están haciendo muy en secreto o ya van tarde- empezar a estudiar planes y proyectos para la próxima temporada, que parece que no pero está a la vuelta de la esquina. Que nos coja otra vez con el paso cambiado o los calzones en los tobillos sería demasiado. Una vez puede pasar, pero dos es dejadez. Y no está el negocio como para ir dejándolo todo para mañana por que puede que un día no haya un mañana.
No demos pábulo a infundios malintencionados y pongamos todo de nuestra parte para que esto siga adelante, aunque, de momento, ya se ha dado el primer paso para que esta incipiente y mermada temporada se vaya al traste.
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