Pero sin un duelo tan grande y sentido como el de este año que se nos fue un catalán de pro, todo por la pasta. Barcelona es bona mientras la bolsa sona. Y ya no suena que apenas queda ya nada que robar como no sea que otra vez suban los impuestos a los madrileños para pagar más y mayores desfalcos catalanes.
Porque el tipo ahora fugado a la vecina Francia, también a tierra de moros y jeques, aunque nacido en la otra orilla del mar, es catalán de pura raza catalana como Viriato, Cervantes, Alejandro Magno, Napoleón, Teresa de Ávila, y Agustina de Aragón que era de Barcelona. Sí. Los catalanes es lo bueno que tienen, los paren en cualquier parte del mundo, no importa la raza ni la color de su piel. El catalán nace pero también se hace. Se lo pueden preguntar a don Vito Corleone. O a la modélica patriótica familia Pujol.
Ignoro si el heroico tránsfuga deja un rosario de pufos incobrables a la Hacienda somos todos que en realidad son ellos, ellas y elles.
Y ahí es nada el ahora fugado formaba parte del club arruinado y saqueado de abusones envidiosos jeremías golpistas que muerde la mano que le alimenta. Gente cobarde, tramposa, follona, bellaca, felona, fullera, traidora, pesetera, malandrina y descomunal en sus fechorías, desaires y demostrada mala educación. Hoy felizmente entrampado como toda la lamentable Cataluña golpista que representa. Un símbolo no de las pasadas glorias sino de las miserias y calamidades presentes y futuras catalanas.
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