Pepe Osuna, cogido
Lo que va de Pepe Osuna a Julián López
José Ramón Márquez
July el Importante no para de excitar la memoria de la selecta crítica. Si hace unos días, con motivo de su olvidada gesta en Bilbao, trajo a la memoria de los revistosos los imborrables recuerdos de Julio Robles, de Luis Procuna o de Manolo Dos Santos, que no pueden defenderse, o de Paco Ojeda, que pasa ampliamente del tema; con la fiera corrida del otro día en Valladolid retransmitida por la Televisión que pagamos por igual los que nos gustan los toros y los que no, hizo un notable ejercicio de concreción, depuró su estilo y prefirió dejar de lado ese florilegio de evocaciones, ese cossío ambulante que pone en marcha cada tarde en cada Plaza, para traer a la enciclopédica memoria de la crítica tan sólo el recuerdo de Juan García Jiménez, Mondeño.
Se ve que, puestos a elegir, han tomado a Mondeño porque como el hombre, cuando no está en París, anda con su Harley Davidson recorriendo América como Peter Fonda y pasa ampliamente de las minucias de la actualidad del toro, saben que no les va a responder como se merecen; o acaso el recuerdo sea sincero y la inspiración le llegue a la sutil pluma de los críticos al pensar que mientras Mondeño va por ahí montado en su cerdo de Milwakee, el July se dedica a matar los cochinetes que cría Victoriano del Río; aunque hay a muchas personas a las que les resulta mucho más impresionante el petardeo del escape de los cuatro tiempos de una Harley que la bobitonta mirada y la viscosa lengua pegasellos de los pobres victorianos.
Bueno, pues puestos a evocar, para que se vea que uno no quiere ser menos ni dejar pasar la ocasión para dar ideas, a mí a quien me evoca July en el tipo es al albaceteño Pepe Osuna, pero ahí se acaba la comparación, en lo que es mismamente el tipo, la estatura y la forma de la cabeza, porque en lo demás no hay asomo de semejanza. Pepe Osuna, a diferencia de Julián, tenía el toreo valiente, espectacular y pinturero tan característico de los toreros de talla baja, se adornaba con giraldillas, molinetes, pedresinas, manoletinas y valientes desplantes y aunque su estatura no le facilitaba las cosas a la hora de matar no por eso inventó ningún saltito para llegar a la cruz de los mastodontes que, a menudo, le echaron. Pepe Osuna anduvo por México, igual que Julián, pero en su presentación en Tijuana fue cogido nueve veces, prueba de su entrega y valor. En Madrid, alternando de novillero con Curro Puya a principios de los sesenta, le arreó una patada en el hocico a un novillo y en el 67, le confirmó la alternativa Antoñete en una tarde de agosto en que el mechón blanco pasó bajo el arco de la Puerta Grande. Otra tarde de agosto fue él quien le sacó la lengua al toro, que no era de Victoriano del Río sino de Isaías y Tulio Vázquez. En su Albacete natal, alternando con Antonio Bienvenida y con Pedrés, le cortó cuatro orejas y un rabo a una de Miura.
A Julián, si alguien le dice Miura piensa que le están hablando de la marca de un aguardiente que fabrican en Cazalla de la Sierra.
Manolera de Pepe Osuna
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