Un novillero abriendo cartel a los matadores
"...Pero, ¿qué hay más allá de esa medida puntual? La inclusión de Lama de Góngora en la cabecera del atractivo festival de Sevilla no deja de ser un experimento en el que andan metidos la flor y nata de la torería y los primeros nombres del empresariado taurino..."
De la antigüedad y otros experimentos con gaseosa
Por Álvaro R. del Moral
¿Quién mata el primer toro? El 25 de septiembre de 1846, Francisco Arjona ‘Cúchares’ y José Redondo ‘Chiclanero’ fueron anunciados juntos en la primitiva plaza de Madrid. Cúchares era el matador de alternativa más antigua pero –siguiendo los modos de la época- El Chiclanero había sido contratado por la empresa en calidad de primer espada para alternar con Montes, que no pudo comparecer por una inoportuna cornada sufrida en Écija.
El presidente de la corrida, que era el viejo Duque de Veragua propuso que Cúchares, como matador más antiguo, cediera los trastos al llegar la muerte del primer toro al Chiclanero a modo de solución diplomática. Pero al llegar el momento supremo en la lidia del primero de la tarde, del hierro de Cabrera, ambos matadores se adelantaron con la intención de estoquearle. Con el revuelo consiguiente, al final fue Cúchares el que lo despenó de un sablazo. El sevillano acabó en la cárcel pero el 5 de octubre siguiente se selló la paz al cederle a Chiclanero la muerte del primero de la tarde estrechando su mano en medio de una gran ovación.
Un novillero para abrir un gran cartel.
La presentación del lujoso festival que cerrará la temporada sevillana destapó algunos de los planes que está acariciando el senado de la torería -cuentan con el placet de las empresas- de cara a revocar el inamovible y tradicional turno de antigüedad de los toreros. La cabeza del cartel del próximo 12 de octubre es el joven novillero sevillano Lama de Góngora; por detrás, ya en el orden tradicional, figuran los matadores de toros. La tempestad en el vaso de agua no se hizo esperar. El propio Morante declaró al compañero Álvaro Acevedo que no iba a permitir que Lamita saliera por delante. “El toreo es tradición y la antigüedad es lo primero, jamás lo consentiré”, señaló el de La Puebla invocando las cuatro tardes en las que había roto plaza este año. Pero no se trata de buscar culpables cuando se trata de un invento que viene fraguándose en la sombra en los últimos años. Y la mayor parte de las grandes figuras andan metidas en un ajo que quiere justificar la medida en la promoción de jóvenes valores aunque el verdadero motor que la alienta es el pavor a abrir plaza. No tiene más vueltas.
Más problemas que soluciones.
Los empresarios también tienen sus razones, es verdad. La invocación a la libertad creativa merece ser tenida en cuenta pero la peligrosa revocación de este uso inmemorial -que sigue resolviendo más problemas de los que pueda crear puntualmente- podría estar lejos de ser ningún avance. ¿Qué pasaría en los carteles macizos, realmente rematados? ¿A quién le correspondería abrir en un Morante, Juli y Manzanares? Las contadas apariciones de José Tomás en carne mortal -con él no habría discusiones, ésa es otra- supusieron el reclutamiento del geriátrico del toreo para satisfacer las exigencias del divino. La idea que ahora barajan empresas y coletudos es echar por delante a un chico nuevo, no sabemos si con proyección o con protección. Conociendo el paño y la habitual altura de miras de este planeta invertebrado, la medida implicaría una pelea más que añadir a honorarios, ganado y actuantes a la hora de confeccionar las combinaciones de cualquier feria. El asunto, y no es imaginar demasiado, se convertiría en un escollo insalvable cada vez que coincidieran dos gallitos en el mismo corral, léase cartel.
Otro acto de una velada guerra fría.
Pero, ¿qué hay más allá de esa medida puntual? La inclusión de Lama de Góngora en la cabecera del atractivo festival de Sevilla no deja de ser un experimento en el que andan metidos la flor y nata de la torería y los primeros nombres del empresariado taurino. Valencia y Canorea ya han reconocido abierta y naturalmente en varias ocasiones que están a favor del asunto. Pero el nombre que envenena los sueños de las coletas más ilustres sigue siendo el de Simón Casas, que andaría organizando otra de sus cabalgatas de fin de semana para unirse al difuso y quimérico proyecto de la autogestión. Ése será el chocolate del loro en este incierto invierno taurino. Casas sería el hombre o la fachada empresarial de este nuevo capítulo de la rebelión de los matadores aunque las dudas surgen de inmediato: Si la figura del apoderado-empresario es nefasta, ¿es mucho mejor la de torero metido a gestor? Perdonen que no me levante pero haría falta mucha altura de miras para conseguir algo parecido al modelo francés, un espejo en el que se miran los hombres de luces, demasiado lejano para los condicionantes del espectáculo y sus gentes en el suelo patrio. Muchos de los actores de esta película sólo se mueven por la pasta y son pocos los que miran al futuro con espíritu de inversión. Y nos vamos recordándoles el buen fin del festival del próximo sábado. La Cruz Roja y el Banco de Alimentos -además del excelente cartel- merecen el apoyo de los aficionados. La semana que viene, hablaremos del gobierno…
***
Cada torero se ha llevado su toro para evitar el sorteo reglamentario (Málaga, feria de 2013), ahora cada torero se llevará su novilleroy dentro de poco los banderilleros pondrán los palos a una mano como el Fandi, pero sin violín.
ResponderEliminarPor cierto, si uno de los matadores del festival sufre un tarantatán ¿quien se ocupa de de ese toro? ¿El novillero? ¿Y quien es el director de lidia durante toda la tarde, también el novillero? Y si hay que tratar con la presidencia sobre algún extremo concerniente el festejo, ¿quien es el interlocutor con la presidencia, el novillero?
Desde luego, que razón llevaba quien dijo que la Fiesta es un pitorreo.
Estos toreros de pitiminí siempre pensando en modificaciones, alteraciones y subterfugios para su conveniencia y en contra de la pureza e integridad de la corrida, y del respeto a la historia y tradición taurina. Menos enfrentarse a toros de verdad y torear como Dios manda, hacen de todo. Menudos máscaras.
ResponderEliminarSaludos taurinos.
Fidel Pozo