"...Este doctorado se lo disputaban las mejores plazas de España. Se le ofrecieron cantidades fabulosas por su alternativa; pero Belmonte, torero de gestas y de gestos, decidió tomarla en Madrid, nada más y nada menos que en la primera plaza del mundo. La corrida se organizó para el día 16 de octubre del citado año 1913. Los toros serían de la ganadería de Guadalest y los matadores, Machaquito – que se retiraba en plena gloria--, el Gallo y el neófito Juan Belmonte. .."
LA ALTERNATIVA DE BELMONTE
José María Sánchez Martínez-Rivero.
Octubre de 2013, en Collado-Villalba.
El acontecimiento taurino del año 1913 fue la alternativa de Belmonte. Llegó a la misma tras firmar 117 contratos como novillero; pero solo pudo torear algo más de treinta y tantas novilladas como consecuencia de cogidas, otros percances y enfermedades. Ese número de contratos firmados –aunque no los cumpliera- da una idea de la importancia de su toreo ya como novillero. Tuvo triunfos importantísimos en Valencia el 26 de mayo, así como los días 22 y 23 de junio. Destacadísima fue su actuación en la Maestranza de Sevilla el día 21 de julio. Habiéndolo visto Rafael Guerra “Guerrita” dijo de él: “El que quiera verlo, que se dé prisa”, pensando que con ese toreo cualquier día, en cualquier plaza, lo mataría un toro.
En este mes de octubre se cumplen 100 años del acontecimiento. Este doctorado se lo disputaban las mejores plazas de España. Se le ofrecieron cantidades fabulosas por su alternativa; pero Belmonte, torero de gestas y de gestos, decidió tomarla en Madrid, nada más y nada menos que en la primera plaza del mundo. La corrida se organizó para el día 16 de octubre del citado año 1913. Los toros serían de la ganadería de Guadalest y los matadores, Machaquito – que se retiraba en plena gloria--, el Gallo y el neófito Juan Belmonte.
Ni que decir tiene que la expectación era enorme, el lleno rebosante y los precios de las entradas por las nubes. Pero el hombre propone y Dios dispone. Los toros de Guadalest fueron rechazados por los veterinarios en el reconocimiento y, en su lugar, la empresa decidió traer una corrida de Bañuelos.
La presentación y trapío de estos toros no debió satisfacer al público madrileño, ya que salieron al ruedo ¡once toros! Las broncas fueron mayúsculas y el escándalo tuvo, en algunos momentos, caracteres de conflicto de orden público. Bueyada inenarrable, toros ilidiables con los que no se podía hacer nada. Algunos fueron condenados a banderillas de fuego.
La prensa dio cobertura al acontecimiento con fotos y texto destacado. La revista “Blanco y Negro”, publicaba dos fotos de la alternativa. En una se ve a Belmonte recibiendo los trastos de manos de Machaquito, pero ambos muy atentos al lugar en que estaba el toro y no muy centrados en la ceremonia. En otra se ve como el público saltó al ruedo y las fuerzas del orden, sable en mano, acompañados de subalternos y personal de la plaza, trataban de restablecer el orden. Se publicó lo siguiente:
“Se celebró la ansiada corrida de alternativa de Juan Belmonte, y ha sido uno de los acontecimientos grandes que pasarán a la historia; pero a la historia de los escándalos, pues no es fácil se registre otro mayor y en el que, hablando en justicia, más noblemente haya procedido un público como el de Madrid, el más bonachón y el más explotado de todos los públicos de España.
En resumen: que de siete toros de Bañuelos hubo que devolver cinco, por mansos unos, por chicos otros y por inútil otro.
La alternativa la recibió Belmonte, y, para que la historia lo sepa, fue con un toro, o lo que fuera, de Olea que se llamaba “Larguito” y era negro e insignificante, y Machaco fue el encargado de dar el espaldarazo.
Menos mal que para Belmonte que el último de la tarde, un torillo sin cuernos que entró y salió bien, le dio ocasión de lucir su extraordinario arte en la especialidad exclusivamente de las verónicas, los pases naturales y el molinete, todo con sello de especialista, calificativo que le cuadra mucho más que el de fenómeno. El público desbordó justamente su entusiasmo en esta parte”.
“Fue aquella una corrida de emociones. Yo no sufrí mas congojas en toda mi vida.¡Puse tanta ilusión en esta alternativa!”
En esta corrida, como ya se ha dicho, se lidiaron hasta once toros: ocho de Bañuelos, uno de Olea y dos de Guadalest.
Don Modesto vio y escribió de la alternativa de Belmonte lo siguiente:
“Si ayer no se rompió la frente contra el suelo fue precisamente por ser un fenómeno.
De esa manera de torear de Juan de capa haciendo de los toros mansos, bravos, y de los bravos, cumbres de sangre; esa manera de jugar la muleta, en lucha franca, y cara a cara con el bruto que le lame cien veces los alamares de la chaquetilla, no tiene, ni ha tenido igual nunca en la lidia de los toros.
Es un asombro; es un caso increíble si no se viera. Es un fenómeno
Yo confieso que no me acuerdo de Rafael Lagartijo ni de Salvador Frascuelo cuando veo torear de capa a Belmonte. Cuando éste lo hace no puede uno acordarse de nadie, porque torea como nadie.
Si Guerrita, Frascuelo o Lagartijo ganaban seis mil pesetas cuando se retiraron, Belmonte solo por torear de capa, debía ganar sesenta mil. Ni Guerrita ni nadie torea de capa como ayer toreó Belmonte a su último toro…
Si será grande el poder de este fenómeno, que ayer, después de una desesperante corrida de bueyes, con el ánimo echando lumbre al sentir la burla que de la afición se estaba haciendo, Belmonte en el sexto hizo tales cosas toreando con la capa y otras tales toreando de muleta, tan estupendas, tan maravillosas y enormes que casi se olvidó el publico de la tormenta que había pasado y rompió a aplaudir, y sus mejillas se enrojecieron de alegría y entusiasmo”.
Don Modesto, pasa a continuación a describirnos la faena de muleta de Belmonte a este sexto toro:
“Dos pases naturales, corriendo la mano prendido el hocico del toro en los vuelos de la muleta, y dando tripita, para demostrar que no había encorvamiento, y con la barbilla metida en el pecho, y con la mano del engaño baja, describiendo lentamente un semicírculo y enmendarse sobre los talones para buscar la cara del toro; y así, dando pases de indescriptibles continuó el trianero.
¿Quién ha toreado nunca mejor...?
Ya veremos sin con toros de muchos pitones se puede hacer.
Resumen…. ¡Ya es matador de toros Juanito Belmonte!
¿Matador de toros, dije?
Belmonte, con el capote y la muleta es un fenómeno.
¿Durara mucho?
Eso los toros lo dirán, si no le mata uno; pero ese toro habrá matado al mayor fenómeno que hasta la fecha ha tenido la tauromaquia. No lo duden ustedes”.
Don Quijote (José Díaz de Quijano) presenció la corrida y nos relata:
“Todo redundó en perjuicio de Belmonte, a quien se recibió con manifiesta hostilidad, y se pitó con fuerza durante la ceremonia de la cesión de trastos en el sustituto duplicado del primer bañuelo. Todo le rodó mal. ¡Pero como torearía este muchacho para conseguir en el sexto toro -¡que era el undécimo!- la ovación que escuchó al lancearlo! El público que había estado exhibiendo, en actitud airada y peligrosa toda la tarde, los billetes de la corrida, pidiendo la suspensión y la devolución del dinero, se los guardó de pronto para batir palmas en frenética ovación. Fueron unas verónicas, con un farol rematadas con medias nuevas, no soñadas hasta que él advino al toreo.
Toda la tarde lució destellos de su arte emocionante y revolucionario, y no fue poco, dada la indescriptible mansedumbre del ganado. Pero en conjunto, la alternativa resultó un fracaso rotundo. En el último toro la faena fue una sucesión de pases sueltos, aunque hermosísimos, en los que no logró sujetar al huidísimo toro. Matando, mal, desgraciado. Entraba derecho, pero sin noción de la suerte y sin fuerza en el brazo.
Es el mismo fenómeno que conocimos en febrero; que torea como nadie ha toreado por verónicas y al natural, pero tiene que aprender muchas cosas todavía. Dejó mala impresión en esta corrida, no obstante haber arrancado a viva fuerza ovaciones inenarrables”.
¿Puede imaginarse, en nuestros tiempos, las consecuencias para un matador que se doctorara con una corrida así? Tendría que valer mucho y que la afición lo estimara así, porque de lo contrario, el fracaso de su alternativa y tal vez de su futura carrera, le acompañaría para siempre. ¡Pero, claro, era Juan Belmonte, y ante él se rindió la afición de su época y se rendiría la del futuro! Como dijo el mismo Juan, refiriéndose a esa tarde: “Dentro de dos horas será de noche y cada uno se habrá ido a su casa.” En otra corrida saldrían las cosas mejor, como así fue en infinidad de ellas a lo largo de su brillante carrera.
Estos tres puntos de vista diferentes de la actuación de Belmonte, convergen en uno que será fundamental para el futuro del trianero: toreaba como nadie había toreado hasta entonces; por verónicas, al natural y adornándose con su famoso molinete, pero con quietud. La media verónica ejecutada por él era inigualable y se le llamó “media belmontina”. El público que asistió a la alternativa estaba convencido de que ese torero, era lo que Don Modesto llamó “un fenómeno” y que lo ocurrido en esa corrida fue cosa pasajera. También se le llamó Terremoto y el Pasmo de Triana. Belmonte es un revolucionario de las formas de torear, hasta entonces conocidas, basadas en las piernas. Con él llega la quietud. Llega el parar y el aguante a los toros. Juan Belmonte, templa y acomoda las embestidas de sus enemigos. Manda. Torero de inspiración. Torero que hacía prender la emoción en los tendidos ante su toreo. Es el creador del toreo moderno.
En esa época se decía: “Si no te quitas tú te quita el toro”, famoso dicho de Lagartijo; con Juan, vino el toro, él no se quitó, lo desvió con su capote o con su prodigiosa muleta, permaneciendo, sin moverse, en el sitio que ocupaba.
Hay tratadistas taurinos que lo consideran un revolucionario del toreo, otros, por el contrario, lo consideran un revelador de las formas de torear. Ese toreo lo vislumbraron ya los primeros padres de la tauromaquia; pero no fueron capaces ni supieron ejecutarlo delante del toro de su época, más fiero que el de la era belmontina. “Porque Belmonte reveló la verdad, se rebeló contra la mentira” –expresó la crítica-; pero tampoco puede considerarse mentira la forma de torear anterior, simplemente, fue otra forma de torear ante otro tipo de toro más duro y fiero. Algunos ejemplares, dada la inmensidad de las dehesas, no vieron a un ser humano hasta el momento del embarque con lo que ello significa.
¡Gloria a Juan Belmonte!
Octubre de 2013, en Collado-Villalba.
José María Sánchez Martínez-Rivero.
SEÑOR MARTINEZ RIVERO .ES USTED UN GRAN CONOCEDOR DEL MUNDO TAURINO.RECIBA UNA GRAN FELICITACION POR SUS ARTICULOS ,PERSONAS COMO USTED DEBERIAN TENER UN ESPACIO EN LA RADIO ASI ESPAÑA NO PERDERIA SUS TRADICCIONES. MARIA ELENA
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