Gesto de infelicidad de Manuel Jesús El Cid. Otros se alegrarán....
"...Los aficionados de verdad, lamentando que no hayan crecido los toreros que lo merecen, han disfrutado con el que lo ha hecho, aunque el fallo de los aceros no vaya a remover tampoco el sistema establecido. De este modo, el máximo triunfador de la feria ha sido el inmovilismo...."
"...Los aficionados de verdad, lamentando que no hayan crecido los toreros que lo merecen, han disfrutado con el que lo ha hecho, aunque el fallo de los aceros no vaya a remover tampoco el sistema establecido. De este modo, el máximo triunfador de la feria ha sido el inmovilismo...."
PASÓ LA FERIA DE OTOÑO...
Antolín Castro
Terminó el breve ciclo de la feria otoñal madrileña y si todo no salió al revés es que salió torcido. Suficiente como para que muchos, muchísimos, se estiren de los pelos y que algunos, un puñado, se froten las manos.
Terminó el breve ciclo de la feria otoñal madrileña y si todo no salió al revés es que salió torcido. Suficiente como para que muchos, muchísimos, se estiren de los pelos y que algunos, un puñado, se froten las manos.
Los muchos son los aficionados que no han visto cumplidas sus muy justas expectativas, parecía haberse hecho una feria para ellos, y los algunos son esa tropa de gente, taurinos amantes de lo establecido, del negocio cerrado en el que viven, que se dan por satisfechos con que esos toreros de la Ñ, y los que de verdad aprietan, no hayan conseguido certificar que hay una Fiesta mejor que la que ellos ofrecen.
Los toros han proporcionado mejor juego los que ellos proclaman y adoran, procedencia Domecq, en este caso Victoriano del Río, y la nada los supuestos encastados de Adolfo Martín. No se ha logrado que el cartel más interesante, véase el interés y el lleno, hayan dado un golpe en la mesa.
Es curioso que el torero que para todos tenía menos justificada su presencia, El Cid, haya sido el que mejor haya estado, si bien la espada haya dejado sin premio gordo su faena. También en eso se alegrarán esos algunos, pues no quieren a Manuel Jesús exigiendo en los carteles.
Doble curiosidad esta aseveración, los aficionados que no le veían en los carteles al de Salteras no tienen prejuicios y son siempre del que lo hace, de ese modo valoraron y disfrutaron con su toreo y sufrieron con su falta de acierto a espadas. En Madrid, mal que les pese a muchos, no hay favoritismos y si El Cid está bien pues otra vez todos del Cid… por ese día, claro. Luego aunque a él le moleste, si no está bien se quedará sin aplausos.
No ha importado que haya estado por delante de Iván Fandiño a quien se esperaba de verdad por su temporada, por su gran actuación en San Isidro y por sus ganas de dar la cara dos veces y con ganaderías diferentes -como saben, hay otros que no variarán de encastes por muchas veces que vengan- algo que siempre es de agradecer y valorar.
El respeto por todos los demás: Ferrera, Castaño, Aguilar, Adame, Fortes y el reciente doctor Ritter, se mantendrá pues se hacen acreedores a ello. Cada uno ha estado por debajo de las anteriores presencias, pero no tan por debajo como para olvidarnos de ellos.
La cuadrilla de Madrid, esa que se ganó el título en San Isidro, no revalidó con la misma nota su quehacer, pero Adalid y Sánchez saludaron en sus dos toros tras banderillear y Marco Galán fue muy aplaudió con su lidia capotera. Tito Sandoval, ante toros parados no pudo lucir.
En resumen, El Cid hizo lo mejor (también lo peor con la tizona), Ferrera y Fandiño se llevaron una oreja que no satisfizo del todo al cónclave y los demás solo alcanzaron a cumplir en distinta medida. Lo jodido es que el sistema seguirá proclamando que su ‘fiesta’ es más divertida y se han marchado satisfechos al ver que a los que venían arreando se les ha logrado frenar. Los necios son así, se conforman con que el mal ajeno no les haga quitar el vendaje de los ojos.
Los aficionados de verdad, lamentando que no hayan crecido los toreros que lo merecen, han disfrutado con el que lo ha hecho, aunque el fallo de los aceros no vaya a remover tampoco el sistema establecido. De este modo, el máximo triunfador de la feria ha sido el inmovilismo.
Para mi, el Cid, inolvidable, como se lo dije al Maestro, en otras tierras ante unos magníficos delantales. Su faena en la de otoño queda en mi memoria para siempre, tanto como muchas otras, ajenas, de ciertas "figuras", ya están en el olvido. Qué parco, qué vertical, qué elegante, qué magisterio en suma. Triste el fallo con la espada pero para un buen aficionado las dos orejas, aunque no cortadas esa tarde, estarán siempre en sus manos. Bravo, MAESTRO !
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