Plaza de toros de Almería.
Miércoles 27 de agosto de 2014. Primera de feria. Calor africano y nunca mejor dicho con más o menos, más bien menos media entrada muy repartida en sombra porque en sol solo estuvieron unos pocos atrevidos…
Miércoles 27 de agosto de 2014. Primera de feria. Calor africano y nunca mejor dicho con más o menos, más bien menos media entrada muy repartida en sombra porque en sol solo estuvieron unos pocos atrevidos…
Seis toros de Torrehandilla, de muy bonita presentación y nobles en distintos grados. Así el primero aunque débil tras pegarse un volantín. Excelente por el derecho el segundo pese a las veces que se metió por ese mismo lado. Noble y con clase por el lado izquierdo el también débil tercero. Noble muy a menos el cuarto. Manejable sin clase ni fondo el quinto. Enrevesadillo el sexto.
Antonio Ferrera (marino y oro): Estocada baja, aviso y gran ovación. Dos pinchazos y estoconazo, oreja.
Paco Ureña (negro y oro): Estocada trasera, oreja. Bajonazo, pinchazo y descabello, palmitas con saludos.
Juan del Álamo (palo de rosa y oro): Dos pinchazos y estocada, ovación. Estocada, palmas en su despedida.
No fue fácil entrar en la localidad que nos dieron los encargados de la empresa que, curiosamente, comanda desde este año el matador de toros lo cal, Ruíz Manuel. Un orondo portero nos impidió el paso bastante violentamente por cierto y cuando le dijimos que el carnet que nos dieron con fotografía personal y todo en el que en la parte posterior estaban escritos los números del tendido, de la fila y del asiento, nos espetó que hasta que un tal Pepe no lo autorizara, que nanay de la china. El tendido 1, por cierto, estuvo cuasi desierto a la hora del paseo. Pues bien, llegó Ruiz Manuel a solventar la papeleta y el gordito le dijo que hasta que Pepe le dijera que sí, no nos dejaba entrar. Posteriormente, llegó el hijo de Oscar Chopera, Guillermo, y logró que pudiéramos ocupar nuestra localidad aunque el gordito le dijo que le obedecía bajo su entera responsabilidad… Increíble. Increíble aunque en muchas plazas de provincias ocurren cosas parecidas porque hasta los porteros se sienten capitanes generales.
La plaza de Almería, propiedad de la familia Cuesta con don Manuel al frente, siempre está impecable y los balcones de las andanadas siempre divinamente adornados con mantones de manila de varios colores y bordados. Algunos, verdaderas obras de arte. Son los que ocupan las grandes familias almerienses y en los que, tras el arrastre del tercer toro, sirven no meriendas sino opíparas cenas con toda clase de manjares y bebidas muy frías, champagne incluido. El pueblo llano no se queda atrás. Por los tendidos y gradas circulan bocadillos, canapés, hojaldres, pastelitos y qué sé yo cuantas cosas más. Yo subo a veces al palco de mi amigo Juan Antonio Gómez Angulo. Pero cuando estoy en callejón o en el tendido, nunca faltan amigos que me ofrecen de lo que ellos llevan. Gracias a todos. Pero dejémonos de meriendas y vamos al toro.
El primero, un bonito colorao que salió brioso y metiendo la cara, se pegó un volantín al rematar Antonio Ferrera con una segunda media verónica los lances con que le saludó. Puyazo justito por la escasa fuerza del burel. Y nueva pérdida de manos al meter la cara en la segunda verónica del quite de Ferrera quien, acto seguido, banderilleó con los palos adornados según su costumbre, la bandera estremeña el primero que clavó muy trasero caído. El segundo con la bandera de España que clavó mejor. Y el tercero de nuevo con la bandera extsemeña por los adentros que fue el único que se aplaudió. Ferrera se llevó el toro a los medios y se pausó llevando la muleta derecha a media altura que manejó con la donosura que últimamente prodiga. No bastó llevar el engaño así porque, en la segunda tanda, volvió a amagar con caerse. Sin embargo, los pases que dio sobre ambas manos Antonio, aunque forzosamente aislados, tuvieron tanto temple como calidad. La ajustada a la que tuvo el toro que, de no haberse pegado el volantín ya anotado, hubiera sido superior. Precisamente, por la mañana se le entregó al ganadero en la Capilla Sixtina del Flamenco, El Taranto, el premio al mejor toro del año pasado. Ferrera pudo completar y hasta redondear la faena, adornos incluidos, gracias a su irreprochable técnica, templanza y el buen gusto que derrocha cada tarde desde hace un par de años. Lástima que la estocada quedó caída. Sonó un aviso cuando doblaba el animal – nunca se debería ordenar en este postrer momento -, se pidió una oreja sin mayoría aunque con insistencia y no fue concedida en estricta justicia. Ferrera fue muy ovacionado, también el toro en su arrastre y el extremeño salió al tercio para saludar montera en mano.
Huidizo el cuarto al salir, con más plaza que el primero. Una vez parado por Ferrera, combinó verónicas, delantales y chicuelinas. Mono y mini puyazo recibió el burel. Revolera de Ferrera y a banderillear. El toro se fue muy arriba y Ferrera anduvo muy en su papel con tres pares de su particular cosecha. Salto y giro en la cara del toro antes de clavar el primero. Para el segundo mandó callar a la banda de música, quebró en falso y, al volverse, otro quiebro clavando en la cara. Y el tercero al quiebro por dentro junto a las tablas. Enorme la ovación al correr por delante del toro a lo Fandi. Brindis al cónclave y a placer alternando el toreo fundamental con el de bisutería fina. En el fundamental es en el que Ferrera se ha convertido en gran intérprete. Y en el de bisutería, la gruesa ha dado paso a la fina. Con este cuarto, que fue tan noble como los anteriores aunque muy a menos en brío, Ferera quiso cortar dos orejas. Pero las intermitencias y desajustes forzados por ir yéndose el toro abajo aun dentro de las buenas intenciones con que lo toreo de principio a un fin a la par festivo además de torero, al pinchazo que antecedió a la estocada y a lo que tardó el toro en doblar, quedó en una.
Muy bonito el negro segundo, con sobrada cara y muy noble como pudimos apreciar en los ajustados y templados delantales con que saludó Paco Ureña. Bravo en la vara. Tampoco le pegaron por su escasa fuerza. La eterna canción. Pero bueno… Quizá por esta poca fuerza fue por lo que el animal se coló un par de veces por el pitón derecho. Muy buenos pares de Curro Vivas. Ureña brindó al respetable. Buenas maneras en los muletazos por alto iniciales y otra colada más, la tercera, por el lado derecho. Hondura en los redondos y el de pecho de la primera ronda. Y soberbio en la segunda aunque el toro volvió a meterse un poco por el señalado pitón diestro. Remiso el toro por el otro pintón, los naturales no tuvieron el mismo ritmo ni fundamento. Insistió y tuvo que ser el torero quien tuvo que hacerlo todo, aguantando y tirando del burel. Paseo y más con la derecha, más cortitos los pases que los anteriores que no por ello, meritísimos. Y el ya inevitable arrimón que fue muy cortito. Un señor a mi lado dijo que también pegó “estatutarios”…. Y estoconazo trasero entrando de verdad.
El quinto, con más kilos aunque con menos cara, no fue como el segundo. Menos fuerza y menos clase. Se lo llevaron los kilos de más. Se defendió mucho al sentir el hierro del buen puyazo que recibió. Estupendo Antonio Hernández. El único puyazo en forma de la tarde. No así los pares de banderillas salvo el tercero. El lorquino estuvo bien y con ganas aunque aceleradillo e interrumpido por los fallos del animal. Mediada la faena, se entonó mucho al natural. Hubo más acople entre ambos contendientes hasta los postres que fueron sucios por querer hacerle al toro lo que no admitió, remediados en parte de nuevo con la izquierda y otra vez mal con la derecha. Se pasó de metraje el de Lorca y lo bueno que hizo se olvido mientras el toro se rajaba. Hasta manoletinas añadió. Un banquete ciertamente desigual entre viandas de medio pelo y cacahuetes de esos que llamamos jamón del mono. Mató de un bajonazo infamante, pinchazo y descabello. Mejor hubiera sido matarlo antes. Y las primeras palmas se trocaron en algunos pitos.
Al tercero, parecido al anterior, Juan de Álamo lo recibió con una larga de rodillas en el tercio y un largo ramillete de lances que fueron creciendo en temple y calidad siendo muy jaleados. Galleó por bonitas chicuelinas, tomó el toro el puyazo breve de rigor – había echado las manos por delante en su salida – y un segundo picotazo de fatal colocación y otro arriba tras rectificar. Corto quite de Ferrera para no molestar. Y un tercio de banderillas no del todo brillante por lo que el animal calamocheó, hasta se fue a tablas y se dolió. Brindó el salmantino una faena de gran corte aunque tuvo que hacer de enfermero como lo hiciera su majestuoso paisano, El Viti. No bastó. El toro perdió las manos. Excelentes los pectorales y ajustada perdida de pasos cuando hizo falta. Al natural, el toro fue menos cómodo en los primeros por echar la cara arriba. También perdió las manos en la primera ronda. Pero la segunda fue estupenda. Del Álamo toreó muy despacito. A cámara lenta. Lástima del desarme y los últimos en los que el toro protestó como consecuencia de lo anterior. Otro arrimoncito que ya estamos hasta las narices de vérselos a casi todo el escalafón y dos pinchazos previos a una estocada. Fue ovacionado con fuerza.
Muy corretón y distraído de salida el último, ya de la noche. Echó las manos por delante y se fue a tablas tras algunos lances nada lucidos de Juan de Alamo. Poca fuerza y, en definitiva, que segundas partes nunca fueron buenas como dice el refrán. Tomó un puyazo en regla aunque corto y perdió las dos manos al salir. Hubiera sido de agradecer que el resto de la lidia hubiera sido breve y concisa. Pero fue costosa y más larga de la cuenta. Es hora ya de que los nuevos toreros se parezcan más a los abuelos que a sus padres. Las figuras de hace 40 años, no se andaban con aburridas contemplaciones como los papás, salvo escasísimas excepciones. La de ayer con este sexto toro fue la postrera parte de la faena del salmantino, capaz al fin de meter en cintura al animal aunque ya fue demasiado tarde, llegando incluso a recibir una voltereta muy seria. Menos mal que mató al primer envite.
En cualquier caso, los dos más tiernos matadores de ayer hicieron un notable esfuerzo no solo para llegar muy arriba. Supongo porque ya saben que entre quienes llegan detrás hay tres que pueden hacerles pensar mucho: El peruano más joven de los Roca Rey, José Garrido y me dicen de uno más de Jerez, llamado Ignacio Bonamati. Cuidado con ellos.
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