Temer por Bilbao / por Ricardo Díaz-Manresa

Bilbao 2014 / Foto La Loma

"...Bilbao sigue siendo la tercera feria de España, pero algunos miembros del taurinismo exponen sus temores. El público, aunque aumentó este año, no es el que corresponde en número a las buenas combinaciones que se ofrecen. Vitoria no rompe y lo de San Sebastián es indignante...y ese es el ambiente..."

Temer por Bilbao

• Desconozco la influencia que ejercen los antis en el entramado social bilbaíno ni los políticos horrendos nacionalistas contra la llamada fiesta de los toros. Nacionalistas, exterroristas, simplemente antis o sólo indiferentes.

Ricardo Díaz-Manresa

Unas declaraciones de Pablo Chopera lamentándose por Illumbe y las mascaradas en su ruedo durante la Semana Grande y pidiendo ayuda también para Bilbao, me han puesto sobre la pista.

Bilbao tiene los mejores carteles y ganaderías destacadas siempre, con unas combinaciones muy atractivas que harían las delicias en cualquier parte de España. Los toreros temen al toro de allí –el famoso toro de Bilbao, como el de Madrid o Pamplona, no más- pero saben que el público es amable. Hay pocos entendidos y muchos respetuosos. Tiene una presidencia dura, a veces justa y otras injusta (como la de este año, especialmente con Perera, consecuencia de antigüas rencillas que vienen de cuando Miguel Ángel llegó a Bilbao, le descubrieron a mediodía una lesión muy seria que le hizo cortar la temporada, tuvieron que llamar de urgencia a Urdiales que no pudo recoger ni su traje de luces y salió de prestado y el presidente hizo unas declaraciones poco lógicas y menos respetuosas).

A Bilbao, como feria, la ponen por las nubes y es cierto que está en el triángulo fundamental con Sevilla y Madrid. La de abril, la marca San Isidro y las Generales son las que parten el bacalao de la temporada, con la anécdota histórica, espectacular y grandiosa de sanfermines, sus toros tremendos y sus encierros números uno en el ranking mundial sin competencia en ninguna parte.

Se pasa muy bien en la feria de Bilbao, tanto dentro como fuera de la plaza, con un ambientazo increíble, hasta tal punto que he dicho y lo mantengo que en algunas cosas me gusta más que la de Sevilla. La cara que pone mi mujer, sevillana y además sevillanísima ejerciente y toda su larga familia no se la puedo describir, pero es así.

Pero Bilbao tiene sus puntos frágiles. Es una plaza cara que en los últimos años no se llena nunca. Comparen su aforo, nunca cubierto, que llega a los 14.700 espectadores con los 50.000 del miércoles en la inauguración del nuevo San Mamés, en la eliminatoria para meterse en Champions. Claro que nunca tienen nueve partidos seguidos como corridas en Vista Alegre.

Afición numerosa no hay. Viendo dos o tres de las nueve tardes nadie puede decir que es aficionado, más si las fiestas tiran y hay que dejarse ver en la plaza. El número de personas que viajan a Azpeitia, Pamplona, Santander y las plazas de Francia tampoco será muy numeroso.

Desconozco la influencia que ejercen los antis en el entramado social bilbaíno ni los políticos horrendos nacionalistas contra la llamada fiesta de los toros. Nacionalistas, exterroristas, simplemente antis o sólo indiferentes.

Y la crisis económica que seguirá influyendo, aunque me parece haber visto más público que el pasado año, que fue verdaderamente preocupante. El caso es que con Madrid no la pueden ni comparar por número de festejos, abonados, población etc. Puede ser la feria que más guste a algunos pero nunca la mejor ni la más nombrada ni la que reparte después contratos y dinero.

El caso es que este año, como otros anteriores, he visto más bilbainadas (salirse fuera del tiesto) que bilbaínas (aumentar el prestigio de la plaza). Bilbainadas es no llenar ni un día la plaza con los carteles que les ofrecen, no mimar yendo a los tendidos a ver a Ponce y Juli, sus consentidos, ver cumbre a Perera y no volver al día siguiente para su segunda actuación, no enterarse y no pedir más la oreja del 5º jandilla tras faena para no olvidar y difícilmente repetible, dejar tirado al Juli en su gesto ante la interesantísima corrida de la Quinta con una pobre entrada para el acontecimiento y la persona, despreciar la clásica de Victorino no cubriendo ni media plaza, ni agradecer con presencia masiva el día de los 25 años de alternativa de Pablo Hermoso y Enrique Ponce etc

Son cosas verdaderamente bilbaínas la amabilidad del público aunque le cueste entregarse, el ambientazo en hoteles taurinos y coloquios, cómo se respira la fiesta en la ciudad, la combinación de toros por la tarde y teatro por la noche, la buena gastronomía, el tenerlo todo a mano hasta el punto que se puede cubrir andando.

Sí, Bilbao querido pero no exageremos, que nos reflejen el Bilbao de la realidad no el Bilbao del cuento.

Y por eso habrá que hacer algo por Bilbao antes que temer por Bilbao. La Junta Administrativa ofrece cada año lo mejor de lo que hay. No se trata pues de criticarla, ya que este año además incluyó –mirando al futuro- una sin picadores y otra con ellos, en la que estalló Garrido. Su labor es la contraria que en Sevilla en la que maestrantes y empresas la minan cada año ni la de Madrid que no atiende para nada al cliente, al aficionado y sigue la rutina de llenar la bolsa. Es inexplicable la fidelidad madrileña –bajando- pero tiene unos precios estupendos y un producto verdadero. Vista Alegre necesita más marketing y rebaja de precios.

En la globalidad taurina de los vascos, Bilbao está a la cabeza de las mejores de España, sí, pero con temores. Vitoria no acaba de romper y lo de San Sebastián es una gran pena para los que estuvimos en el delicioso Chofre y pisamos Illumbe, el sueño del gran Chopera.

Y es que nos faltan y les faltan líderes.

Que aparezcan en los despachos y que los novilleros interesantes y emergentes -nacido al toreo como milagro en el 2014- lo arreglen. Los temores que vienen todavía no son graves para Bilbao. Con lo que hay ahora, puede mantenerse siempre.

Pero es que el poder maldito, como en Donosti, puede crecer y sale de las urnas.

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Avance taurino