"...Lo que se criticaba de Cruyff era justo lo que no podía achacársele a Guardiola: que cambiara su forma de entender el fútbol única y exclusivamente cuando visitaba el Bernabéu. Que es, punto por punto, lo que precisamente ahora le están afeando en la ciudad condal a Luis Enrique, que se ha llenado la boca predicando una idea que el sábado se encargó de abortar él mismo..."
Los dodotis de Cruyff
Algo sí hay que reconocerle a Pep Guardiola: su equipo jugaba en el estadio Santiago Bernabéu exactamente igual que en el resto de campos de la Liga española. Y no le fue mal, la verdad. Lo que quiero decir, y sin entrar en otro tipo de valoraciones extrafutbolísticas, es que ese Barça jugaba siempre a tocar y tocar y tocar y volver a tocar, y lo hacía independientemente del nombre del equipo que tuviera enfrente o del escenario del partido... A mí, qué quieren que les diga, me aburría soberanamente ese fútbol-adormidera, pero habrá que reconocerle a Guardiola que, al menos en eso, no mentía. El resto de su "mensaje" era una farfolla independentista aderezada de victimismo y complejo de inferioridad, pero dijo que moriría con su estilo y lo hizo.
Claro que, nada más llegar, Pep se encontró con un Puyol de 30 años, un Xavi de 28, un Iniesta de 24 y un Messi de 21. Hoy Puyol es el ayudante de Zubizarreta, Xavi no se ha ido a Estados Unidos de puro milagro, Iniesta es la sombra del jugador que fue y a Messi ya le han pillado el truco del conejo y la chistera. Lo que le pasó a Luis Enrique el sábado ya le sucedió a Cruyff en su momento. En cuanto Cruyff, que es el verdadero padre de aquella criatura a la que se bautizó con el nombre compuesto de Modelo Valors, aterrizaba en Barajas para jugar contra el Real Madrid le entraba una migraña de tres pares de narices, se acobardaba y empezaba a hacer cambios en el once titular que no tenían sentido.
Lo que se criticaba de Cruyff era justo lo que no podía achacársele a Guardiola: que cambiara su forma de entender el fútbol única y exclusivamente cuando visitaba el Bernabéu. Que es, punto por punto, lo que precisamente ahora le están afeando en la ciudad condal a Luis Enrique, que se ha llenado la boca predicando una idea que el sábado se encargó de abortar él mismo. O, dicho de otro modo, Luis Enrique acaba de heredar los dodotis de Johan Cruyff. Ahora, si quiere sobrevivir ahí, el asturiano, que fue cocinero antes que fraile, está en la obligación de convencer a los damnificados del Bernabéu de que no ha caído en las redes de las vacas sagradas, que será justo y que ya está aprendiendo a controlar de nuevo los esfínteres para la próxima vez que venga a jugar contra el Real Madrid.
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