!Salud, maestro, enhorabuena por tu sexto Escapulario en la plaza más antigua y señorial de las Américas y que sigas hasta que te de la gana!
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El inacabable y universal poderío de Ponce
Ni siquiera los muy pocos que apostamos todo por Enrique Ponce desde que empezó a torear sin picadores – su inolvidable abuelo Leandro y Juan Ruíz Palomares, su apoderado, desde sus primeras tardes de becerrista, y yo desde la tarde en que debutó con caballos en Castellón cuando, luego de quedar deslumbrado, me atreví a dedicarle un artículo en la revista “Toros´92″ titulado “Va a ser figura grande” – podíamos imaginar esta sin igual e incesantemente creciente permanencia en la cumbre del valenciano. Al cabo de casi treinta años de aquél debut en la feria de La Magdalena, podemos decir que Enrique Ponce ha superado todos los pronósticos positivos, empezando por el mío.
Bien es cierto también que, en una de sus primeras corridas triunfales en la Plaza México, tras ver desde el callejón como sus pies parecían empezar a hundirse bajo la arena mientras toreaba – la ligereza corporal de Enrique hasta entonces hacía parecer que su centro de gravedad corporal aún flotaba sobre el ruedo – yo mismo le dije: “Ni tu mismo, Enrique, sabes todavía hasta donde vas a llegar…”. Pues bien, tampoco aquél día y pese lo que le dije, llegué a imaginar que ese “hasta donde” llegaría con el tiempo hasta un milagroso “infinito” porque es el caso que, ni siquiera ahora que acaba de cumplir su cuarto de siglo como matador de toros, somos capaces de imaginar su limite. Pues es el caso insólito y creo sinceramente que único en la historia de quien se puede decir con toda la razón que no tiene techo adivinable.
Y si con los toros de cualquier clase y condición a lo largo ya de sus casi 2500 corridas toreadas está siendo capaz de lograr estas inalcanzables cotas en todas las plazas del mundo, ¿cómo negar que, además, las ha alcanzado contra el incesante viento y la pertinaz marea de sus detractores que, hasta ayer mismo en Lima seguían estúpidamente empeñados en negar su excepcional valía?
Una vez dije de Enrique Ponce que no era un torero ciclónico ni borrascoso como los varios que le han ido saliendo al paso tratando inútilmente de superarle, afirmé que mucho mejor era compararle con un inmenso anticiclón que ya lleva años y años sin moverse y, por tanto, capaz de parar cualquier tormenta.
Tantos rayos como truenos han caído sobre este cuasi sobrenatural maestro. Y todos, absolutamente todos han sido, no digo rechazados porque Enrique nunca fue alguien radical ni violento, sino pacificados.
Toreó como fue siendo como persona y estando como profesional volcado por entero en su afición. Torea todavía como es y como está, a gusto consigo mismo como torero y como persona. Torea con pacifica y libre creatividad. Torea con la facilidad de los divinos. Torea sabiendo quien sigue siendo y ni siquiera él sabe hasta cuando y hasta donde.
!Salud, maestro, enhorabuena por tu sexto Escapulario en la plaza más antigua y señorial de las Américas y que sigas hasta que te de la gana¡.
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