"...Valencia da para mucho y siempre nos ofrece buenas sorpresas al margen de las corridas de toros. Este año la hemos gozado visitando en la mañana del pasado sábado la exposición “Sorolla íntimo” en el Centro Cultural Bancaja. Una colección completa de los bocetos que el grandioso artista pintó previamente a los paneles sobre la “visión de España” que decoran la Biblioteca de la Hispanic Society Of América en New York..."
Varea, a hombros, y Ginés Marín dieron la talla de próximas figuras
Valencia da para mucho y siempre nos ofrece buenas sorpresas al margen de las corridas de toros. Este año la hemos gozado visitando en la mañana del pasado sábado la exposición “Sorolla íntimo” en el Centro Cultural Bancaja. Una colección completa de los bocetos que el grandioso artista pintó previamente a los paneles sobre la “visión de España” que decoran la Biblioteca de la Hispanic Society Of América en New York. En mi primera visita a la Gran Manzana no la vi porque no sabía de su existencia. Pero en la segunda y en la quinta, sí gracias a mis amigos newyorkinos. Me quedé fascinado. Y aún más cuando los paneles debidamente restaurados se exhibieron en varias ciudades españolas. La primera, precisamente en Valencia. Etas exposiciones de Sorolla sobre las costumbres y fiestas de todas las regiones de España son el mejor símbolo de la riqueza cultural de nuestra variada Nación y la prueba de su grandeza. Quienes ahora intentan desmembrarla, deberían visitar esta colección de valor incalculable, tanto económico como cultural y sentimental. Sorolla también fue un gran aficionados a los toros como prueban mucho de sus cuadros. Pero Sorolla seguro que no sabía que unos locos insensatos iban a intentar desunir lo que él unió para que perdurara y asombrara a través de los siglos.
Valencia también me dio ayer otra grata sorpresa cuando al regresar de la exposición llegue al hotel y buscando donde almorzar por estar cerrados los sitios más cercano, encontré abierto un pequeño restaurante que se llama “J 14 St”, en donde fui atendido por su dueño y cocinero que me ofreció sepia guisada con sobrasada y un rabo de toro para chuparse los dedos, regado con un buenísimo tinto de la tierra llamado Alturia que recomiendo.
Pero la mejor sorpresa de la jornada aunque ésta esperada, fue ver y disfrutar con las actuaciones de los novilleros Ginés Marín y Varea frente a reses muy bien presentadas, casi una corrida de toros, de El Parralejo. Los hubo más o menos enteros, con mayor o menor fuerza y nobleza, pero dando juego más que suficiente para que los actuantes pudieran dar la medida de sus respectivas posibilidades toreras.
Seguía reinando el frío invernal que nos viene azotando estos últimos días en Valencia aunque menos viento que en la jornada anterior. Mejoró un poco la entrada respecto a la primera novillada – una pena taquilleramente hablando este final de feria post San José –, pero lo que verdaderamente mejoró fue volver a comprobar que Ginés Marín y Varea tienen virtudes para dar y tomar. Cuando hace días les vimos actuar juntos en Olivenza, quien ganó la partida fue Marín. Pero ayer quien salió a hombros fue Varea. La cerril actitud de la presidencia en conceder a Marín la oreja del segundo novillo impidió que ambos abrieran la puerta grande. Pero esta disparidad en los premios fue meramente circunstancial y anecdótica.
Lo importante fue que ambos salieron en plan de si tu bueno yo mejor y que a la gran capacidad que les es propia, añadieron maneras de elegante naturalidad, gran facilidad, verticalidad, temple, armonía, gran belleza interpretativa en definitiva y grados más que suficientes para que, en cuanto tomen la alternativa, manden a unos cuantos a su casa. Ya iba siendo hora, por cierto, de que una nueva generación de toreros llamara a las puertas de La Fiesta con tanta fuerza.
Pero por dar a cada cual lo suyo en esta novillada, justo es decir también que Varea toreó ayer con el capote más despacio y con una finura más distinguida que habíamos visto en toda la feria. Por eso se ha llevado el premio al mejor toreo de capote de los novilleros.
Ginés Marín dio una vuelta al ruedo tras matar al segundo novillo, y cortó una oreja del quinto. Varea perdió la del tercero con la espada y cortó las dos del sexto. Y ninguna consiguió Jorge Expósito de sus dos oponentes aunque pudo cortar una oreja de poco peso del cuarto. Sin estar mal, Expósito, ni mucho menos a la gran altura de sus dos privilegiados colegas. Expósito es uno más. Marín y Varea dos llamados a ser figuras del toreo.
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