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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 29 de diciembre de 2016

Espanta leer a algunos “especialistas” sobre lo que todo en el toreo debería ser / por J.A. del Moral



Lo que está ocurriendo con Andrés Roca Rey y con sus más acérrimos partidarios es una locura. Sobre todo con los que están obligados a enseñar y en vez de hacer todo lo posible para que el torero se corrija – cuanto antes mejor – ensalzan el método más suicida que se pueda imaginar.
  • Resultar herido, morir incluso en el empeño de torear y de entrar a matar, siempre es y será posible. Pero como consecuencia de un accidente, generalmente por culpa del torero. Pero de ninguna manera porque se busque. Buscar el susto de los espectadores por muy emocionante que resulte no es de buenos toreros.

 J.A. del Moral · 28/12/2016
Espanta leer a algunos “especialistas” sobre lo que todo en el toreo debería ser

Por ejemplo, aquí tienen una muestra:

“... se perfila en corto, volcándose encima del toro. o mejor dicho, tirándose a matar para triunfar o morir, con la más profunda verdad para una estocada por cogida, quedando estrepitosa y feísimamente, librándose milagrosamente de varias cornadas…“
Pero hombre, por Dios, ni torear ni matar debe ser algo para triunfar o morir.

Resultar herido, morir incluso en el empeño de torear y de entrar a matar, siempre es y será posible. Pero como consecuencia de un accidente, generalmente por culpa del torero. Pero de ninguna manera porque se busque. Buscar el susto de los espectadores por muy emocionante que resulte no es de buenos toreros. El mejor toreo es es que se asienta en el valor, por supuesto, porque el valor es el que mejor permite discurrir delante de los toros, acertar con los procedimientos necesarios para que el los animales vayan mejorando sus condiciones o no empeorarlas cuando son buenas desde que aparecen en la arena. Y eso es la lidia, la mejor lidia. Pero asustar adrede también asusta a los toros porque violenta sus arrancadas. Se sienten burlados violentamente al obligarse a ir por donde no quieren. De tal modo, los animales pueden empeorar y los trances siguientes resultan cada vez más dramáticos. Crecen los sustos del publico al tiempo que decrece la calidad del toreo.

La calidad del toreo se define con el dominio, con la calma, con el temple, sin permitir un solo enganchón de los engaños, con la relajada actitud de quien torea como si estos engaños fueran miembros del cuerpo de quien los porta.

Me sorprende que personas supuestamente entendidas en la materia taurómaca se dejen llevar por sentimientos netamente partidistas. Eso nunca lo vi en Acho y menos en los críticos peruanos. Sobre todo los limeños a quienes siempre admiré.

Atreverse a escribir de toros sin saber, es un pecado taurino gravísimo porque malforma a los lectores que no saben y, por tanto, una irresponsabilidad. Pero siguiendo con lo que ha motivado estas líneas, hago una pregunta clave:

¿Cuantas veces entrando a matar ha resultado cogido quien mejor mata actualmente con notabilísima diferencia, que no es otro que José María Manzanares? Ninguno que yo sepa, tanto a volapié como en la suerte de recibir que Manzanares practica con más destreza, certeza y frecuencia que nadie en toda la historia del toreo.
Pues bien, este es el modelo. ¿O no?

Lo que está ocurriendo con Andrés Roca Rey y con sus más acérrimos partidarios es una locura. Sobre todo con los que están obligados a enseñar y en vez de hacer todo lo posible para que el torero se corrija – cuanto antes mejor – ensalzan el método más suicida que se pueda imaginar.

Es comprensible que los aficionados peruanos se muestren encantados y entusiasmados con su nuevo torero. No es para menos dado que es la primera vez que un compatriota alcanza el grado de figura en todo el mundo y en tan poco tiempo.

Nadie lo pone en duda, empezando por un servidor. Pero en lo que todos deberíamos estar de acuerdo es en que, precisamente porque ya es figura, lo que debe hacer es progresar en la técnica que es su mayor carencia. Esa técnica que debe aplicarse conforme a las condiciones de cada toro.
Y es que la técnica en el toreo no debe dejar nada al azar si se quiere durar. Y ya sabemos que si difícil es llegar, mucho más es permanecer.


Cuando en la pasada feria de San Isidro me encontré en los pasillos de Las Ventas con Juan Manuel Roca Rey al que considero uno de mis mejores amigos en Lima, tras darnos un abrazo le dije que por qué Andrés no dejaba de jugársela tan alegremente con toros que no se dejan hacer ninguna clase de locuras. ¿Es que no se lo habéis dicho nunca?, le pregunté.

Me contestó que se lo han dicho muchas veces pero que su sobrino siempre les contesta lo mismo. Que mientras no sea figura, lo seguirá haciendo…


Pero se ya lo es, le repliqué. Lo es y lo fue con más fuerza en lo que duró su temporada hasta que tuvo que cortarla por los tremendos percances que sufrió. Se veía que iban a llegar y llegaron…
Pero tampoco estos dos gravísimos y sucesivos tropiezos lograron que el torero cesara en su alocado empeño y todo parece indicar que va a seguir en el mismo plan.

Ojalá que no tenga que lamentarlo. Pero mucho me temo que, de seguir así, su carrera pende del hilo de la suerte y de Dios.

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