Ahora hay que ir a los tentaderos de la mano de un rico caprichoso que te lleve en su coche y sea amigo del ganadero. Luego, si el chiquillo en cuestión no tiene “ponedor” (gallinos les llamaban en otros tiempos por aquello de poner), y aunque haya demostrado que tiene algo todavía está muy lejos de arrancar, porque de luces se visten los que sus mentores entran en el treinta por ciento haciéndose empresa. Se acabó el romanticismo.
Si estará difícil la cosa...
Paco Mora
Emilio Muñoz, torero al que debo quizá los diez naturales más puros que he visto en mi vida, en una tarde de agosto en la Monumental de Barcelona cuando él era más joven y yo un poco menos viejo, dijo hace unos días que hoy para comenzar a querer ser torero lo primero que hay que tener es dinero. Triste, pero es una verdad como un templo. En estos tiempos que vivimos, si un chaval que sueña con ser torero no puede costearse el aprendizaje, ni tiene quien sea capaz de arriesgar un capitalito para ponerlo en marcha, es muy probable que no llegue ni a debutar con picadores por mucho que apunte. Parece mentira pero es verdad.
Ya no hay Dámaso González que viaje en los topes de los trenes de mercancías para desplazarse desde Albacete a las ganaderías de Andalucía, al conjuro del “queo” de un tentadero, para ver de saltar de la tapia y jugársela con una vaca cornalona en un “aquí estoy” que le sirva para poder repetir la suerte en otros cortijos. Ahora hay que ir a los tentaderos de la mano de un rico caprichoso que te lleve en su coche y sea amigo del ganadero. Luego, si el chiquillo en cuestión no tiene “ponedor” (gallinos les llamaban en otros tiempos por aquello de poner), y aunque haya demostrado que tiene algo todavía está muy lejos de arrancar, porque de luces se visten los que sus mentores entran en el treinta por ciento haciéndose empresa. Se acabó el romanticismo.
Ser torero siempre fue muy difícil, algo así como jugar a la lotería y que te toque, o hablar con Dios y que te conteste. Pero ahora es más difícil todavía. Tiene toda la razón mi amigo Emilio Muñoz. Es más, a estas alturas, aun demostrando capacidad para ser torero, no es suficiente. Ni incluso pasar con éxito el fielato de Madrid resulta definitivo. Hay que demostrarlo todos los días. Aquí ya no hay ganadera salmantina, ni vale de mucho ser un niño muy hombre que está delante de un toro. Aquí, chaval, deciden tu futuro un puñado de mercaderes que en el lado izquierdo solo tienen la cartera. Sí, puede salir un Benítez que arrolle, un José Tomas que cautive, incluso un Ponce y un Juli compendio de torería, pero: ¿les darían tiempo para cocerse y ponerse a punto? Lo dudo, ya todo el mundo tiene prisa por llevárselo calentito y en el menor tiempo posible. Si estará difícil la cosa...
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