Diego Ventura paseando el rabo. Foto: Plaza1
Un rabo de toro paseó Ventura en Las Ventas, sí señor, tras de la actuación prodigiosa de Fino y Dólar, dos caballos con tantos méritos como él, y un final electrizante tras un rejón trasero. La plaza se llenó de pañuelos que volaron sin fin hasta lograr que el hombre del palco, el Sr. Gonzalo de Villa, sacara tres consecutivos. Había autorizado el corte de un rabo en Madrid tras 46 años. Aquél, el de Palomo Linares, le costó el puesto al presidente Panguas, no sabemos si a éste le pasará lo mismo.
RABO DE TORO
S.I.18.- Último sábado de feria, última corrida de rejones, nuevo mano a mano con Diego Ventura de protagonista, Andy Cartagena a su lado, plaza casi llena, gente ilusionada con una tarde de caballos. Transcurrió con los toros de Los Espartales, colaboradores para los caballeros y sus triunfos.
Diego Ventura ya aseguró la puerta grande en su primero. Nazarí lo puso todo en banderillas para que así fuera. Dos orejas que ilusionaron a los tendidos. Quedaba tarde y dos toros por delante para que Ventura rematara la más grande de sus tardes en Las Ventas.
Cuando comenzó de forma campera con la garrocha, en el cuarto de la tarde, algo nos decía que estábamos a punto de presenciar aquello que Diego deseaba, sus seguidores también y el taurinismo reinante mucho más. Si el rabo de toro es un plato muy de Madrid, muy de la feria, de casi todos los restaurantes de la capital, no era motivo suficiente como para que el rabo de toro fuera el protagonista de la tarde, de la feria, del año y, si me apuran, del siglo XXI.
Un rabo de toro paseó Ventura en Las Ventas, sí señor, tras de la actuación prodigiosa de Fino y Dólar, dos caballos con tantos méritos como él, y un final electrizante tras un rejón trasero. La plaza se llenó de pañuelos que volaron sin fin hasta lograr que el hombre del palco, el Sr. Gonzalo de Villa, sacara tres consecutivos. Había autorizado el corte de un rabo en Madrid tras 46 años. Aquél, el de Palomo Linares, le costó el puesto al presidente Panguas, no sabemos si a éste le pasará lo mismo.
Después cortaría otra oreja, que pudieron ser más, en el sexto, pero el hecho histórico ya se había producido. Diego Ventura ha estado sensacional, sus caballos también, pero nos preguntamos si el nivel de exigencia de Madrid en estos festejos de rejones llega a la altura que le corresponde o es de la misma que en otras plazas volcadas en el triunfalismo de este tipo de festejos.
Allá cada cual con su opinión, la mía es que la mano del Usía estuvo muy floja y se dejó llevar por el mismo triunfalismo que inunda la fiesta en estos momentos.
Por fin, dirán muchos, mientras otros, los aficionados que más y mejor quieren defender la fiesta brava, encuentran un motivo más para llevarse las manos a la cabeza y elevar la preocupación por la cuesta abajo que, sin remedio, se ha instalado en la actualidad.
El toro quieren que no pinte nada en el toreo a pie, aunque algunos lo defiendan; aquí no lo defiende nadie, es sencillamente un comparsa que facilita triunfos así.
Abrió la tarde el caballero de Benidorm, Andy Cartagena, y no defraudó en el primero de su lote a sus seguidores, que son muchos. Una oreja para Andy en su primera comparecencia. En su segundo cosechó una ovación y gracias a esa espectacularidad de su forma de estar en la plaza arrancó otra oreja en el quinto. Todo le permitió para acompañar al gran triunfador por la puerta grande. En una situación así, con una más una, parece que debió de echarse a un lado.
Mañana el rabo de toro será lo más pedido en los restaurantes madrileños, aunque habrá menos oferta ya que Ventura se ha llevado uno para su casa.
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