El resultado del evento -¿no se dice así?- es que la gente fue a ver a JT, y a quien vio de verdad fue a Miguel Ángel Perera que corto tres orejas y un rabo e indultó a un toro que, sin el faenón del de Puebla de Prior habría pasado casi desapercibido, porque -y vuelvo a Crivell- al animal parece que le interesaban mas las tablas que la muleta del extremeño, que se la hizo tragar por decreto del “par” con que afrontó tarde tan señalada junto a señor tan principal.
- El fenómeno llego a Algeciras con sus tres Núñez del Cuvillo debajo del brazo y después de dejarlos hechos filetes para los carniceros, se marchó con la faltriquera repleta de pasta gansa. ¡Tutti contenti! ¿Alguien esperaba cosa distinta?
Algeciras superó el cataclismo
Paco Mora
AplausoS / Fotos: Arjona
Con la aparición en carne mortal de José Tomás en Algeciras ocurrió lo que
era de esperar. Aquello fue una Fiesta. El de Galapagar, bien podría decir como el Cesar: “vini, vidi, vinci”. El fenómeno llego a Algeciras con sus tres Núñez del Cuvillo debajo del brazo y después de dejarlos hechos filetes para los carniceros, se marchó con la faltriquera repleta de pasta gansa. ¡Tutti contenti! ¿Alguien esperaba cosa distinta? Como el golfillo madrileño del romance de Rafael Duyos “La Chata en los toros”, que tan bien declamaba Alejandro Ulloa, salió de la plaza de Madrid gritando desaforado: “¡he visto a La Chata!”, el del rincón del sur podría haber salido diciendo, pero con menos euforia: “¡He visto a José Tomás!”. Fuese y no hubo nada. La Fiesta sigue. Nada se ha roto, nada ha cambiado de sitio. Todo sigue igual…
Carlos Crivell, cuya opinión algún respeto merece, califica al toro de las dos orejas de “tan noble como soso” y al espadazo con el que lo despenó de “muy trasero y bajo”. ¿Qué se estuvo quieto durante la faena? ¡Faltaría más! Si al “monstruo” de la sierra madrileña le quitas la quietud y le impides que lleve sus “cuvillos” o sus “zalduenditos” del ramal, ya se me dirá lo que queda como pretexto para recitarle versos a la luz de la luna. Vamos, que no crujieron los tirantes del puente colgante de Cádiz con los naturales ni las estocadas de José Tomas.
El resultado del evento -¿no se dice así?- es que la gente fue a ver a JT, y a quien vio de verdad fue a Miguel Ángel Perera que corto tres orejas y un rabo e indultó a un toro que, sin el faenón del de Puebla de Prior habría pasado casi desapercibido, porque -y vuelvo a Crivell- al animal parece que le interesaban mas las tablas que la muleta del extremeño, que se la hizo tragar por decreto del “par” con que afrontó tarde tan señalada junto a señor tan principal.
¡Ah! Algeciras sigue haciéndole guardia a la península ibérica allá abajo, en el rincón del sur. El cataclismo JT ni ha alterado su orografía ni ha sido tal…
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