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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 26 de junio de 2018

Paradigmas / por Ignacio Ruiz Quintano


Thomas Kuhn, apóstol del paradigma

En España lo que falla es el habitante, y lo que falla
 en el periodismo es el paradigma.

Paradigmas

Abc
En España lo que falla es el habitante, y lo que falla en el periodismo es el paradigma.

El paradigma periodístico es que Trump es Hitler (quien, por cierto, no llegó al poder por las urnas de la democracia, como Trump, sino por los desagües del Estado de partidos, como Sánchez), y todo su afán es meter a Trump en ese molde. Un editor jefe de New York Times Magazine con cara de empleado del mes, Jake Silverstein, creyó conseguirlo con unas fotos de niños durmiendo en jaulas (“Konzentrationslager Auschwitz”!), pero alguien descubrió que las fotos habían sido publicadas por The Arizona Republic… en 2014, después de que… ¡Obama! (a cuyo lado, si hablamos de narcisismo, Trump es el cardenal Cisneros) detuvo a un millar de niños fronterizos. ¿Vamos a desperdiciar lágrimas por un niño enjaulado por Obama? Silverstein sabía que no, y atribuyó su “error” periodístico (el error que aprovecharon todos los “frutos secos” de Hollywood para proferir su majadero “to be, or not to be” de la compasión) al hecho de haber cometido la fechoría en fin de semana, distraído… “¡con la familia!”

Otro paradigma del periodismo es que Messi es el mejor futbolista de la historia, musa que entre los reporteros sólo se manifiesta por el método de Juan Santiuste, aquel personaje galdosiano que escribía la historia lógico-natural de España, no como ella fue, sino como debió haber sido. Para ellos ese cuento del reportero ruso preguntando a Pelé: “¿Cree que su Brasil de México’70 ganaría hoy a Argentina’18?” “¡Por supuesto!” “¿Por cuánto?” “1-0”. “¿Sólo por un gol?” Y Pelé: “Bueno, hay que tener en cuenta que la mayoría de nosotros ya tenemos más de 75 años”.

Con esto se quiere decir que Messi, “futbolista de mazapán, capullito de alhelí y rosa de pitiminí”, como las actuales figuras del toreo, no es digno (de momento) ni de desatarle a Maradona la correa de su sandalia.

Otra cosa es lo que diga Sergio Ramos, que nunca vio ni a Maradona en el estadio... ni a Messi en el campo.

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